El vuelco del cangrejo


Las historias de personas en crisis son inevitablemente atractivas. El vuelco del cangrejo parte como una historia de ellas, luego deriva en el recuento de la espera de un hombre por irse del país en una comunidad marginada de la costa pacífica colombiana. De ahí la cinta muestra la vida en una zona tan marginada, los cambios que se producen en el lugar debido a la influencia del Progreso. Sin duda es una película atractiva. Y aún la película se queda a medio camino, parece cómo si involutariamente se desataran muchos nudos y que el resultado fuese cordones deshilvanados sin intención. Esto no significa que El vuelco del cangrejo sea una mala cinta, sino que no es la película que en un momento promete ser.

Lo primero es la crisis. Daniel (Rodrigo Vélez) es un hombre que tras una posible separación amorosa está tratando de irse del país. Conoce que en La Barra Cerebro (Arnobio Salázar Rivas) ha ayudado a otros. Sin mucho dinero intenta irse. Pero allí no encuentra el modo de hacerlo. El hombre espera hasta que gracias a Lucía al parecer lo consigue. El director Óscar Ruiz Navia no quiere centrarse en los antecedentes de Daniel, ni en su desarrollo psicológico. Quiere utilizar una trama para mostrar también la realidad de un lugar específico en Colombia. Pero la trama conspira...


En segundo lugar esta la historia del pueblo. Ruiz Navia mezcla la ficción con imágenes de corte documental. Recogiendo tradiciones entre las que obviamente se puede citar el Neorrealismo, Ruiz Navia describe el pequeño mundo de La Barra. Así, por ejemplo, Daniel acepta la invitación a jugar con unos jóvenes lugareños. En medio del partido se insertan primeros planos de los rostros de aquellos jóvenes. La inserción se conecta también con aquella idea de un cine-poesía. Y funciona tremendamente bien. El que se conecte el documental y la ficción es un logro en El vuelco del cangrejo. No tanto lo del cine-poesía. La imagen de un cangrejo que se voltea tiene una clara intención alegórica. Pero hasta cierto punto esta metáfora parece no conectarse con la historia de Daniel. ¿Acaso Daniel ha cambiado su forma de ser para irse? Ciertamente no. La trama sigue conspirando.


En tercero encontramos la narración de los cambios que produce un terrateniente que conocen como El Paisa (Jaime Castaño). La cinta quiere mostrar también los procesos que han ocurrido por la inserción de personas con capital en zonas terriblemente pobres. La pérdida de las tradiciones y el modo en que los pobladores van abandonando sus costumbres para insertarse en la lógica que impone ese nuevo sistema. Inevitablemente se plantea un conflicto. Cerebro como representante de la tradición se rebela en contra del tipo de vida que quiere imponer el Paisa. El vuelco del cangrejo consigue efectivamente plantear el conflicto y sus implicaciones. Pero la historia parece muy ligera. Hasta cierto punto no importa que Cerebro se enfrente con el Paisa. La trama se rebela.





La dificultad de El vuelco del cangrejo es que al adoptar una trama y no resolverse a centrarse en uno de los tres temas termina por deshilvanarse. Un ejemplo patente es la relación que se establece entre Lucía (Yisela Álvarez) y Daniel. Es una amistad, pero hasta cierto punto también es una relación amorosa. Es una relación que recuerda claramente al Wenders de Alicia en las ciudades (de paso subrayo que la presencia de Wenders en la cinta es importantísima). Curiosamente al final el que Lucía ayude a Daniel resulta un giro inesperado. Casi un deux ex machina. La selección de la trama se resuelve de un modo que no parece corresponderse con el resto de la cinta. Probablemente la indecisión por realizar una cinta que del todo conjugue el documental y la ficción haga de la cinta un esfuerzo rescatable, pero fallido. Al final la ficción parece absorber el documental, pero la trama se ha desleído tanto que se resuelve de un modo inconsistente.

A pesar de esta dificultad El vuelco del cangrejo es una apuesta interesante, estimulante. Es de destacar la cuidadosa fotografía, el trabajo con actores sin experiencia en su gran mayoría y la originalidad de la propuesta. El vuelco del cangrejo le apuesta a descubrir una realidad sin intentar usar los tópicos con los que se abusa en televisión de la realidad del narcotráfico y la pobreza. Y consigue en buena medida mostrarlo. Por eso es que la cinta de Ruiz Navia resulta promisoria. Un cine con una visión estética propia que más que explotar realidades, lo que hace es descubrirlas, investigarlas. Hay verdadero cine en El vuelco del cangrejo.


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