Gangster Squad (Fuerza antigángster)
Por alguna razón se ha vuelto común publicitar a las películas con la frase: basadas -o inspiradas, o sus sucedáneos, en hechos reales. Que se haga ello de Gangster Squad, Fuerza Antigángster en Colombia, es una completa extravagancia. Poco importa quién era Mickey Cohen en Gangster Squad, poco le importa al director Ruben Fleischer el cine negro al que en principio uno ingenuamente quisiera evocar. Ni el cine de gángsters. A la cinta de Fleischer no le interesa ni los hechos reales, ni la historia -cuando digo acá historia, digo también historia del cine. Gangster Squad es una película sobre superficies, encantada ya sea por balas que vuelan en cámara lenta, o por explosiones crudas de sangre; superficies, aclaro, como las de un escenario teatral. Sus actores no son más que figurantes, la trama no es sino un obligado peaje, Gangster Squad es un vacío juego de efectos intrascendentes. En el mejor de los casos una caricatura de diferentes películas, caricaturas que distorsionan únicamente otras imágenes con las que coincidencialmente tiene un involuntario parecido.
La acción ocurre en Los Ángeles, 1949. La ciudad es asolada por las villanías de Mickey Cohen (Sean Penn), el malvado caricaturesco que corrompe a la metrópoli -no se trata de ningún recuento histórico evidentemente. Pero algunos hombres buenos habrán de salvar a la ciudad. El jefe de policía Parker (Nick Nolte) asigna al incorruptible e irreflexivo Sargento O'Hara (Josh Brolin) la creación de un escuadrón que se encargará, desde la sombra, de desestabilizar la organización de Cohen. Sobra decir que el escuadrón tiene licencia para trabajar por fuera de la ley. O'Hara reúne a una pandilla de clichés que no sólo acabarán con Cohen y su organización, sino que tendrán la fortuna de reunir a uno de sus miembros, el sargento Jerry Wooters (Ryan Gosling) con la amante del mísmisimo Cohen, Grace Faraday (Emma Stone). A pesar de que el guión se dice basado en un libro de no-ficción de Paul Lieberman sobre un escuadrón similar, la versión del guionista Will Beall y de Fleischer ajusta el relato para que veamos una película estereotipada de principio a fin. Estereotipos que incluso incluyen, como nota acertadamente Philip French, al soldado veterano que regresa de Vietnam, aunque todavía aquello no haya tenido lugar. Suma de clichés, además, que convierten a la historia -y a la Historia- en una anodina excusa. Más consecuente con la propuesta de Fleischer hubiese sido inventar toda una ciudad donde sus estereotipos vagarán en un mundo de caricatura.
Y es en relación con su propuesta estética que Gangster Squad sufre particularmente, ya que no parece estar anclada en género alguno, o en una reconstrucción histórica. No es neo-noir, aunque el tema de la cinta lo sugiera, no es un pastiche ya que no mezcla los pedazos de género que muestra, ni siquiera es una comedia pues finalmente se toma muy en serio a sus estereotipos. Fleischer, que hasta la fecha había firmado comedias - o más bien parodias-, parece no decidirse a darle tono alguno a Gangster Squad, lo que como resultado produce un popurrí indigerible. La historia que cuenta alude inevitablemente a Los intocables de De Palma, y en más de una ocasión los repite groseramente. Mas el mundo de Gangster Squad está más cerca del de ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, sin el más leve asomo de ironía ahora. Fleischer se toma todo muy en serio. La visión de Fleischer simplifica el contenido de su película al enhebrar sucesos para permitirse hacer de ellos modos de mostrar efectos, al punto que podría compartir en otro nivel lo que, digo yo, podría ser la consigna del Sargento O'Hara: para qué pensar si se puede disparar.
Eso no significa que la cinta pase por alto el palpable problema ético que iguala el tipo de acciones de criminales y policías. La solución es sencilla, el oficial Conway Keeler (Giovanni Ribisi), el "cerebro" del escuadrón, pregunta si hay algo moralmente reprobable en lo que hacen. El Sargento O'Hara mira a un lado y continúa con su acciones. No hay respuestas, finalmente no importan en realidad. Pablo Muñoz resume perfectamente la situación: los policías se mueven con una lógica mafiosa, justificar tal comportamiento no es conveniente, dado que sencillamente aquello funciona. Así que para acabar con toda la organización mafiosa de Cohen sólo hacía falta una pandilla de malandros desatados que desbaratara sus planes, combatir violencia bruta con violencia bruta. En beneficio de Fleischer debo decir que su preocupación no es sino el modo de producir escenas de acción, lo que ocurre en Gangster Squad burdamente, a las patadas.
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