El páramo


La soledad y el aislamiento producen monstruos. Más cuando se es soldado y le persiguen a uno traumas y culpas. El páramo  es una cinta que a la par de ser una cinta de terror psicológico, busca ser una crítica oblicua -o no tanto la verdad- a la violencia que ocurre en Colombia. Pero a veces se confunden los efectos con la soledad y el aislamento, los recursos reemplazan el tema. El páramo está bien hasta que sus efectos la agotan, aunque al final se zafa un poco de ellos y termina siendo una cinta entretenida.

El filme narra como un grupo de soldados enviados a auxiliar a otros que se encuentran en una base que ha perdido todo contacto. El grupo descubre que todos los soldados de la base murieron en una situación inexplicable. Algo extraño sucede allí. Paulatinamente descubren pistas que no les aclaran realmente qué ocurrió. Paulatinamente ellos mismo van cayendo víctimas de la atmósfera de aquel inhóspito lugar. 



Si El páramo tiene éxito es en conseguir conducir toda una historia sin develar razones ni causas. La cinta da pie tanto a una explicación mágica como a una racional. Más que dar explicaciones sobre por qué ocurre lo que ocurre, la película de Jaime Osorio se centra en la experiencia de sus personajes, y no en darle certezas a un público.

Ahora, al principio, mientras descubren esa desolada y ensagrentada base, las puertas retumban al abrirse, la música enfatiza los sobresaltos, y sobre todo la cámara en la que nítidamente se ve la cabeza del soldado observar un mundo fuera de foco. Repetidamente. Primero efectivo, luego no tanto. Hasta el cansancio. Hasta el punto en que la película llega a un sima en la que dichos efectos no producen nada. De pronto los personajes se han vuelto locos, y quizá esto también sea muy precipitado. 



Al final la cinta recupera su atractivo y acertadamente sigue el rostro angustiado de Ponce iluminado por unos fósforos. Claro que en este punto el interés se ha perdido, y a pesar de las escenas "soft" gore la reiteración en el uso de ciertos esquemas ha hecho del filme un entretenimiento más.

Pero la cinta de Osorio no quiere ser simplemente una cinta de terror. Quiere resaltar cómo los conflictos degeneran a las personas. Los demonios que asaltan a los soldados son sus propias culpas. Esto es algo incontrovertible. Chato también. Lastimosamente la visión sobre la violencia no añade mucho a la cinta, pues recurre a un discurso manido. Hay que subrayar que en parte se debe a cómo escoge Osorio que se desarrolle su cinta: sin salirse del lugar en que ocurre los eventos, tanto metafórica como literalmente. No hay exploración psicológica profunda -paradójico en una película de terror psicológico, no hay matices. Los conflictos son planteados una vez y progresan de un modo predecible, si progresan. Y esto resulta bien para la cinta de terror, no tanto para la reflexión sobre la violencia en Colombia.



Con todo El páramo muestra una serie de recursos que se conjugan para intentar juntar a una cinta de género un discurso político. Lo único que falta es ajustar el balance.



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