12 años de esclavitud


Nada tan suena tan bien como un clamor de libertad. La tenacidad de un espíritu para soportar una injusticia humillante y  finalmente salir victorioso. No es tan sencillo en 12 años de esclavitud. Solomon Northup no es el típico héroe que afronta penalidades hasta vencerlas, ni su historia es exactamente la del personaje que vence las adversidades. El tercer largometraje de Steve McQueen representa lo que es ser cautivo de una institución: el esclavismo, exhibe algunas de sus prácticas y sabe sacar provecho de la perspectiva de un hombre que cae bajo dicha práctica sin serlo -la perspectiva de Northup es de la quien se ve sometido a la esclavitud habiendo vivido por fuera de ella. 12 años de esclavitud no es la típica reivindicación del personaje que sobrevive las más hondas desgracias, aunque sea una reivindicación. Igualmente el film no es completamente una narración de un drama convencional, sino es un drama convencional con toques naturalistas y uno que otro recurso que vagamente recuerda el pasado de McQueen como video artista. 12 años de esclavitud expone de modo crudo el sufrimiento de la esclavitud como el modo en que una persona va asumiendo un rol, el de esclavo en este caso. Una cinta efectiva y correcta que casi se convierte en una suerte de mea culpa al tratar un tema que ha estado invisible en buena parte de la producción cinematográfica estadounidense. McQueen ilumina un terreno casi vedado utilizando una narración casi modelo, convencional, para revelar lo oculto. Y claro eso revela, pero también oculta, pues se limita a lo que la convención puede contar. 12 años de esclavitud es una cinta correcta, para bien y para mal.


Todo comienza cuando Solomon (Chiwetel Ejiofor) recuerda que era libre. Brevemente lo vemos en Saratoga con su familia, parte con un par de artistas de variedades para dar unos espectáculos en Washington -Solomon toca el violín. Allí es secuestrado y enviado a Georgia como si fuera un esclavo fugitivo. Bajo el nombre de Platt, Solomon ha de sufrir las vejaciones de los distintos amos y empleados blancos con que se cruza. Desde el tratante de esclavos Freeman (Paul Giamatti), pasando por el carpintero Tibeats (Paul Dano) hasta el inestable y cruel amo Edwin Epps (Michael Fassbender), Solomon tiene que soportar las más viles formas de escarnio. Poco importa que Ford (Benedict Cumberbatch) tenga actitudes compasivas, o lea a sus esclavos las enseñanzas cristianas, ya que finalmente poco hace para cambiar la situación de sus esclavos. Solomon intenta protestar por la injusticia a la que lo someten,  si bien pronto aprende que si quiere seguir viviendo debe evitar hablar sobre su verdadero pasado. Y ese hombre, que al principio vemos recordando, es el que ha pasado a vivir como esclavo. Frente a los abusos que ve poco puede hacer sin sufrir las consecuencias. Solomon es prácticamente otro espectador de la separación de Rachel (Nicole Collins) de sus hijos, o de las múltiples vejaciones que soporta Patsey (Lupita Nyong'o) por parte del amo Epps y de su esposa (Sarah Paulson). Bien se podía suponer que se trata de exponer los crímenes de la esclavitud con distintos ejemplos, pero según lo que afirma Forrest Wickman en conversación Dana Stevens y Aisha Harris la traducción del film sobre las memorias del verdadero Solomon son fieles en líneas generales al libro que escribió. Como el mismo título devela al final de los 12 años, y por intercesión de Bass (Brad Pitt), Solomon puede probar quién es y salir de la plantación de los Epps. Después lo vemos a Solomon reunirse con su familia, ya envejecida, un final feliz con tintes amargos, pero feliz como indica la convención.


12 años de esclavitud plantea un crítica a una institución que fue intencionalmente olvidada en la mayoría de representaciones cinematográficas del pasado de EEUU. El film de McQueen descorre el velo con que se había mantenido muchos de los crímenes que entonces sufrió la población negra. Valeroso como es realizar una cinta de este tipo, debe resaltarse la utilización de un punto de vista como el de Northup: extraño a la posición del esclavo, lo que le permite marcar una distancia que la mayoría de personas que siempre había vivido en la esclavitud no tenían. Además, más que idealizar a su protagonista, el Northup del film va aliénandose con el paso de los días; más que la repetida escena del trailer en que Northup afirma querer vivir y no sobrevivir, Solomon empieza a agachar la cabeza cuando es debido y a conformarse con sobrevivir. En una de las más brutales escenas el amo Epps obliga a Solomon a que flagele a Patsey, y si bien Solomon no lo hace con la brutalidad que quiere Epps, no se rebela contra la petición. Asimilarse como esclavo en su actuar y mantener para sí en su propia introspección y en sus recuerdos la idea de que puede vivir, o de que vivió, sin estar sometido. 12 años de esclavitud es un retrato crudo de la esclavitud bajo la clave del hombre erronéamente castigado, de lo que fácilmente se puede derivar todo un género cinematográfico. La narración convencional que en líneas generales asume McQueen permite iluminar una de las infamias que hasta ahora no habían visto la luz en la mayoría de cintas estadounidenses. 12 años de esclavitud la muestra sin dar espacio para las sombras.


McQueen pone de relieve como la esclavitud se ejercía en buena medida por el castigo físico, la brutalidad con que se impone al menor asomo de inconformidad. Dana Stevens señala la manera en que la película impresiona al punto que no se puede sacar de la cabeza algunas imágenes. Este efecto es producido en la medida en que la cinta muestra sin concesiones el modo en que los esclavistas torturaban mental y físicamente a los que tenían sometidos: desde despertarlos a media noche para que amenicen en una parodia de fiesta el insomnio borracho del amo Epps a la ya mencionada flagelación de Patsey primero por Solomon, y luego por el mísmiso amo Epps ya que Solomon no lo hacía con la fuerza que Epps quería. 12 años de esclavitud es un teatro de la crueldad con fines humanitarios, o mejor, es un retrato naturalista, puede decirse verista, de los sufrimientos de un esclavo.Peio Aguirre describe a la cinta como un film naturalista en la medida en que recrea fielmente una narración cuya intención es conmover y emocionar, y que, a diferencia del realismo no usa los eventos del relato tácticamente al servicio de la "dialéctica de la historia". Agudamente Aguirre nota que el acercamiento de McQueen impresiona al espectador, pero carece de una aproximación crítica que suscite luego cuestionamientos para el espectador -en particular al espectador estadounidense. Desde otra perspectiva 12 años de esclavitud produce una cinta que, con todas sus peculiaridades, encaja dentro de un cine académico y convencional, lo que da accesibilidad, pero simplifica el efecto de alienación que sufre Solomon, quien bien podía ser un personaje de Kafka si no tuviéramos por cierto que va a ser liberado en la narración del film. La cinta de McQueen es una adaptación justa de un relato del siglo XIX, aunque lamentablemente ver un relato sobre el poder y la alienación después de Kafka y las complejidas que él entrevió reduzca lo que muestra McQueen a una película académica, convencional y premiable.


12 años de esclavitud es un espéctaculo de redención del cine que pudo académica y convencionalmente mostrar parte de los horrores del esclavismo. Un mea culpa sobre faltas que ha cargado ya mucho tiempo que en últimas funciona canónicamente como una forma de catarsis. Un film espectacularmente bien hecho con méritos indiscutibles. Es impresionante. Visibiliza un tema que con contadas excepciones ha estado ausente. McQueen enfrenta al toro por los cuernos al enfocarse en mostrar los horrores físicos que conllevaba el esclavismo, arropado esta vez por la armadura de lo académico y lo convencional. Sin duda 12 años de esclavitud  exhibe para un público amplio la verdadera cara de esa Institución. El director inglés sabe mostrar en su protagonista los efectos que sufre un personaje en ese contexto, como se va asimilando, y de modo lúcido y doloroso lo hace en la escena del funeral de un esclavo en que al final Solomon se une a los demás esclavos para cantar Roll, Jordan, Roll.  No obstante, como señala Aguirre, el modo físico y emocional que escoge McQueen quizás no provoca mayores reflexiones  en el espectador, más allá de la impresión ante una tortura inaceptable. Ni los alcances de estar sometido a una Institución, ni sus complejidades son el objeto del film de McQueen -para ello hay que volver a Kafka. 12 años de esclavitud exhibe lo que sufre un personaje común como esclavo hasta celebrar su justa liberación. No es exactamente la historia de un héroe,  o la típica redención, aunque sí haya héroe y redención. En últimas uno puede observar que tanto como en el film se muestra que si una permanece  en la esclavitud se va volviendo esclavo, si uno hace films en Hollywood lo más probable es que vaya haciendo films à la Hollywood. Pero no hay que ser injustos con esta buena película. Mejor será concluir repitiendo lo que decía al principio, nada suena tan bien como un clamor de libertad.



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