Funny Games (1997)


El siguiente comentario se centrará en 4 aspectos entorno a Funny Games. No es esta una reseña sobre el modo en que la película permite reflexionar sobre el uso de la violencia en el cine. Ni siquiera es una comparación con la versión que el mismo Haneke realizó en Hollywood en 2007. Son comentarios al pie de otros textos mucho más lúcidos sobre la película de Haneke y su discurso.
El narrador
En Funny Games el típico narrador de las películas es tamizado por el mundo personal de uno de los personajes: Paul, uno de los jóvenes psicópatas que atormenta a las familias que descansan en sus casas de campo. No se trata de la narración cinematográfica cercana al narrador omnisciente de siempre, sino es una más parecida a la fantasía que Paul quisiera imaginar. Desde el principio Haneke muestra que la cinta está vista desde esa perspectiva. Los primeros planos acompañados por la música de Mascagoni y Händel, la pareja juega a adivinar quién interpreta las piezas líricas que uno u otro escoge, de repente el juego es interrumpido para nosotros como espectadores por la atronadora música de Hellraiser y unos créditos en rojo que si bien ocupan casi toda la pantalla, permiten ver de fondo las caras de quienes más adelante serán las víctimas de los macabros juegos de Paul y Peter. Luego la película se va desarrollando como otra más: paulatinamente Paul y Peter irán tomando control de la familia que se encuentra desconcertada ante la actitud “inusual” de los jóvenes. Paul mata a la mascota de la casa, para que la esposa (Ann) encuentre el cadáver Paul la guía como jugando, y entonces se voltea y mira la cámara, guiña el ojo y vuelve otra vez la cabeza. Esta interrelación está fundada desde el principio, pero Haneke la va haciendo más clara a medida que la cinta avanza. Los crueles juegos van sucediéndose, de hecho Paul hace una apuesta: antes de las 9 del día siguiente la familia estará muerta, la familia debería apostar a que no y ellos a que sí; entonces Paul interpela a la audiencia, a favor de quiénes están ustedes, dice suponer que estamos a favor de la familia. Muchos comentarios se han quedado en notar que Haneke quiere evidenciar que la cinta es una ficción, que no hace parte del mundo real y por tanto es posible que se den estas interpelaciones. Pero creo que la película va mucho más allá, como antes anoté es más bien como si la película fuese una montada por Paul, por ese joven psicópata que no necesita de razones para torturar y asesinar a otros con el fin de conseguir placer. Es cierto que en un momento Ann podrá matar a Peter, entonces Paul corre por el control remoto y rebobina las acciones para impedir que esto suceda. Paul no es quien guía la acción, pero es casi como si todo sucediera en su cabeza; o mejor, es como los juegos de video en que si el jugador pierde puede volver a empezar para que aquello “terrible” no ocurra. Este es un juego de Paul, en su imaginario cabe esa opción y por eso él puede evitar todo aquello que no desee.
Ahora bien, esto no significa que Haneke esté de acuerdo con él. A su manera Haneke ha elegido este narrador para no hacer un panfleto en contra del uso de la violencia en el cine. Al mirar la cinta hay un notorio rechazo por la violencia que ocurre en pantalla, en parte porque Haneke usa estrategias para que la complacencia que el espectador tiene por las escenas violentas no se dé. Si se tiene en cuenta lo anterior creo que se puede pensar en Funny Games con una película en la que se superponen dos narraciones, una de Paul y otra de Haneke. La de Paul insensible a la violencia disfruta de ella, la de Haneke, que es en última la que vemos, terriblemente violenta al punto que muchas personas no soportan la película.
El plano-secuencia
A pesar de que Haneke enfatice que su película es ficción, la violencia de Funny Games tiene un alto grado de realidad. Y no porque Haneke exponga secuencias violentas, pues en general durante la película se eliden dichas situaciones. Sin embargo la violencia está terriblemente presente porque está desnuda, sin los artificios que la han hecho usualmente digerible al espectador. También porque se muestra el dolor de la víctimas, sin que por esto haga un uso “pornográfico” de ese dolor (como tampoco lo hace la violencia).
Una de la estrategias para producir este efecto es el uso de planos fijos de larga duración. Uno de los momentos centrales de la película es un larguísimo plano en el que están atados y golpeados Ann y su esposo (George). Al principio Paul y Peter se van después de matar a Georgie (el hijo del matrimonio), se ve únicamente a Ann a un lado y a otro el televisor que transmite una carrera de autos. Ann se levanta con dificultad y tras forcejear apaga la televisión. Después de un momento se esfuerza por salir de la sala. De repente, entre la sombras George gime terriblemente, Ann que se ha desatado, vuelve y abraza a George pidiendo que se calma. El llanto dura minutos hasta que él se calma. Luego Ann intenta sacar a George que no puede caminar porque tiene la pierna rota. Esta larga secuencia produce una sensación agobiante porque no se sabe qué ha pasado con Paul y Peter, pero se teme que aparezcan de un momento a otro. Haneke no hace el énfasis que tantas otras cintas harían en lágrimas y gemidos pues esto también distorsiona el dolor, al aparentemente amplificarlo sólo lo simplifica a uno más de esos llantos a los que se reduce el dolor. Sin embargo el ver sin cortes a un hombre gemir sin control es horrible, y eso es lo que quiere Haneke mostrar, sin artificios ni trucos lo terrible es esa violencia a la que muchos se han insensibilizado. Otro tipo de montaje podría reducir el efecto que Haneke pretende, convertiría la cinta en una similar a las tantas películas en que una familia inocente sufre los vejámenes de unos criminales.
El plano-secuencia es una herramienta para que la película sea más impactante y a la vez menos artificiosa que muchas otras.
Ese simpático asesino
Tal vez ese sea uno de los títulos que merezca uno de los pocos personajes que ha producido nuestras época. Un antihéroe carismático que todos quieren a pesar de que se comporte muy mal. Paul es otra muestra de ello. Sin embargo nadie dice que Paul sea encantador, como lo es; nadie dice que sea gracioso, ni carismático. Pero él lo es, hace chistes y es extremadamente cortés, astuto y muy hábil. Claro que Paul no se gana a las audiencias como el Guasón de Ledger. ¿Por qué? Porque la perspectiva que tiene Haneke de este personaje es mucho más desfavorable que la de Nolan. En Funny Games es palpable que lo que hace Paul es inaceptable, es un criminal despreciable que comete actos que no se pueden justificar en modo alguno. Entretanto el Guasón de Ledger es querido a pesar de que ponga bombas y mate con mayor frecuencia que Paul. Tal vez en este punto algunos consideren que el Guasón quiere mostrar la hipocresía del mundo y la dificultad que tenemos de distinguir el bien del mal; aunque ciertamente para ello no es precisamente necesario aterrorizar una ciudad a punto de bombas y asesinatos. Haneke centra su cinta en lo que conlleva la violencia, así que aunque Paul sea encantador no será menos que un psicópata detestable para el espectador. Mientras que hay centenares de cintas que muestran simpáticos asesinos condescendientemente a un público que sólo quiere divertirse, Haneke le niega ese “placer” al espectador. La película de Haneke en este sentido es bastante crítica. Lo curioso es que muchos espectadores se sienten vejados por la venalidad de Paul y no por la del Guasón, lo curioso es que incluso entre los asesinos el público puede dividir sus afectos.
Los juegos
Peter: Y cuando él supera las fuerzas gravitacionales resulta que un universo es real y el otro es ficticio.
Paul:¿Cómo?
Peter: ¿Cómo voy a saberlo? Es una especie de modelo proyectado en el ciberespacio.
Paul:¿Entonces dónde está tu héroe ahora? ¿En la realidad o en la ficción?
Peter: Su familia está en la realidad y él en la ficción.
Paul: ¿Pero la ficción no es real?
Peter: No ¿Por qué?
Paul: Bueno, puedes verla en la película, ¿verdad?
Peter: Claro.
Paul: Bueno, entonces es tan real como la realidad porque también puedes verla, ¿no?
-Funny Games
Los juegos son un espacio extraño entre lo imaginario y lo real. Por otra parte muchos repiten que el arte es un juego. Sin estas indicaciones tal vez no sea notorio el punto esencial de la película, uno obvio si se quiere, pero que muchos prefieren dejar de lado: todo arte tiene cierta conexión con lo real. La preocupación principal de Haneke es, ha dicho, que encuentra el modo en que tratan los medios de comunicación la violencia equivocado. Así se trate de una cinta de ficción hay una especie de correlato con eso que comúnmente se llama realidad. Incluso sospecho que el valor que muchos encuentran en el “arte” se encuentra en dicho correlato. Cuando se infringen normas en la ficción es posible infringirlas en la realidad, algunos piensan eso, y por supuesto es peligroso. Por eso piensa Haneke que una violencia que no pasa de ser un aderezo (sin entenderse sus consecuencias) es peligrosa para la sociedad. Creo que en buena medida Haneke está en lo cierto, aunque eso no impide que me gusten películas como las de Tarantino.
Es posible que las reglas que incluyen los juegos sean una especie de salvaguarda para mantener el juego dentro de un campo que no lesione a quienes participan en él. En Funny Games se encuentra una retorcida visión al respecto, pues Paul y Peter parecieran actuar (o no actuar) de acuerdo a unas reglas, hasta cierto punto esas reglas son las que explican su cruel comportamiento. Sin embargo es claro que sus reglas son similares a aquellas que los niños pequeños acomodan para los juegos que ellos inventan (o adaptan). El cine puede también percibirse como un juego del que aceptamos una serie de reglas. Claro que no conocemos sí esa película va a ser vista por un algún niño que la acomode a su (nuestro) beneficio.
En nuestra época se repite mucho lo de la distinción entre el juego (o el deporte) y la realidad. Pero en el fondo todos sabemos que si sólo se tratara de un juego (de algo no real quiero decir), no valdría la pena. Eso de que se juega por el placer del juego es más bien un sofisma. Porque es extraño encontrar a alguien que no le molesta ni un poco perder un juego. El problema es que de esa distinción se han aceptado algunos juegos macabros y se olvidan sus consecuencias. Más allá de querer moralizar, Haneke quiere recordar las extremas consecuencias de uno de esos juegos macabros. Claro que al final uno puede decidir si jugar o no, pero eso depende de lo que estemos dispuestos a perder, incluso en un juego tan inofensivo como el cine.

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