El legado del diablo (Hereditary)



¿Se puede escapar al mal?  La ópera prima de Ari Aster gira en torno a una premisa que responde tal interrogante. Si se carga con el Mal, no hay forma de zafarse de él. El legado del diablo (Hereditary) abre como una historia sobre las historias de terror y concluye como una cinta de terror corriente. Todo esto mediado por un tenso y a menudo sorpresivo retrato de las tensiones de una familia. Quizás sea el mejor momento de utilizar el manido comentario sobre el de que nos enfrentamos a una buena película de terror con un final decepcionante. En El legado del diablo esto es tristemente cierto, pues al tratar de armar todas sus piezas para una (no muy) sorprendente resolución final, se disminuye el horror real que habita el filme. Uno que está lejos de relacionarse con los demonios y los seres de ultratumba. Un horror que surge de las relaciones familiares y de sus conflictos. Mientras la película gira en torno a esto, se trata de un filme espléndido. No obstante, luego llega al final con sus respuestas obligadas. 


Ahora, el malestar que me provocó el final se deriva de renunciar a cualquier amago de ambigüedad, a optar entonces por un final que al revelarlo todo apacigua los miedos con que juguetea en buena parte de su metraje. Ya decía Piglia que todo cuento narra dos historias (una explícita y una secreta), y del mismo modo se puede decir del cine de terror. La historia explícita de El legado del diablo discurre sobre demonios, satanismo y una herencia maligna; en contraste con esto, la historia secreta se implanta a través de un juego metanarrativo en que Annie Graham (Toni Collette) representa todas las escenas de su vida real como siniestras casas de muñecas. En dicha historia secreta, el mal surge de la en apariencia vulnerable Annie. Aster le quita todo énfasis a este relato secreto, sin embargo; su fascinación por los mecanismos del horror en el cine es más fuerte que su deseo por explorar las contradicciones y honduras de las relaciones familiares. De manera opuesta a la magnífica Babadook, el sustrato real se va borrando hasta que el final fantástico hace de su largometraje una simple fábula horrible. Por supuesto, este tipo de historias tiene su mérito (y sus fanáticos). En mi opinión, esto demuestra que a veces es preferible escapar a la convención, así no se pueda escapar al mal.


Tráiler




Comentarios

Entradas populares