Foxcatcher



En Foxcatcher no es sino otoño o invierno. El trasfondo siempre está virado a un gris, a colores ópacos y fríos. Es un mundo en el que la luz ilumina fría el desolado panorama que revela. Al primer personaje que encontramos es a Mark Schultz, robusto y levemente jibado. Su gesto revela cierta insatisfacción. Su soledad es palpable. En su carro se coloca una medalla con un gesto que busca recuperar algo de la solemnidad pérdida. Enseguida lo vemos dirigiéndose a un grupo de aburridos estudiantes de colegio, con su medalla, hablando monótamente de lo heroico que es un deportista que ha alcanzado la gloría olímpica. El discurso se interrumpe para ver a Mark sentado en una oficina en la que recibe el pago por su discurso. 20 dólares. Incluso debe corregir a la empleada ya que no es su hermano Dave, también campeón olímpico, como para subrayar al punto a que ha caído. Con esta introducción ya tenemos suficiente para conocer el tono del relato, uno alejado del típico espectáculo deportivo, uno en que se indaga en los entretelones para revelar una historia inesperada. Bennett Miller dirige una película en que ambiciosamente quiere exponer el fracaso de algunos ideales en EEUU. Se sirve de una tragedia real para confeccionar un drama opresivo con aire de pesadilla, con una sensación de una constante amenaza latente. Miller se apoya en las envidias y conflictos dentro de una misma familia para ir revelando una crítica feroz a un vacío discurso patriotero sobre EEUU. El hecho real está completamente mutado en Foxcatcher,  y ha sido usado como material para crear una estimulante cinta de terror atmosférico, una sátira violenta sobre el patriotismo de hoy.


La historia real es una inspiración para Miller, para nosotros es una guía que suma una tensión adicional. Foxcatcher es una re-elaboración del incidente con fines distintos a reconstruir lo sucedido. John Du Pont (Steve Carrell), excéntrico heredero de una de las grandes fortunas de EEUU, acoge a Mark (Channing Tatum) para comenzar un equipo de lucha que gane el oro en las olimpiadas de Seúl. La intención de John es que también se sume al equipo su hermano Dave (Mark Ruffalo), carismático luchador que ahora se dedica a entrenar. No obstante, Dave no acepta en principio porque ya está asentado con su esposa, Nancy (Sienna Miller), e hijos. Pronto Mark y John forman una relación en la que el benefactor hace el papel de padre, pronto John usa la envidia de Mark hacia su hermano para crear un enlace y ver en este sentimiento un reflejo del rencor que el mismo John siente por su madre (Vanessa Redgrave). John alecciona a Mark, lo quiere entrenar como a una mascota, y vierte todas sus enseñanzas en un discurso patriotero y simplista.  La relación, con tonos amorosos que no llegan a concretarse, se va complicando, se va deteriorando. De hecho, Mark necesita a Dave para mantenerse concentrado -más tarde veremos a Dave mudarse con su familia mudarse a la propiedad de Du Pont. Sin la intervención de Dave, Mark no conseguiría el oro en los mundiales de lucha. Un trofeo del que pronto Du Pont no pierde tiempo en vanagloriarse. La relación con Mark, no obstante, está ya rota. La cinta sigue sin piedad el deterioro de una relación, del creciente número de excentricidades de Du Pont, hasta que tras el fracaso del sueño olímpico de Seúl, todo conduzca al desenlace trágico -el film condensa muchos eventos en un breve lapso de tiempo, siguiendo en eso espiritualmente la noción de unidad de tiempo que Aristóteles asignaba al teatro. Más que una tragedia la cinta va creando un ambiente paranoico y de tensión, más que la locura el triste deselance es el fruto de vidas que han estado pobladas por frustraciones y traumas. Foxcatcher es una notable construcción que da imagen a algo que sin mayor imaginación podemos llamar la Pesadilla Americana.

 
La relación de Mark y John es el centro de la cinta. O mejor, el centro de la es el modo en que nace la relación, se deteriora y las consecuencias que la ruptura conlleva. Ambos personajes tienen en común una posición de segundones, siempre a la sombra de otros. Du Pont, con todo el dinero y lo que supone conseguir, no ha sido capaz de sentirse satisfecho por sus propios méritos. Hacer de benefactor de un equipo de lucha para comprar el éxito es un modo de alcanzarlo. Todas estas suposiciones sobre las motivaciones son delineadas en la cinta, sugeridas. Foxcatcher indaga con contención sobre sus personajes, no nos expone a escenas explicativas para determinar la causa de sus actos. Se propone que infiramos de la cinta, que la completemos. En su reseña Dana Stevens nota que deliberadamente la elisión es parte de la estrategia del film. Tanto así que para ella el centro de la cinta se mantiene como algo hasta cierto punto inaccesible. Si bien convengo en que quizás el alcance del drama se ve asordinado por tal decisión, la idea no es tanto filmar una tragedia, sino hacer del espectador un participante que busque motivos para justificar el aire enrarecido que se repira en Foxcatcher. O digámoslo de otro modo, en Foxcatcher la tragedia va por dentro. El drama está frente a nosotros para armar, solo vemos la superficie ópaca llena de señales ambiguas como la realidad. Es indudable que a pesar de que no haya siempre emociones a flor de piel, un conflicto está siendo puesto en escena, y que sus tres protagonistas conllevan sus dramas interiores con un perfecto balance como para darnos a entender sus posiciones sin abusar de histrionismos -y debo destacar en particular las actuaciones de Tatum y Ruffalo. El mundo en que el director los ha puesto a habitar es amenazante y con el paso de los minutos la tensión se va elevando irrevesiblemente. Foxcatcher es una cinta de terror que exitosamente va construyendo una progresiva y asordinada pesadilla.

 
No sobra repetir. A Miller no le interesa tanto ser fiel a los hechos verdaderos como partir de ellos para explorar facetas inusualmente vistas del mundo del deporte, o como para criticar ferozmente un discurso vacío sobre EEUU, un discurso que se supone basado en los valores que sirvieron para fundación de la nación. Intencionalmente la iconografía de símbolos patrios es usada a lo largo de la cinta para expresar como los famosos ideales que de tanto en tanto se proclaman en la cinta, no son sino una excusa para ese monstruo bueno para nada que es John Du Pont. Al punto de que no son más que el disfraz para la farsa. En una de las mejores escenas del film John prepara a Mark para que en público no lo llame Señor Du Pont, sino Águila, o Águila Dorada. Con lo contenido que es Mark no puede contener un leve rictus de burla. O John finalmente aclara el plutócrata. Y a pesar del evidente ridículo Mark en las siguientes escenas se va a dejar plegar a los deseos de su patrocinador. Tanto así que cuando lo acompaña para un evento social, John le da una pequeña presentación para que lo introduzca como orador. Mark no puede decir la palabra filatelista. John lo entrena con contenido desprecio, toman pases de cocaína y luego, en la reunión, oímos apenas el principio de un discurso de lugares comunes sobre ideales absolutamente vacíos. Foxcatcher es una sátira furiosa si se analiza detenidamente. Una sátira también omnipresente en el cine estadounidense, como nota también Stevens, desde Charles Kane a John Du Pont. Claro que es en comparación con esos monstruos con los que la cinta de Miller muestra sus limitaciones. El John Du Pont no es sino un esperpento. Sin mayores cualidades, heredero de una fortuna, se dedica a un deporte del que no sabe mucho para, suponemos por una escena, enfurecer a su anciana madre. Tal vez el mensaje de Miller, sin embargo, sea ese. Esa nación ha cambiado al punto de que no es sino una cáscara podrida de lo que una vez fue. Una nación corrompida que ha dañado todo con el poder de su dinero. Hasta el sensato Dave se ve obligado a afirmar que Du Pont es su mentor y su maestro en un documental que hace John para publicitarse.  Junto con La red social, Foxcatcher hereda la tradición de la cinta de Welles y actualiza esa fábula. La cinta de Miller es mucho más satírica y ha decidido intencionalmente sacrificar un drama abierto para que nos concentremos en un mensaje que se puede decir es más directamente político. La crítica lógicamente no puede ser extensiva a todo, y se trata de un caso, en últimas, particular. Sin embargo sirve para dar una perveso reflejo a lo que han conducido ciertos motores del indudable progreso de esta nación. El crimen con que concluye es el resultado de la distorsionada lectura que un enfermo con poder ha hecho de lo que parecían nobles ideales. Evidentemente tal visión tan oscura es susceptible de no ser acogida tan fácilmente y puede ser el motivo para su frío recibimiento en el público.


En el perpetuo invierno de Foxcatcher surge un monstruo invisible de la nieve. Uno al que durante la cinta se le ha alimentado, se la ha visto tolerantemente porque resulta ser exorbitantemente adinerado. Foxcatcher es una cinta de terror sin escenas violentas, ni sobresaltos. Es una cinta que lo que hace es hacernos compartir el ambiente enfermizo y paranoico de Du Pont, uno que uno tiende a aceptar con una facilidad inesperada. Con todo lo dicho es importante resaltar que en la cinta no se renuncia al humor, tendiente hacia lo grotesco y hacia a la farsa. De hecho, con suma habilidad, Miller pone al mismo nivel la coreada gloria deportiva con la farsa de esa misma gloria, como si fueran indiferenciables -y en eso tal vez haga una radiografía cierta de lado oculto de los deportes. En los medios y la prensa los deportistas se han transformado en suerte de semi-dioses, y la visión de Miller simplemente los vuelve seres humanos que viven los mismos dilemas de cualquier otro, sin acceder a Olimpo ninguno. Foxcatcher pasa a  ser una parodia -necesaria- de la narrativa deportiva al uso, así como un relato sobre el fracaso -un tabú en el discurso deportivo y en el discurso patriotero. Esta parodia se conjuga con un final macabro que la cinta va elaborando por acumulación de tensión y por la distorsión de su escenario. Es una suerte de naturalismo expresionista, por nombrarlo de alguno de manera. No debemos buscar en el film los convencionales placeres de los dramas corrientes -y quizás su falencia es quizás no añadir un poco más de drama convencional. Únicamente uno debe respirar y poco a poco lo embriagará el venenoso aire del film, asfixiante ya en su conclusión. Al punto que cuando uno sale lo que busca es limpiarse del aire enrarecido que todos los habitantes de Foxcatcher respiran.



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