Bernie


Primero está lo incomprensible. Un crimen que nadie esperaba. Pero me adelanto y arruino la sorpresa. Mejor seguir el principio trazado por el director. Bernie Tiede (Jack Black) dicta una conferencia en la que muestra como se ha de preparar y maquillar a un cadáver para su velorio -ver aquí. Explica cada procedimiento y sus implicaciones, quiere demostrarnos que no debemos angustiarnos por la muerte, ya que siempre podemos descender a ella como corresponde, con la apariencia correcta que implique el significado adecuado. Esta introducción es esencial para comprender muchos aspectos de Bernie. El tono es cómico aunque el tema sea macabro, el objeto no se encuentra en los motivos para saber por qué ocurre el relato central, sino en los detalles que van conformando toda una mentalidad. Bernie está basada en un evento de la vida real, como tantas otras películas. Su objetivo, sin embargo, es retratar la realidad de la comunidad y su versión de los hechos. Una vez pasada la secuencia introductoria la cinta pasa a créditos en los que van apareciendo testimonios de pobladores reales que comentan sobre el evento de la vida real. Ellos aparecerán mezclados con los actores de la cinta, y ellos, en buena medida, son los verdaderos protagonistas de Bernie. Ellos son los que nos da su visión sobre esta comedia negra y a ella nos hemos de atener en todo su metraje. El fondo es el sórdido relato en que se basa. La suma de ambas consigue dar una perspectiva compleja sobre una comunidad específica de EEUU, y por ello Bernie es excepcional.


En 1998 el periodista Skip Hollandsworth en el artículo Midnight in the Garden of East Texas describe el peculiar asesinato de la viuda Marjorie Nugent por su joven pareja, Bernhart "Bernie" Tiede, así como los subsiguientes eventos y la inusual reacción de los pobladores de Carthage, lugar del crimen. Richard Linklater se inspiró en este artículo para comenzar su cinta y el mismo Hollandsworth colaboró en el guión. Bernie reconstruye el modo en el que el modoso y cortés empleado funerario Bernie Tiede se gana el corazón de los habitantes. Siempre correcto, siempre dispuesto a consolar a las viejas viudas que desoladas lloran la pérdida de sus conyuges. Marjorie Nugent (Shirley MacClaine), la viuda más rica y detestada de Carthage, acepta con reticencia el solaz que le ofrece Bernie, y al final sucumbe a él. La relación entre el hombre más querido y bondadoso del pueblo y la mujer más odiada no puede terminar bien. Meses después de inventar excusas para la ausencia de Marjorie, la policía encuentra el cuerpo de la mujer congelado en una nevera. Había sido asesinada por cuatro tiros en la espalda. Bernie confiesa el crimen. El fiscal Danny Buck Davinson (Mathew McConaughey) quiere que todo el peso de la ley caiga sobre el asesino, pero se encuentra con la resistencia de toda la población. Todos quieren tanto a Bernie que nadie puede condenarlo. Davinson pide se traslade el juicio para que sea juzgado con imparcialidad, y al final Bernie es condenado. Este resumen, no obstante, no nos da el tono y la dirección de la cinta. Bernie es una historia verdadera contada desde la perspectiva de una comunidad, y en tanto tal busca esa verdad. Ciertamente no es la judicial, sino la que describe las peculiaridades y modos de pensar de un grupo de personas. No se trata de un drama judicial-detectivesco más, sino de una sátira que revela una mirada distinta sobre un mismo evento.


Encajamos a Bernie como comedia negra, pero la etiqueta por momentos queda corta. Intencionalmente Linklater le ha dado un cariz cómico a un relato que tan fácilmente se daba para el drama psicológico fácil. Intencionalmente introduce entrevistas verídicas con habitantes de Carthage que hablan sobre el evento real y lo mezcla indistintamente con la ficción. Documental y ficción conviven así como la comedia y una especie de film noir difuso y terriblemente parodiado. La mezcla no tiene como intención producir una distancia entre lo que vemos y nosotros sino al contrario. Bernie nos sumerge en una historia y un enfoque, nos imbuimos en la perspectiva de los narradores. El juicio de los hechos vendrá después del final. Mientras tanto hemos de guiarnos por las opiniones y chismes de los habitantes. De modo similar al Faulkner de Una rosa para Emily, Linklater se propone contar una historia a partir de lo que se rumora sobre ésta. El movimiento a este tipo de narración, si bien difumina el centro sobre el que gira la narración, provee de una nueva luz al relato, y esto sucede agudamente en Bernie. De quien sabemos una verdad más entera es de sus narradores, de sus concepciones y prejuicios, de sus inhibiciones y sus valores. Bernie disecciona la reacción de los habitantes de Carthage usando su imaginario sobre un crimen muy particular.


La verdad que muestra Bernie depende no sólo de lo que muestra, sino también de lo que desecha u oculta. Un cineasta no es diferente al tener que seleccionar la información con que ha de trabajar. Linklater no utiliza información que ponga en duda o contradiga la versión de los pobladores de Carthage. Todo lo que vaya en contravía a la imagen de absoluta bondad de Bernie, o que le pueda atribuir motivos mezquinos no entra en el relato. De hecho el film revela cómo el que Bernie sea gay no es enteramente aceptado por la comunidad. Para ellos se trata de un defecto inevitable y tormentoso, o de puras habladurías. Ineludiblemente hay un grado de distorsión en lo que narramos, y es sobre esa distorsión sobre la que nos enfocamos en la película. Visto con distancia el crimen de Marjorie no deja de ser sórdido, y mcuho de lo que hay en Bernie tiene algo de macabro. Antes que caer en un juicio fácil, Linklater decide documentar las versiones de los habitantes de Carthage, representarlas irónicamente. De esa manera lo sórdido y macabro se conjugan con una comicidad inesperada, con una justificación y un contexto que le da una inesperada profundidad a la cinta. Bien puede que Bernie nunca revela con exactitud los motivos del crimen y cada una de sus causas, pero lo que sí consigue es dar un retrato fiel a lo que es la vida en una pequeña población de EEUU, así como de su forma de entender la realidad. El acercamiento de la cinta es novedoso en la medida que lo busca es una verdad que suelen pasar de lado la crónica roja o los programas de televisión detectivesco-forenses.


Bernie es una evidencia más de cómo la ficción es un organismo poroso que suele borrar con fácilidad las barreras arbitrarias que se le ponen. Lo documental alimenta a una cinta de género, que al mismo tiempo puede considerarse de vanguardia-experimental. Bernie es la cruel ficción recreada con una inaudita comprensividad, y por qué no ternura. Linklater, oriundo de Texas, se sirve de un muy peculiar crimen y su reacción para explorar las visiones de los habitantes de un pequeño pueblo. La cinta demuestra que la ficción lo puede abarcar todo y revelar aspectos desconocidos hasta el momento de su realización. Fiel a la versión de los pobladores de Carthage, el crimen surge como un suceso hasta cierto punto incomprensible. La explicación y los detalles que tenemos son de oídas entonces, y por tanto lo que se desnuda es a sus narradores, mientras que el centro se vuelve un borroso agujero negro que atrae a todo. Linklater sabe dar un balance entre el efecto cómico y el suceso escabroso, logra que la más ácida ironía no difumine la humanidad de sus protagonistas y narradores. Volvamos al principio para cerrar para concluir. En la primera secuencia Bernie le dice a su audiencia que para los cadáveres no se debe dejar entrever los dientes, no se debe, amonesta Bernie, volver cómico lo trágico. Bernie vuelve lo trágico cómico de un modo deliciosamente excepcional. Es como la vida aunque sea tan agudamente ficcional.


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