Historia incompleta de la "selfie" en cine
1. En salas de cine se exhibe Jumanji: Welcome to
the Jungle (Jumanji: En la selva en Suramérica), una secuela
relativamente amena e innecesaria de la comedia de aventuras de los 90. Uno de
sus personajes, Bethany (Madison Iseman/ Jack Black), es presentado como
vanidoso y superficial, al punto que organiza toda una puesta en escena de una selfie
mañanera con la que alimenta sus redes sociales. Vale notar que tomarse una
foto era una cuestión considerada extravagante hace pocos años, antes de la popularización
de las selfies. La tecnología, ya se sabe, moldea nuevos
comportamientos. Si nos diéramos a la tarea de registrar los cambios del modo
en que describimos nuestra relación con la tecnología, quizás pudiéramos
elaborar una historia de las transformaciones que vivimos a diario. Este es un
intento por explorar un puñado de ejemplos que den cuenta de una historia
incompleta de las selfies en el cine.
2. En Mystery Train, una pareja de jóvenes
japoneses viajan a Memphis para peregrinar en los lugares donde sus ídolos,
Carl Perkins y Elvis Presley, desarrollaron parte de sus carreras. A diferencia del
estereotipo de los turistas orientales, Jun (Masatoshi Nagase) no le toma fotos sino a las habitaciones de los hoteles en que se
hospedan y los aeropuertos por los que pasan. Jun justifica su peculiar costumbre al afirmar que solo le toma fotos a aquellas
cosas de las que no le queda recuerdo alguno. Las fotografías solían ser modos
de recordar. No ocurre exactamente igual con las selfies. Más que evocar
momentos, se trata de auto-afirmarse, de registrar quién es una persona, junto a quien ha estado, donde ha estado. En otras palabras, Bethany busca
presentar una imagen de la persona que es.
3. Philip Winter (Rüdiger Vogler), el protagonista de Alicia
en las ciudades, se ve obligado a viajar con una niña, Alice (Yella
Rottländer), que su madre ha abandonado mientras se reconcilia con ella misma. El mismo Philip va de un lugar a otro para conciliar unas inquietudes que lo aquejan. Su vagabundeo, por ende, se convierte
en un proceso de autodescubrimiento. No solo por tratarse de un viaje, sino por
el contacto con una niña que ha tenido que cuidar. En una de sus múltiples paradas, ambos entran
a un fotomatón para marcar su periplo con una serie de imágenes. Los gestos de
cada uno cambia en cada toma, tal como se han modificado sus relaciones a lo
largo de su viaje. Las imágenes muestran las transformaciones de individuos que
se han vuelto nuevas personas. Estas imágenes, además, son precursoras
de las selfies, imágenes que buscan definir la identidad de los
personajes, tanto de Philip, que intenta resolver sus angustias existenciales,
como de una niña que se ve temporalmente abandonada. Si bien el efecto de
personajes tomándose fotos en cabinas tenía cierta recurrencia en el cine, en
pocas películas tiene tales implicaciones. Las "selfies" de
Wenders revelan facetas desconocidas a sus propios personajes, revelan sus
personalidades. Las fotos son entonces instrumentos que develan a alguien,
por encima de ser el modo en que se trata de fijar un momento.
4. Tan rápido como se han popularizado las selfies,
se han convertido en un recurso narrativo. Selfie from Hell es un
artificioso cortometraje que vuelve a la selfie en un vehículo por medio
del cual variar lo que en otras películas haría una tabla ouija. Este ejercicio
de estilo convierte a la selfie en catalizador con que se desencadena el
horror; en otras palabras, un instrumento de la dramaturgia. Aquí, por tanto,
esta imagen se convierte en memento mori y en objeto maldito, tal como
ya las fotografías se usan en otros filmes de terror. Toda novedad puede
expandir la realidad, o ser utilizada como efecto para repetir las fórmulas del
pasado. Y de esta manera se incluye a las selfies en el cine comercial.
Como un elemento más dentro del juego de la dramaturgia clásica.
5. Con cierta recurrencia, Luis Ospina se filma en Todo
comenzó por el fin. Una selfie en movimiento que a veces incluye a la
cámara en cuadro, una selfie que se emparenta con la tradición de pintores y
fotógrafos que decidían retratase como forma de afirmar y explorar su
identidad. La selfie en esta película es una herencia de otras artes. El
gesto de Ospina traza una conexión entre el documental y otras formas
plásticas, al tiempo que deja una pista sobre quién es el artista tras el
filme. La identidad vuelve a ser el centro de esta imagen, si bien aquí se
intenta explorar y cuestionar lo que definimos como tal. La selfie es un modo de presenciar la
constante evolución del individuo que crea la imagen, una imagen que devora a
su creador. Lo esencial de la selfie en el documental, sin embargo,
no es su aparición, sino regresar a ella. Volver a uno mismo para fijar las
transformaciones con las que se concibe quién es el individuo y quién es el
artista.
6. Volvamos a Jumanji: Welcome to the Jungle.
Bethany escenifica una imagen falsa, una que
desaparece cuando el personaje deja de ser superficial y fatuo. El largometraje
cuenta el relato de transformación positiva de unos personajes que deben pasar
por la experiencia (no muy) traumática de un juego (viaje). De modo
paradójico, solo Bethany muestra indicios de cambios al final del filme, pues
el largometraje se concentra más en ser una parodia ocasionalmente ingeniosa de las
películas de aventuras. En el olvido queda la selfie, ya que los
realizadores se dedican a variar tropos y a congratular el anhelo del pasado de
un sector del público. La imagen falsa de la selfie del principio
no es remplazada por otra, sino por personajes más comprensivos, conformistas y
grises, por la repetición paródica de relatos conocidos. La tecnología produce
cambios, pero hay ficciones más fuertes
que absorben las transformaciones. Y así, los protagonistas de Jumanji
son seres más benévolos y cuadriculados en su desenlace, seres a los que ni siquiera
se les ocurre tomarse una selfie.
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