Medianoche en París

Todo tiempo pasado fue mejor. Resulta claramente paradójico decir eso sobre Medianoche en París. En particular porque la más reciente cinta de Woody Allen convierte a la nostalgia en uno de sus ejes. El anhelo por vivir en un mundo que supere el insatisfactorio e imperfecto presente. 



Medianoche en París es quizá la mejor película de Allen en mucho tiempo. Es divertida y entretenida. Es una cinta que sobre todo está llena de vida. Eso sí, dista de sus mejores títulos, y no escapa a esa repetición que más que intertextualidad parece un agotamiento de ideas: no sólo me refiero al comienzo con el montaje con postales de París que palidece comparado al montaje que daba inicio a Manhattan; sino también a diálogos que uno empieza a imaginar va a oir en cada cinta de Woody Allen.


Gil Pender (Owen Wilson) es un aspirante a escritor que se gana la vida escribiendo guiones -malos- para Hollywood. Viaja con su prometida Inez (Rachel McAdams) a París a expensas de los padres de ella. Entre ellos la relación no cuadra del todo pues las aspiraciones de Gil (quedarse en París para escribir su novela) entran en conflicto con los planes de Inez (vivir en Malibú con el sueldo de los guiones de Gil). La cuestión se complica más cuando un viejo conocido de Inez, Paul (Michael Sheen), aparece mostrando todas sus plumas -otro pseudointelectual en una cinta de Woody Allen. Gil se conforma con pasear. Y encuentra que tras el reloj marque las 12, como una Cenicienta al revés, volvera en el tiempo a la época en la que hubiese querido vivir: el París de la años 20 junto a Scott Fitzgerald, Hemingway, Cole Porter, Picasso, Gertrude Stein, etc. Un melodrama fantástico -reitero como en la reseña de El árbol de la vida, en una sola acepción.


Tal historia funciona, sospecho, porque Woody Allen es alguien como Gil Pender: soñador, ingenuo, romántico -en ese sentido sentimental que el mismo Allen le ha dado a la palabra. El París de los años 20 se acomoda intencionalmente para encajar con la visión caricaturesca e irónica con que Allen (Pender) re-visita a sus héroes. La liviana reflexión sobre la nostalgia y ese anhelo por tiempos pasados también cuadra perfectamente como contrapeso para lo que fantásticamente ha sido posible. En últimas Pender habrá de aprender una lección, a vivir de un modo distinto, como en las  viejas comedias en que las peripecias debían  conducir a una suerte de aprendizaje moral -y ya que he hablado de acepciones, he de aclarar que este "moral" es en un sentido más amplio.

No hacen falta cuestiones criticables, y eso lo han notado muchos otros reseñadores: el montaje inicial que se limita a mostrar una visión turística de París, los diálogos que antes sonaron tan frescos entre Diane Keaton y Allen, hoy se parodian innecesariamente por Wilson y McAdams, etc. Incluso Mark Kermode dijo que la película se diferenciaba de Sex and City 2 en que aunque ambas se desarrollan en ambientes elitistas de una clase alta que se puede dar todos los lujos imaginables, la de Allen era encantadora ("amusing") a diferencia de la otra. Pero eso ya es simplificar terriblemente la cuestión. Medianoche en París es más que una película encantadora. No deja de ser un divertimento, pero con el tono justo, actuaciones aceptables -a pesar de la mentada parodia implícita-, un trabajo esforzado en dirección de arte, vestuario y fotografía. Todo aquello ya da para una buena película, y Medianoche en París lo es.


Medianoche en París es un cuento de hadas sobre una ciudad que Allen ha idealizado. Y debe verse como tal. Una fantasía viva e ingenua, que complace un par de horas. Tiene falencias y fallos, pero da gusto verla; más ahora, ahora que yo también anhelo épocas pasadas en las que Allen producía buenas cintas cada año, y no una cinta buena después de hacer otras cinco o cuatro.


P.S. La foto de Sarkozy vigilando a Carla Bruni no hacía falta, pero es una de esas realidades "ocultas" del cine.



Un par de buenas canciones para mejorar una mala reseña. "Let's Do it" de Cole Porter y "Si tu vois ma mère" de Sidney Bechet (con el mentado montaje inicial de Medianoche en París)


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