Operación E

 
Es bueno ver cintas que produzcan debate, que cuestionen nuestras certezas. El caso de Operación E es más complicado. El debate y la polémica no son solamente cinematográficas. La cinta casi no se exhibe en Colombia por una demanda que interpuso Clara Rojas, alegando que se vulneraban los derechos de su hijo. Si bien el productor de la cinta dice que aquella no es la única razón para la demanda, el tema podía discutirse con más profundidad en la medida en que algunos derechos tienen un mayor peso que otros y habrían podido ser vulnerados por la cinta. No obstante, oponerse a la exhibición de Operación E no es necesariamente beneficioso. Oscurece otros debates que podían propiciarse a partir del film, con todo lo irregular y defectuoso que es. Operación E dista de ser una película satisfactoria, pero consigue visibilizar a las víctimas del conflictos colombiano -aún cayendo en una victimización, demuestra una preocupación auténtica por las personas que sufren la atroz realidad de la violencia en Colombia. El film de Miguel Courtois no es necesariamente preciso y fiable en todo lo que muestra, pero pone sobre la mesa cuestiones que el cine colombiano -ha tenido y tiene que encarar. La demanda y la subsecuente polémica llevan a un debate en el terreno del Derecho, del que soy un simple lego, que si bien puede tener su parte de verdad, también tiene su lado demagógico. 


Por si hace falta habremos de recapitular: Clara Rojas fue secuestrada en 2002 por las FARC. En su cautiverio tuvo un hijo del que fue separado antes de que él cumpliera su primer año. Vivió entonces con las familia de José Crisanto López, campesino de la zona, casado y con 5 hijos. Crisanto y su familia cuidaron al niño hasta que se vieron obligados a llevarlo a un hospital. El niño fue llevado a Bogotá y operado allí. Luego el niño quedó en custodia del Bienestar Familiar. A finales de 2007 las FARC anuciaron la liberación de 3 secuestrados, entre los que incluían a Rojas y a su hijo Emanuel. Entonces se descubrió que Emanuel estaba en Bogotá. Clara Rojas fue liberada poco tiempo después.  

 
Operación E cuenta la historia desde el punto de vista de José Crisanto, asumiendo su testimonio como hoja de ruta. Al comenzar la cinta puede uno temer otra versión Oficial de los hechos cuando se lee la imprecisa explicación de la historia de las FARC. Courtois, sin embargo, se atiene a la versión de Crisanto, dramatiza énfaticamente los eventos en que participa para subrayar su papel de víctima; le concede además completa verosimilitud. Operación E no es fiable como recuento del evento histórico, mas es una mirada interesante, a pesar de lo fallida y estereotipada que es, de uno de los actores del conflicto colombiano.


El centro del film son las vivencias de Crisanto (Luis Tosar), las artimañas con que sobrevive y los sufrimientos a los que se ve abocado. La presencia de un muy buen actor como Tosar permite comprender su posición, su soledad, aunque en toda la cinta el actor español luche por enmascar su acento. De todas maneras la decisión por optar por Tosar la justifica la cinta en la medida en que consigue un retrato verosímil de Crisanto. No sucede así con todo el casting. Mientras los guerrilleros o los hijos de Crisanto son reconocibles como personas de la región -si bien no pasan de figurantes en la mayoría de los casos; hay otros que saltan a la vista como personas extrañas como el innecesario sacerdote (Antonio Onetti, guionista de la cinta) que ayuda a la familia de Crisanto. La mezcla entre precisión y visible inadecuación no hace sino minar la verosimilitud de la cinta, más cuando el enfoque pretende ser una suerte de verismo.


A pesar de ello Courtois es capaz de hacer palpable parte de la desesperación que sufre Crisanto con medios de la narración cinematográfica. Después de la desafortunada contextualización que abre la cinta y de una extraña escena en que con exacerbado dramatismo Clara Rojas da a luz a su hijo en off, vemos a Crisanto en un cuarto oscuro contando su historia. Su testimonio no es fiable, pues Crisanto como Odiseo urde relatos para poder obtener beneficio -aquí siguiendo el conocido estereotipo del débil astuto que con mentiras sobrevive. El film vuelve en un flash-back al momento en que las FARC le entregan el hijo a Crisanto. Seguimos sus avatares hasta que comprendemos que ese testimonio lo está dando frente a un fiscal, pues entonces Crisanto ha pasado de ser testigo de excepción a sindicado de varios delitos. Crisanto está inventando, mezclando verdades con mentiras. Es su modo de sobrevivir, pero aquello no es suficiente. Crisanto estará 6 años -4 años en realidad- encarcelado hasta que finalmente fue absuelto de todo cargo. Courtois es hábil al repetir la escena para hacer tangible la difícil situación de la víctima, y es esto el mayor logro de Operación E, opacado sin embargo por una realización desafortunada.


Courtois no se inhibe de utilizar recursos fáciles para enfatizar cada momento dramático: cuando se llevan a Emanuel a Bogotá vemos a Crisanto llevarle un regalo al niño, regalo que ya no puede darle porque entonces arranca la ambulancia. Crisanto corre tras ella, pero es inútil. Se queda solo y en el suelo, viendo a la ambulancia partir. Es como añadirle condimentos a una comida ya condimentada, o como subrayar un subrayado. Courtois no introduce cierta distancia frente al relato de Crisanto e intenta conmover a cada momento, sin necesidad. El drama de Crisanto es de por sí conmovedor para subrayarlo con recursos manidos y soluciones fáciles. Estos problemas son notorios también en el uso de la música: casi toda la cinta oímos un tratamiento musical intimista -sentimental diría- hasta que al final, como un exabrupto, se añade una canción de punk que aulla en contra de la terrible situación de los desplazados. No es que esté mal la canción, pero no guarda relación con todo el tratamiento musical de la cinta, lo que necesariamente fragmenta el final para hacerlo ver como un añadido. Ese tipo de decisiones le quitan consistencia al film, lo minan de lleno. Operación E termina siendo una película irregular que hace notar las víctimas usando lugares comunes, lo que las hace iguales a los protagonistas de cualquier thriller -subrayando, por si hace falta subrayar sobre una película con tantos subrayados, que Operación E no es un thriller.


A pesar de todo lo anterior hay que valorar el esfuerzo de Operación E, pues en toda su inconsistencia sabe resaltar el papel de una víctima y hacerlo evidente para el público colombiano. El público colombiano se suele quejar por la recurrencia del conflicto colombiano en las cintas colombianas; aunque en mi opinión el problema es el contrario. El conflicto colombiano no se ha mostrado lo suficiente. Es necesario buscar las formas en que estos eventos se cifren en formas cinematográficas para por fin verlos, lo que han conseguido algunas pocas  y  destacables cintas colombianas, muy pocas en mi opinión. De otra manera nos vemos abocado al tópico, a la caricatura, a ver un actor español declamando con orgullo sobre el día de la independencia colombiana como ocurre en Operación E. Ciertamente hay realidades desagradables, pero menos se hace cerrando los ojos para hacer como si nunca hubieran ocurrido.

 
Las falencias y defectos de Operación E son evidentes. Todavía con ellos la cinta se permite mostrar un asomo del papel que han tenido que vivir quienes sufren el conflicto, aunque idealizándolos innecesariamente. Pero además del casting, de la realización efectista, se le sumó la polémica que la visibiliza como una especie de versión prohibida de los acontecimientos. Operación E no lo pretendía si uno se atiene a la cinta -y no a la publicidad. Un debate mejor podría ser cómo se termina representando el conflicto colombiano por los propios colombianos por un lado, y por los extranjeros por otros. O en qué medida la película puede dar una nueva perspectiva a ese conocido episodio que ya tuvo bastante despliegue mediático. La cinta es corta en ello, pero trae otra perspectiva que se pierde si hemos de seguir el debate jurídico, lo que la transforma ya en otra cosa. Operación E es una película ensombrecida e iluminada por razones equívocas, y sólo con el tiempo, recurro al tópico, irá tomando su justo lugar. Aunque no hay que olvidar que este mundo no es precisamente justo.



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