La cara oculta



Las comparaciones son odiosas. Lo digo yo que he comparado tantas cintas con otras cintas, o con libros, o incluso con ideas. Lo digo como si fuera una compulsión oscura, mi vicio, como si fuese mi cara oculta. No la de la película, sino la de mis comentarios. Para aclarar las cosas he decidido comentar por un lado La cara oculta, por otro compararla arbitrariamente con Wakefield de Nathaniel Hawthorne, fiel a mi vicio.

Recomendación: Para aquellos que no han visto la película ni el corto promocional es mejor ver la cinta antes que el corto y, además,  no leer el apartado II de esta reseña.

I


Es casi un lugar común decir que los buenos directores son buenos manipuladores. Habría que aceptar tales afirmaciones con reservas, y todavía añadir hoy que ellos son buenos hasta donde la publicidad se los permite. Uno de los mejores logros que pudo -o puede- verse en La cara oculta es el uso de una estructura narrativa en el que la repetición de una historia desde dos puntos de vista distintos cambia su sentido. Pudo pues el corto, como señalan la mayoría de reseñas y críticas, se encarga de aclarar aquello que, valga decirlo, debía andar oculto. Empiezo resaltando lo que encuentro rescatable del filme, esa estructura que en todo caso funciona, y que da para pensar que el final podrá ser la exploración de las traiciones y debilidades de las relaciones personales. Pero al final de esto no resulta sino más bien manido desenlace, y todos los otros problemas que la cinta ya cargaba hacen que La cara oculta se hunda, como un producto más: Un thriller más, artificioso y recargado, con ambiciones y buenas intenciones, y con un resultado simplemente fallido.



Los otros problemas no son menores, por lo demás. El filme comienza con el pie izquierdo: unas actuaciones inverosímiles en que Adrián (Quim Gutiérrez) y Fabiana (Martina García) parecen recitando frases inconexas da comienzo a la cinta. Podíamos suponer que el director Andrés Baez nos quiere intrigar por la repentina ruptura de Belén (Clara Lago) y Adrián, y esta nueva relación, acompañada de la inexplicada desaparición de Belén. Pero la cuestión es más bien confusa, y sin interés ya que de antemano conocemos cuál es el gran secreto del filme. Esto abarca un primer tercio del filme, que diría mejora con la incursión del segundo punto de vista (el de Belén) y las explicaciones de las piezas faltantes. Los personajes parecen volverse más complejos, y no simples marionetas cínicas y egoístas. Pero la resolución es aún más desordenada que el principio. Con los recursos fáciles de otros thrillers las acciones se apresuran para dar pie a escenas con toques inverosímiles -que recuerdan los chistes de aquellas actores y actrices que a pesar de sufrir mil y una peripecias jamás se despeinaban-, hasta que finalmente aparecen los créditos , y parece que no se ha resuelto nada.


Más elocuente, sin embargo, es la decisión que Baez toma para filmar algunas escenas. Un ejemplo de ello se da en el primer tramo de la cinta. Fabiana se ha pasado a vivir en la casa que Adrián. Fabiana anda por fuera de la casa, paseando. La cámara la sigue en un travelling desde dentro de la casa. La imagen se ve muy bien pero de nuevo uno puede preguntarse: por qué un travelling. No es para crear una atmósfera como lo usó Kubrick en El resplandor, porque además el uso de dicho recurso es simplemente espóradico. No hay una justificación clara para dicho plano. Otro ejemplo se encuentra más adelante:  En la segunda perspectiva -la de Belén- se nos muestra el momento en que Adrián es seleccionado como director de la Orquesta Filarmónica de Bogotá. Entonces Adrían le propone a Belén que se vaya a vivir con él durante un año en Bogotá. Belén le dice que necesita meditar para tomar una decisión. Y Belén medita: para ello Baez utiliza un travelling alrededor de Belén que en una terraza pone cara pensativa. ¿Por qué usa tal tipo de movimiento? No hay justificación dentro de la historia, ni sugerencia poética clara. Es un efecto que no encaja dentro de la película.  Señalo estos dos ejemplos como muestra de una realización errónea -en los ejemplos anotados-, de ahí lo fallido. Filmar con determinado tipo de plano tiene que corresponder con algún tipo de intención, ya sea narrativa o estética, o incluso con una idea. Hacerlo porque se ve bien es simplemente mala realización. Ahora, no todo es así en La cara oculta, y en su mayoría las decisiones que toma el director son coherentes con su esquema narrativo. Lo que hace significativo a este par de momentos es que de algún modo ejemplifican los fallos de otra índole que lleva a cuestas la película.   


En el fondo el gran problema de La cara oculta es que su realización no logra conjugar todos los buenos elementos que con sus premisas hubiese podido plantear. Todo resulta disperso, fragmentario, y esto no es adrede ni con significación alguna. ¿Es La cara oculta una historia de venganza? ¿O la exploración de la fragilidad de los sentimientos? ¿O una pesadilla que muestra el lado oscuro de la naturaleza humana? No. No es nada de eso porque la cinta no se decide sino a ser, finalmente, un entretenimiento con sorpresas y un final acelerado. Y nada  hay de malo en ello, pero si uno presenta todo una promesa de exploración, bien puede darse por engañado.


Con todo lo anterior no quiero decir que Baez sea un mal cineasta. El mismo filme muestra que es capaz de hacer un cine inteligente: En una escena Belén va al teatro en el que ensaya la orquesta. Lleva a un perro que ha quedado a su cuidado.  Cuando llega el promotor de la orquesta (Humberto Dorado) le dice como broma que en la orquesta le gustan los perros. Al abrir la puerta donde está Adrián lo descubren con una violinista mientras toman whisky encerrados. Es un juego transparente, pero funciona efectivamente. Lamentablemente la cinta es menos esto que otras decisiones que creo desacertadas. Además, el que cargue además con unas malas interpretaciones las hacen naufragar sin remedio.

II

En la aparente confusión de este mundo misterioso, los individuos están tan bien ajustados a un sistema, y cada sistema a otro, y los eslabones al todo, que con sólo hacerse a un lado un momento un hombre se expone al temible riesgo de perder su lugar para siempre. Como Wakefield, puede acabar siendo algo así como el Paria del Universo.
-Wakefield
Nathaniel Hawthorne

Cuando vi el corto, con ingenuidad supongo, pensé que tal vez plantease una historia del tipo de Wakefield: un hombre casado decide, sin un motivo claro, desaparecer de la vida de su esposa por veinte años, arrendar un apartamento cerca de donde vive su mujer, y espiarla de cuando en cuando, escondido. Luego de veinte años el hombre regresa ya viejo y desde entonces vive con ella como un "amante marido hasta su muerte". nos dice al principio el narrador. El cuento es una especulación del narrador por darle sentido a una insólita historia. De paso Hawthorne reflexiona sobre el individuo, crítica a la sociedad, y señala la insuficiencia de nuestra explicaciones para ese misterio de lo que es la vida. 



La cara oculta puede situarse en las antípodas del tipo de relato de Hawthorne. Es comprensible, pues todo tiene una explicación definitiva. Una mujer engañada es una mujer engañada, un cínico donjuan es un cínico donjuan, y una interesada mesera es simplemente una mesera interesada. Todo es literal. La prueba que Belén pone a Adrián -aquello que el corto debió ocultar- consistía en fingir una ruptura para verlo encerrada en un cuarto hermético del que sólo ella y la dueña conocían de su existencia. Cuando ella ve llorar a Adrián quiere dar por terminado su experimento, pero oh! el azar, la llave se ha quedado por fuera. Lo que sigue es más bien una común historia de engaños. Nada más. En el mundo de la película de Baez sólo existe la literalidad.  No hay lugar para lo insólito, pues todo tiene una clarísima explicación.
De la especulación a la literalidad podían resumirse las dos posturas. No es que una sea mejor que la otra. Pero yo me siento mucho mejor en el mundo hipótetico de Hawthorne.

PS: 
La cita de Wakefield es según la traducción de Marcelo Cohen en la edición de Acantilado de Cuentos contados dos veces.
Mejor que el corto, una canción: Insensatez. Este es un video de YouTube con imágenes de La noche de Antonioni, una película que explora la fragilidad de los sentimientos de manera ejemplar.

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