La escafandra y la mariposa

Antes de empezar:

Es curioso ver como se hacen más recurrentes aquellas películas sobre situaciones inusuales, extremas como se les suele denominar. De hecho en el cine casi siempre han pululado tales tipos de situaciones. El caso es que hoy parece que hubiese un deseo mayor por filmarlas, por verlas: ya sea la historia de un hombre que desea morir porque tiene una enfermedad terminal, ya sea la de un macabro juego en el que un personaje con ansias inquisitoriales tortura a sus víctimas. Lo que está detrás es como si fuese eso que llamamos vida. Es como si la gente hoy necesitar los trauma para vivir, para sentir que algo realmente sucede. Quizá antes fueran los milagros, hoy tal vez sean las enfermedades (en un sentido más amplio) donde se cifra la vida. Pero esto no son más que mis suposiciones.

La reseña

No voy a repetir la información que se puede leer en las muchas reseñas que ha suscitado la película. Por lo demás no comentaré nada sobre el libro porque no lo he leído.

La escafandra y la mariposa es una historia muy común en el cine, a pesar de todo: la de un personaje que por un duro aprendizaje comienza a valorar algo en su existencia, si no su propia existencia. Claro que para eso tiene que caer enfermo de un extraño síndrome que lo enclaustrará hasta su muerte. Esto suena a un perfecto lugar común. Sin embargo si un mértio tiene la de Schnable es que no lo es. O no lo vemos así. La película rehuye de una serie de esteriotipos asociados a este tipo de películas: el protagonista no es el típo héroe-enfermo. Es otro tipo de héroe. Por otra parte la cinta no pretende dar enseñanzas edulcoradas sin matices.

Ahora bien, una gran parte del éxito de la cinta se encuentra en el inteligente desarrollo con que Schnabel aborda la cinta. Parte del punto de vista del mismo protagonista para irse despegando levemente, sin separarse del todo de éste. El tratamiento visual también va progrseando según la evolución del personaje, prmiero atado a un solo lugar: en un estado de postración absoluto, luego llega a un estado en que encuentra salidas parciales al que le obliga su enfermedad. Aquí la mayoría de reseñas comentan las hermosas imágenes del filme y su poderío visual. En buena medida tienen razón, en otra hay alguna que otra secuencia que no pasa der lo que tan desafortunadamente algunos llaman poesía (en mi opinión).

Si algo resulta criticable de la película es que no escape a esa suerte de aleccionamiento a que se circunscriben este tipo de filmes. Y aunque el de Schnabel no sea un discurso totalmente fabricado para que la gente llegue a una conclusión específica, Schnabel si tiene en mente un fin. En alguna entrevista Schnabel afirmó que hizo esta película para no temerle a la muerte, dijo que tomó aquella determinación después de la traumática muerte de su padre, en conclusión Schnabel necesitaba ese tipo de aliciente. Y es que la película, a pesar de todo, quiere ser un aliciente. No está mal que la película sea una exaltación de la vida (aún en las circunstancias del protagonista), pero hay que tener claro desde el principio que este trabajo tiene motivaciones de este tipo. A fin de cuentas se desea afirmar la vida por encima de todo. No obstante debo matizar estas notas diciendo que Schnabel no hace una apología carente de crítica, no hace una cinta de una sola dimensión.

Tal vez mirada en perspectiva la película no resulte ser la obra genial que tantos promulgan. Quizá es inevitable que muchas personas lleguen a esa conclusión comparada esta película con la mayoría de películas que se estrenan. Schnabel consiguió salir avante de la difícil tarea de retratar la postración de un hombre, aunque es cierto que da más de un tropiezo en el desarrollo de su cinta. Esto dicho, claro está, sin tener en cuenta ese tipo de controversias que suelen generar las distancias que hay entre ficción y realidad. Lo criticable, ya lo he escrito, es que la película tenga una especie de idea que atraiga hacía sí los resultados de la película, una especie de imperativo moral. Asimismo la película, aún tratando de escapar de los clichés, muestra imágenes que se difunden popularmente como si fueran poesía. De hecho la misma comparación entre el estado del enfermo y esa cuestión de la escafandra y la mariposa, quizá no sea una comparación muy iluminadora (si bien esto viene del libro, si no estoy mal, y tendrá un sentido dentro del libro).

Al margen de estas objeciones, La escafandra y la mariposa es una buena película.

Al final

Al final, aún todos los sufrimientos, siempre hay canciones de Tom Waits.