Vicky Cristina Barcelona


El cine, como todo, soporta cualquier razón. Es decir que se puede mirar cine por entretenimiento, se puede mirar para ver algo verdadero, se puede ver como fuente de honorarios, se puede ver como una forma de venganza sobre tus enemigos (si existen), entre muchas otras razones. Si uno mirase Vicky Cristina Barcelona como una cinta que expresa una realidad humana quizá sea una película magnífica. Pero de eso no es lo que se trata solamente el cine, en mi opinión. Si un discurso no se ve suficientemente apoyado en su forma, la cinta pierde su peso (a menos que esto sea deliberado). Esto puede sonar a perogrullada, pero si se lee algunas reseñas y críticas sobre cine quedará claro que no lo es tanto.

Vicky Cristina Barcelona me parece un caso claro ejemplo en el que el inteligente discurso del director no se ve suficientemente sustentado por su planteamiento formal. No obstante: Woody Allen es un genio, un genio que además tiene una trayectoria más o menos homogénea, un genio que por lo menos ha realizado una docena de películas memorables. La cinta que rodó el neoyorkino en Barcelona es divertida, aún cuando a su vez es una reflexión amarga sobre las relaciones amorosas, es también una cinta cuyos medios no siempre logran el objetivo que a mi modo de ver Allen quería obtener.

Su más reciente cinta se presenta dentro de una etapa que si se me permite llamaré crepuscular. Esta última etapa (desde Match point) es una suerte de revisión de su obra anterior, como también una forma actualizarla. Vicky Cristina Barcelona sería una especie de Manhattan, a la manera en que Match point un Crímenes y pecados (evidentemente la última película de Allen no es sobre su amor a Barcelona, cuando me refiero a revisión es a temas, a ideas). Esta nueva época se ve marcada por un ya más abierto pesimismo y por el uso de estrategias cinematográficas más amplias, por recursos que Allen no usaba antes (a menos que parodiara).

La historia es más o menos la siguiente: Vicky (Rebeca Hall ) y Cristina (Scarlett Johansson) son dos amigas que se van a pasar unas vacaciones de verano a Barcelona. Inesperadamente se encuentra con Juan Antonio (Javier Bardem), pintor con una inevitable debilidad por mujeres a las que siempre puede seducir. Vicky y Cristina son seducidas. Vicky, en apariencia mujer estable y con un matrimonio en ciernes, sólo tiene una relación fugaz. Cristina se va a vivir con Juan Antonio. La cuestión se complica brevemente con la aparición de María Elena (Penélope Cruz), ex esposa del pintor, personaje que vive en el caos y que ya ha tratado de asesinar a su ex- esposo. Sin embargo Cristina, María Elena y Juan Antonio son un perfecto ménage à trois. Entretanto Vicky no deja de pensar en Juan Antonio, y aún entonces se casa con su aburrido prometido. A pesar de todo un día Cristina se encuentra con que no está satisfecha y decide abandonar al pintor. Esto conduce a las peleas entre los ex esposos que terminan por separarse. Por otros azares Vicky tendrá una última oportunidad con Juan Antonio, una oportunidad que María Elena arruinará al amenazar a la pareja con una pistola. Finalmente Vicky y Cristina volverán, aparentemente igual, quizá algo más derrotadas.

En la película todo parece liviano, casi sin importancia, pero no lo es. Allen es tremendamente exitoso en esa paradójica manera de percibir las situaciones. De hecho el narrador en off es particularmente notable, el énfasis y recuento innecesario de lo que sucede en pantalla es un modo de ironizar tanto lo que cuenta, como lo manera en que lo cuenta. Este narrador conoce profundamente a Vicky y a Cristina, pero sólo conoce a ellas dos. Parece no saber mucho sobre las motivaciones de Juan Antonio y mucho menos de María Elena; el narrador, pues, está en la misma posición de las turistas que conducen el imprevisible hilo de la narración.

Sin embargo no todos los recursos en esta película son tan eficaces. En algún momento Cristina, María Elena y Juan Antonio van a comer en el campo. Juan Antonio sufre un dolor de espalda, Cristina va a ir por algo que dejó de en la maleta, la cámara la sigue en un travelling mientras anda hasta la maleta y vuelve. Es algo predecible, dado el estado de las relaciones de ese momento (Cristina es la nueva amante de Juan Antonio que tiene que aguantar la inesperada presencia de su ex mujer), que María Elena se habrá acercado y estará sobre Juan Antonio y esto sorprenda a la indefensa Cristina. Es extraño encontrar este tipo de movimientos en las películas de Allen, cuando antes era más bien común encontrar travellings en una conversación por ejemplo, subordinados a la narración. La aparición de ese tempo es extraño en las cintas de Allen, y a mi modo de ver no encuentra su lugar del todo en su película.

Lo que considero el mayor defecto de la película es que en su narración tropieza con algunos vacíos. Durante la estancia de Cristina con Juan Antonio y María Elena el desarrollo es narrado y mostrado de una forma convencional: las imágenes más que parodias son imágenes convencionales que se pueden observar en tantas películas en las que un personaje aprende de sus múltiples talentos por mano de otro. Vista en perspectiva esto no dejará de ser una cuestión más bien irónica (ya que finalmente los conflictos no se resuelven, sino que el personaje sigue como al principio), pero la manera en que Allen nos lo muestra no parece en concordancia con ese final. Sólo si supusiera el filme como una gran caricatura de la perspectiva de Vicky y de Cristina, un filme que a pesar de presentar ese límpido escenario en realidad cuenta la frustrante constatación de la imposibilidad de encontrar relaciones satisfactorias y duraderas. Pero aquello me parece hilar demasiado fino.

Tal vez mi posición un tanto escéptica sobre las cualidades de Vicky Cristina Barcelona se deba a que espero de Allen una nueva obra maestra. Woody Allen ya demostró más de una vez como era capaz de ironizar el discurso cinematográfico, un discurso que no ocultaba el profundo pesimismo que hoy también muestra. Es por eso que tal vez no me resulten del todo satisfactorias sus últimas cintas. Es cierto que Match point era una importante disección de la hipocresía de las altas clases, pero ya no era suficiente con Crímenes y pecados (película que además tenía muchas más aristas). En todo caso no hay que ver siempre (y únicamente) obras maestras. A veces es suficiente una película divertida. Lo dicho al principio, depende del modo en que se mire, del que uno quiera mirar para puntualizar.

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