Inglourious Basterds (2009)

La nueva película de Quentin Tarantino ha dividido a críticos y espectadores. Esto no es necesariamente significativo (es más bien una circunstancia que a medida que pasa el tiempo se dirige a convertirse en un perfecto lugar común). Para mí Inglourious Basterds es una cinta divertida e irregular, por momentos brillante, por momentos idiota. Condescendiente. Una película que muestra lo mejor y lo peor que puede dar un director como Tarantino. Visto desde una perspectiva esto no tiene nada de sorprendente, cualquier película es eso. Sin embargo, Tarantino ha sido capaz de despertar emociones entre grupos del público, desde la reverencia hasta el más hondo rechazo. Así pues el cine de Tarantino puede analizarse desde un punto de vista cinematográfico y desde otro sociológico. Ambos interesantes, aunque con el tiempo dudo cuál es el que más Me limitaré al cinematográfico (del que apenas tengo una vaga idea) comentando algunas ideas entorno a la cinta en 5 apartados (a la manera de Inglourious Basterds).

1. El cine referencial

Si hay algo que caracteriza el cine de Tarantino (y sobre todo sus análisis) es el énfasis que se hace en el hecho de que sus películas suelen remitir a otras de una manera más o menos transparente. Constantemente Tarantino quiere homenajear y citar películas que por alguna razón son significativas. En Inglourious Basterds este recurso está presente de muy diversas maneras: desde el bate que tiene grabado el apellido de Aldrich hasta las películas citadas ya sea por personajes o por carteles. Este juego de citas como en sus otras cintas se encuentra integrado al todo de la cinta, lo que permite ver la cinta como ese texto que cita, o simplemente como una película. Sin embargo, estas citas parecen extenderse no sólo a cintas ajenas sino propias. En algún momento Shoshanna, después de acicalarse, sale a vengarse de los nazis. La cámara que la filma sobre ella sigue su recorrido aún por encima de vigas y paredes, de una manera similar Beatrix Kiddo era filmada antes de enfrentarse a O-Ren Ishii. La auto-referencialidad puede ser simplemente otro juego narrativo de Tarantino, o tal vez una muestra de agotamiento, de falta de ideas. O incluso una mezcla de las dos. En este momento presumo que esa referencialidad no augura nada bueno, y quizá en ella se sustente la crítica que se hace ahora al llamar al cine de Tarantino como (auto)-indulgente. No iría tan lejos, pero espero no ver en la siguiente película de Tarantino otro travelling que se mueve por una fiesta de la misma manera que en Kill Bill e Inglourious Basterds, ni escuchar la música de un spaguetti western.

2. Ese atractivo villano

Los últimos 3 largometrajes de Tarantino presentan a un personaje malvado que sufre las consecuencias de su maldad, pero que al final gana la piedad de la audiencia. Bill en Kill Bill, Stuntman Mike en Death Proof y el coronel Hans Landa en Inglourious Basterds. Al final de Kill Bill el carisma de Bill hacía de la venganza de Beatrix algo indeseable, en el de Death Proof el psicópata se descubre como un cobarde que es ajusticiado sin compasión, y en Inglourious Basterds el coronel sufre un castigo que resulta desagradable para tan divertido personaje.

Uno de los valores que más se han resaltado de la cinta es la interpretación del actor austríaco Christopher Waltz. La suma del atractivo con que la historia enviste al personaje del coronel nazi y su interpretación hace que la cinta gire entorno a él y no a sus supuestos protagonistas. Asimismo se critica el hecho de que los bastardos no sean sino pálidas caricaturas, o, en el mejor de los casos, sádicos sin mucho interés de por sí. Este desequilibrio puede ser, en todo caso, atractivo al invertir las expectativas y mostrar una película distinta de la que se espera, aún cuando se estén usando tantos clichés. Si hay algo que es de resaltar es la capacidad de Tarantino para crear desde una historia totalmente convencional, una cinta que escapa a lo que sencillamente convencional (sin que por eso quiera decir que sea radicalmente distinto lo que hace Tarantino).

3. La mezcla de géneros

En Inglourious Basterds los géneros con que se han abordado la Segunda Guerra Mundial se superponen: los bastardos son las versiones que hace Tarantino de los comandos al estilo de The Dirty Dozen, las caricaturas de Hitler y Goebbles (y también de Churchill) son la versión que Tarantino hace de las de Lubitsch o Chaplin. Lo que presenta entonces Tarantino es una mezcla intencionada de estilos con los que se ha tratado en el cine un evento histórico. Mezcla a la que el director norteamericano le suma elementos de un variopinto grupo de estilos por medio de los cuáles comenta el mismo cine que se ha hecho entorno a la guerra. Ahora, Tarantino ya en sus películas anteriores había sabido combinar géneros al parecer irreconciliables de una manera sólida: en Kill Bill 2 insertaba perfectamente elementos del spaguetti western. Su última película no es tan afortunada en ese sentido: la comedia absurda que inserta Tarantino como al presentar por primera vez a Hitler parece una intervención más propia de una película de Mel Brooks, algo inesperado hasta ese momento por el tono que hasta ese momento llevaba la película. Es cierto que en buena medida la intención del director puede ser producir ese choque al espectador tan acostumbrado a ver solamente un producto. No obstante, visto como un conjunto completo, algunas cuestiones no me parecen integradas a un solo conjunto, sino retazos de distintas películas unidas por tramas que se cruzan.

4. Caricaturas y Clichés

El teniente Aldo Raine, el coronel Hans Landa, Shoshanna, el crítico de cine Archie Hicox son más que personajes caricaturas de otros personajes (del mundo del cine, evidentemente). Esto no significa que el cine de Tarantino no haya mostrado que dichas caricaturas tenían un grado de profundidad, que tenían motivaciones complejas como finalmente tienen los seres humanos. Uno de los atractivos que considero el cine de Tarantino ha ido perdiendo es el modo en que lograba perfilar seres más complejos tras la fachada de caricaturas. Este rasgo llevado a su mejor expresión, en mi opinión, en Jackie Brown. Ahora, la mayoría de estos personajes son caricaturas sin profundidad. Ya como se mencionaba en otras críticas se encontraba a un grupo de personajes (Bastardos) que matan a otros sin más razón que la de ser nazis. Probablemente este tipo de planteamiento se puede sostener en la medida que sea como una irónica escenificación de algo no políticamente correcto subyacente en nuestra cultura; pero esto es hilar muy delgado en mi opinión.

Ahora, algo que si queda sin mucha defensa es el uso de trivialidades que envuelven clichés. Ya mencionaba la crítica de Manohla Dargis (New York Times) que un chiste sobre un Wiener Schnitzel no resultaba tan gracioso como el que incluyó antes Tarantino sobre las Big Mac. El fallo reside también en que Tarantino está perfectamente familiarizado con la cultura pop norteamericana, pero no con la idiosincrasia austríaca (o alemana). Volver a la cultura pop un corsé para todo es claramente equivocado (por no decir burdo). Asimismo esta repetición muestra que el cine repite patrones que se vuelven peligrosamente mecánicos. El cine del director se vuelve predecible porque como en la mayoría de productos comerciales los patrones se repiten.

5. El problema de la Historia

Inglourious Basterds ha sido criticada por ser una película con ideología nazi. Una exageración. Tarantino, a pesar de todo, no hace simplemente un cine idelógicos como lo fue la serie de películas más ideológicas de la historia del cine (el cine norteamericano de los 80 protagonizado por Stallone, etc.). Parece que la intención del director es más bien mostrar una serie de tramas que de alguna manera ponen en duda un sentido unívoco de la Historia: Shoshanna al tener azarosamente la oportunidad de vengarse de la cúpula de los Nazis planea asesinarlos, plan que se cruza con otro en el que los Bastardos han sido contactados por la inteligencia británica para destruir la misma cúpula; el problema reside en que quien permite que dichos planes es el coronel Landa, quien es el virtual asesino de la familia de Shoshanna. En el mundo en que Tarantino plantea nadie está completamente enterado del alcance real de sus acciones, aunque crea conocer lo suficiente. Es esto lo que encuentro más rescatable de la cinta de Tarantino. Al final, cuando las venganzas y el sadismo de los Bastardos se cruza, en una de las escenas mejor filmadas por Tarantino, las imágenes de los Bastardos se intercalan con las fantasmal proyección de una pequeña película que filmó Shoshanna para mostrar quién asesinaba (a los nazis). Pero esa imagen cinematográfica se va haciendo brumosa en el aire, y al final sólo queda el delirio violento de un soldado norteamericano rematando el cadáver muerto de Hitler. Hay cierto gusto en la violencia que muestra Tarantino, pero en este momento hay también una sensación de absurdo. No se puede negar que Tarantino tiene una especial simpatía por sus Bastardos, y que el final es una forma en que se satisface con ello: esto lo entiendo de forma en que Tarantino admiraba esos violentos héroes encarnados por Clint Eastwood, Charles Bronson, etc. Y aún, él mismo reconoce dentro de su película que aún dentro del mundo del cine el desarrollo de las acciones no es tan sencillo (y unilateral) como lo era en dichas películas.

Todas estas divagaciones no son más que eso. El cine da para esto. Aunque se puede divagar sobre cualquier otra cosa. En conclusión, creo que Inglourious Basterds es una película interesante, con elementos para rescatar, pero también con signos de cansancio, con bastantes irregularidades. Tal vez para el cine de Tarantino haga falta una dosis más alta de realidad.

P.S.
La película fue traducido en español como "Bastardos sin gloria". Aquellos que cometen tantos errores al traducir esta vez se equivocaron al traducir un título sin errores.

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