La vida de Adèle (Capítulos 1 y 2)


Una de las experiencias que tal vez en el futuro ya no puedan verse es la de un primer plano del rostro de una persona ampliado en la pantalla grande. Piensése en una cinta como La vida de Adèle, un film en el que se utiliza casi que únicamente primeros planos. Ya no se percibirá del mismo modo las transformaciones de una joven que no tiene lugar para esconderse: la cámara que en La vida de Adèle es un como un ojo vigilante al que su protagonista no puede escapar.  El espéctaculo de la explotación de un rostro será materia del pasado. Todavía se puede experimentar, y todavía da la sensación, ya no recuerdo quién decía, de quienes se ven pantalla son una especie distinta, seres semi-divinos. Resulta paradójico decir eso de La vida de Adèle, un film que procura aferrarse a una envoltura que lo haga pasar por una historia cotidiana, como si fuera un par de episodios de la vida de Adèle, una joven común y corriente. Abdellatif Kechiche es suficientemente persuasivo como para convencernos que se trata de la vida de una persona corriente; sabe además manejar tan bien su arte como para conmover a su espectador y hacerlo sentir que ha compartido con Adèle la vivencia de su primer amor, si bien por momentos parece querer explicar el relato como si se tratara de un viejo narrador omnisciente.  El primer amor, sus rastros y lo que queda después de él; La vida de Adèle es una suerte de bildungsroman  que va resonando a medida que van pasando los días.

  
La vida de Adèle cuenta un relato sencillo: Adèle (Adèle Exarchopoulus) es una joven de 15 años que sólo quiere llegar a ser profesora. Un día se cruza, por casualidad como en tantas ficciones, con Emma (Léa Seydoux), una artista mayor que ella de la que desde entonces se enamora. El film abarca del tímido primer encuentro a la dolorosa corroboración de que ha terminado su relación; y bien puede dividirse la cinta entre un episodio que cuenta el descubrimiento amoroso hasta el extásis, y otro, años después, en el que, con la rutina y el distanciamiento, llegan las infidelidades y el final, un final largo en el que Adèle tiene que aprender a vivir con la certeza de que su relación ha terminado. De modo circunstancial el film muestra las diferencias sociales de Emma y Adèle, los problemas que le producen  a Adèle salir con otra mujer, o las clases y exhibiciones de Adèle y Emma respectivamente. Escenas que sirven para que cobre vida el relato principal, el que importa a Kechiche, que traslada cinematográficamente más de un procedimiento literario, a veces tan transparentemente como al identificarlos en el título, a veces de un modo más retorcido. Sin embargo, lo más relevante es que La vida de Adèle documenta las huellas que van dejando esa relación en Adèle, casi como si se tratara de los cambios que sufre un rostro. Del amor y de sus cicatrices es lo que mínima y ambiciosamente intenta La vida de Adèle.
 

Nada es casual en La vida de Adèle, como nada lo es en La vida de Mariana de Marivaux, que intencionalmente es una de las lecturas que lee y analiza Adèle en el liceo. En principio es la historia convencional, y valga decirlo, no muy interesante, de una joven que va descubriendo su verdadera orientación sexual. Kechiche no procura elevar el drama más allá de esas pequeñas transformaciones que van llevando al descubrimiento. Avanza lentamente como las novelas realistas del siglo XIX encantadas en un flujo que se asemeje al cotidiano, pero que en el fondo se rija por el interés selectivo de un fabulador convencional. Sin embargo, es por medio de esa aparente convencionalidad que Kechice se sirve de un método constante -filmar prácticamente toda su cinta con primeros planos, para infiltrar y poner en primer lugar la historia de amor de Emma y Adèle. No existe nada más en el mundo de film sino este amor, nada sino los rostros que lo experimentan. La distorsión del primer plano bien podía ser una burda metáfora de la distorsión que produce el amor; pero en La vida de Adèle es suficientemente persuasiva como para irla llevando al punto en que la relación de Adèle y Emma se perciba como auténtica. Y en eso el film consigue captar precisamente las huellas de la felicidad y sufrimiento que la relación conlleva sus protagonistas. Las huellas más patentes son el dolor, a veces patético o silencioso, que tiene que cargar a Adèle hasta el final. Un final que se parece a la vida en la que nada parece terminar en realidad.




De modo casi predecible las largas escenas de sexo de La vida de Adèle se convirtieron en objeto de polémica. ¿Qué tanto deben durar? El placer del sexo es esencial para la relación de Adèle y Emma, por lo que se puede argüir que la narrativa las requiere. No obstante, resulta curioso que Kechiche incluya un par de escenas que pueden entenderse como culposas justificaciones. Primero una visita a museos de arte que se centra en obras de arte que muestran mujeres en el éxtasis sexual. Luego un personaje reflexiona sobre la obsesión de los artistas hombres por retratar el orgasmo femenino sin comprenderlo, un observador que mira fijo sin poder saber qué significa esa experencia, aunque le fascine. La sexualidad es clave en el relato, y dado que estamos viendo una historia de amor no habría de extrañar su inclusión -por largas que puedan parecer estas escenas. No tanto así son esos comentarios al margen arriba mencionadas, explicaciones que redundan como bien nota Ed Gonzalez sobre otra escena: al comienzo en una clase del liceo se analiza en clase las motivaciones del personaje de Mariana; los alumnos comparten opiniones y Adèle presta atención a ellos que no sólo hablan de Mariana sino, sin saberlo, de Adèle; historias paralelas que se convierten en recursos para reflejar y explicar lo que sucede en pantalla, una superficial intertextualidad en el mejor de los casos. Estos son dudosos recursos narrativos como señala Gonzalez, no hay necesidad de subrayar al espectador o aclarar como si se tratase de un narrador omniscente pero, valga la paradoja, dubitativo, que procura que su lector no confunda cuál es el curso del relato y cuáles son sus implicaciones. En todo caso se trata de un problema menor de la La vida de Adèle, ya que la mayoría del metraje confía en el desnudo desarrollo de una relación entre dos mujeres.


La vida de Adèle es una magnífica cinta realista sobre el primer amor de una joven. Realismo en la medida que se pretende reconstruir un evento cotidiano y cuyo armazón está finamente escogido para que todo contribuya al relato de ficción. Sólo vemos lo que suma al relato. Sólo vemos la perspectiva de una joven que se sumerje de lleno en su relación, y que parece no poder salir de ella, aunque ésta ya haya terminado. En la cinta dos actrices jóvenes se someten al constante escrutinio de un director que filma las mutaciones que de una relación amorosa. La aproximación de Kechiche da frutos porque finalmente no hay mejor manera de captar lo que busca, y porque las interpretaciones de Exarchopoulus y Seydoux son excepcionales. Las huellas concretas de un rostro son mucho más conmovedoras que la palabrería con que se adornan otros filmes meramente sentimentales. Kechiche infortunadamente  por momentos se dedica a explicar y justificar, pero eso no reduce el placer que va surgiendo con el paso de los días en que se recuerda una que otra escena como el emocionante rastro de un pasado cierto. La vida de Adèle es una cinta que crece con los días como el retrato justo de un fragmento de una vida.



P.S.: Para redundar sobre el escándalo dejo algunos enlaces:  Julie Maroh, autora de la novela gráfica en que se basa el film, criticó las escenas de sexo, pues le parecían fantasías de un heterosexual sobre las relaciones lésbicas. Manohla Dargis también censuró al film, añadiendo otras motivaciones. Más tarde Richard Brody y Glenn Kenny reflexionaron sobre el sexo explícito en el cine. Emine Saer, con motivo de Ninfomanía e Inconnu du Lac, se pregunta si el sexo se está haciendo muy real, y de paso alude a La vida de Adèle. Ustedes deciden.




Me gusta mucho la canción "Take Care" de Beach House usada en uno de los trailer. No este.

Comentarios

  1. Una habitación con vistas. La cámara gira hacia el interior y se ve a un tío en la cama.

    Es Abdellatif Kechiche tocándose la polla y hablando por teléfono con su mejor amigo y consejero espiritual.

    - Tío, no paro de pensar en tías en bolas, en plan rollo bollo.

    - Pues nada, móntatelo a lo Medem: haz una peli que vaya de bollos, y que estén bien buenas. Y de paso que te pajilleas tú se pajillea media humanidad, que el rollo bollo tiene mucho público.

    - Ya, pero si hago lo que estoy pensando va a parecer que hago porno. Y yo tengo un nivel, tío.

    - No hay problema. Haz que hablen de vez en cuando y que digan cosas poéticas. Tú eres Kechiche, no haces porno, haces poesía.

    - Ya, pero sólo con eso no va a colar. Pienso tenerlas un montón de rato en bolas, necesito algo más.

    - Bueno, puedes alargar la película indefinidamente con muchos primeros planos, así por mucho tiempo que las tengas en pelotas siempre podrás decir que también les sacas la cara de vez en cuando. Un primer plano de los mocos mientras la protagonista llora puede ser la hostia.

    - Y eso para qué?

    - Para nada; eres Kechiche, un poeta, un artista de la imagen, un creador. No tienes que dar explicaciones. La gente se preguntará el porqué de cada plano y harán sesudos análisis y se olvidarán de lo de las tías en bolas.

    - Jo, tío, eres un crack. Me has salvado la vida. Mira que estaba como el pico una plancha con el tema éste.

    - Pos nada, haz la peli. Oye, y de paso me haces un favor. Conozco a una nena que está buenísima, la jodida se llama Exarchopoulos, toma ya, Adèle de nombre. He intentado tirármela de todas las maneras posibles, pero nada, no consiente la hijaputa. Como tiene ínfulas de actriz, si la contratas por lo menos la podré ver en pelotas y pegarme un meneíllo. Qué me dices, chaval?

    - Hostia, tío, eres el puto amo. Y ahora que lo pienso, me gusta el nombre de tu nena. Voy a titular la peli en su honor "La vida de "Adèle".

    - Ah, pues de puta madre. Un gran detallazo por tu parte. Oye, no estarás intentando tirártela, no? No te lo perdonaría en la vida. Pero bueno, si te la tiras luego me la pasas... y pelillos a la mar. Qué dices, hace el apaño?

    Y así fue como el bueno de Abdellatif, con el fin único y exclusivo de echarse unas pajillas, nos la metió doblada y ganó la Palma de Oro en Cannes, además de un montón de aclamaciones de críticos que han sabido muy bien justificarle.

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  2. Sinceramente, para que se hagan películas lésbicas como ésta prefiero que no se haga ninguna… porque mucho decir que “dan visibilidad” y normalizan pero parece que nadie ve que en realidad estamos en lo de siempre: las relaciones entre mujeres se convierten en objetos de morbo masculino y en escenitas degradantes de tetas y coños antes que en cualquier otra cosa, y eso es más un retroceso que un avance.

    Soy lesbiana y estoy muy harta de escuchar tantas alabanzas absurdas a esta película que no es más que el desahogo pornográfico de las obsesiones de un director déspota. Fui a verla ilusionadísima porque el cómic me había encantado y tenía las esperanzas de encontrarme con algo igual de bueno o quizá mejor, pero no puedo expresar mi sorpresa al encontrarme tamaña basura… Quince minutos de porno lésbico completamente gratuito e injustificado que ensucian el resto del metraje y actúan a modo de llamada de atención desesperada (así como llamada a la recaudación, a la audiencia y a la crítica masculina) para disculpar tres horas insustanciales, desaprovechadas y vacías, con lo que podía haber dado de sí una temática inicial tan fantástica.

    El director sólo se preocupó de rodar tijeras y cunnilingus, no hay rastro de la profundidad de la novela gráfica, de su estética cautivante, de su buen gusto, de su sensibilidad, de su despliegue en cuanto a temas y motivos… sólo sexo explícito, poses ridículas y morbo facilón para arrastrar a la gente a verla y convertirla en vouyers.

    Sin esas largas escenas de sexo la película habría ganado en dignidad y fuerza, precisamente es contraproducente a su causa este excesivo regodeo. En lugar de estas escenas (o de gran parte de ellas) se podría haber aprovechado metraje e incluir, por ejemplo, una escena de ataque homófobo de los que están tan tristemente vigentes en Francia u otros países europeos, eso sí contribuiría a una mayor sensibilización del público y no una escena como la de las tijeras con la que la película cae en el ridículo, se descalifica a sí misma y le da la razón a quienes afirman que es pornografía mostrada sólo con el propósito de excitar.

    ¿Cuál es la intención si no de regodearse de tal manera? ¿Si no vemos ocho orgasmos no entendemos la pasión entre ambas protagonistas? ¿O la “necesidad” de meter estos quince minutos de sexo salvaje era porque si no nadie aguantaría tres horas soporíferas viendo a una actriz con cara de empanada? Mucho más importante y vital para la trama era la escena suprimida en el montaje final de los padres de Adèle echándola de casa cuando la pillan en la cama con Emma, que en el cómic marca un punto de inflexión importantísimo en la vida de la protagonista y así debería haber sido igualmente en la película para entender mejor su desamparo y su soledad. ¿Por qué se suprimió entonces? ¿Para darle más minutos al sexo? Resulta incomprensible.

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  3. Me pregunto cómo es posible que nadie (o muy pocos) vean lo que es en realidad esta película: una fantasía pornográfica de un director heterosexual, basándose en un juicio apriorístico de cómo follan dos lesbianas que no es más que su propio deseo puesto en imágenes (y además tiránicamente, en plan “vosotras tocaos hasta la extenuación que yo filmo mientras babeo”).

    De haber sido dos hombres los protagonistas (o un hombre y una mujer), el director jamás se habría recreado así en una escena sexual entre ellos y la película no habría sido tan brillante para los críticos. Si la pareja hubiera sido heterosexual y si el sexo, aunque realista, hubiera sido tratado de manera más sutil, de esta película ni se habla. Y mucho menos se la premia. Pero claro, a los críticos heterosexuales les ha gustado mucho y por eso ganó Cannes…

    Por eso, lo que me escama de todo esto (aparte de que me es imposible simpatizar con un señor que ha hecho que sus actrices se sientan poco menos que abusadas…) es que el director ha reducido una historia compleja sobre el amor, la amistad, la intimidad… en una larguísima escena de sexo hecha desde el punto de vista de un observador masculino que reduce a las lesbianas y a las mujeres en general en objetos hipersexualizados cuyas prácticas sexuales deben ser aquellas que despiertan los deseos del público.

    Como siempre, se reduce a las mujeres (lesbianas o no) a lo mismo. Objetos. Objetos con los que vender, comerciar, excitar… objetos masturbatorios y poco más.

    Esta película no hace ningún favor a la causa homosexual, más bien todo lo contrario.

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  4. Si me extiendo tanto y me expreso con tanta vehemencia es porque quiero que mi punto de vista (que es el de muchas lesbianas también) ayude a entender por qué tanta indignación justificada con esta película, por eso insisto en dar explicaciones de lo que considero que es un enfado lógico (el que también siente la propia autora del cómic) y no una pura histeria “porque sí”.

    Recomiendo encarecidamente la lectura del cómic original para que cualquiera compruebe la diferencia por sí mismo en todo cuanto afirmo: claro que hay sexo, de hecho nadie niega la necesidad de que lo haya, pero está tratado de una manera completamente diferente: con buen gusto, sensibilidad y respeto. Son escenas estéticas y realistas, no tan facilonas, exageradas y burdas como en la película, donde la mirada masculina y casi onanista se delata por sí sola.

    La autora, Julie Maroh, también expresó su indignación al respecto. Conste, insisto, que en ningún momento se discute sobre no mostrar sexo en la película, de hecho es necesario y está justificado que se muestre, pero no ASÍ. El problema no es con el sexo explícito siempre que esté justificado y bien presentado. El problema es cuando se ha decidido mostrar una escena sexual larguísima con el único propósito de crear morbo gratuito y polémica para después querer tomar al espectador por tonto, hacerse el ingenuo y pretender venderlo como “arte”. Eso es lo indignante. Más que una relación sincera y realista entre dos mujeres parece una fantasía pornográfica bastante tópica (e incluso ridícula por determinadas posturas) de un hombre heterosexual.

    Tened por seguro que si Kechiche hubiera dirigido “Brokeback Mountain” o una historia de amor con dos hombres como protagonistas, ni de coña se habría recreado tanto. Es por este cúmulo de circunstancias por el que las lesbianas nos sentimos tan ofendidas: se nos reduce siempre a lo mismo, al mismo papel de objetos destinados a dar placer o morbo a la audiencia…

    Es curioso que las mayores alabanzas procedan, justamente, de hombres heterosexuales; las mujeres, heteros o lesbianas, la ponen bastante peor y son mucho más críticas. Será quizá porque la cosificación sexual de la mujer es algo tan enquistado en nuestra sociedad, en todos los ámbitos, lo tenemos tan admitido, que ni se permite darle la vuelta cuando alguien lo cuestiona (y entonces, de hacerlo, se nos tacha de histéricas, mojigatas o estrechas de mente, como si confundiéramos “abiertos de mente” con “necesidad de mostrar sexo explícito”) y, como siempre, se visibiliza a las lesbianas sólo para la consecución del placer masculino; se las muestra como objetos sexuales en la pantalla con la hipócrita excusa de que es necesario ver esas escenas pornográficas para entender la vida de la protagonista.

    Y así, la vida de Adèle se queda reducida a “La vida sexual de Adèle”. Una película fácil, vulgar, pornográfica, con todo lo que podía haber dado de sí (no se dedica apenas atención a la lucha interior de la protagonista, a los conflictos con sus padres y amigas ni la solución a los mismos, no se incide en la necesidad de una mayor visibilización y normalización, etc…)

    Creo sinceramente que Kechiche no quiso desarrollar con la misma extensión y profundidad ningún otro tema más que el sexual, disfrazando tal cantidad exagerada de escenas pornográficas bajo tres horas de “cine” y “arte”. El director parece que sólo se dirige a un público específico para que alabe su obra. Podía haber hecho una verdadera maravilla, pero se dejó cegar por el recurso más fácil y explícito. Es verdaderamente una lástima.

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    1. Agradezco tus comentarios Paula.

      Comprendo la razón de tu indignación y subrayo que comento solamente con el referente de la película -no he leído el cómic. El sexo explícito que se muestra en la película está justificado, en mi opinión, dramáticamente. En el relato de Kechiche, o la lectura del director al adaptar el cómic como cinta, el eje de la relación es el sexo. El dolor que al final alberga Adèle es debido a que ya no podrá recuperar su relación con Emma, y con lo corto de miras que esto resulte la cinta lo logra exponer de modo contudente. De hecho, es el tramo final de la cinta lo que realmente me impresionó, y son las cicatrices de Adèle y su profunda soledad lo que me ha quedado como imagen de la película. El modo en que una relación que se convierte en el centro de la vida de una persona tiene que sobrevivir sin ella.

      Eso sí, incluso el mismo Kechiche parece querer justificar todo el sexo explícito que muestra, como anotaba en mi comentario, al incluir dos escenas: la visita al museo en que obras de arte anteriores muestran a mujeres en éxtasis sexual, y otra en que un personaje reflexionaba sobre la imposibilidad de los hombres por comprender la sensación del orgasmo femenino. Es casi como si aceptara la culpa de un placer que no debía tener. Ciertamente la longitud de las escenas podía ser recortada sin afectar el contenido. Aunque debo decir que quizás se trate de un nuevo acercamiento al sexo que tienen directores y realizadores hoy. Ya sea en las fantasías del tipo que Von Trier pone en escena su "Ninfomanía", o según entiendo en las largas escenas de sexo que protagonizan dos hombres en "Inconnu du Lac". O también se podía recordar a "9 songs" de Winterbottom en la que sus actores tienen sexo frente a la cámara. La problemática del sexo en el cine es compleja, y sería ingenuo negar que uno de los motores de la industria ha sido el morbo con el que se ha vendido el sexo -ya sea explícito o no.
      "La vida de Adèle" me parece, por lo demás, una cinta que bordea la explotación. Pero no solamente por las escenas de sexo. Las crónicas hablan de un rodaje muy prolongado en la que hay que imaginar lo qué es soportar una cámara casi que pegada al cuerpo para una y otra escena.

      Sin embargo, te invito a ver otra faceta de la película. Creo que Kechiche arbitrariamente escoge una historia y paulatinamente la va desenvolviendo hasta provocar una emoción que se debe en alto grado al compromiso de ambas actrices. Pocas películas, incluso las más bienintencionadas y correctas, pueden conseguir ese resultado. No dudo en que la cinta tenga cuestiones debatibles, e incluso reprobables. Pero con el tiempo se irá decantando, y quizás el asombro que siento ahora por la película se desvanezca en el futuro. Ya veremos si "La vida de Adèle" es una magnífica cinta, o solamente un escándaloso film que ganó dinero vendiendo sexo.

      De todas maneras lo importante es compartir nuestras posiciones para crear un diálogo que enriquezca la experiencia cinematográfica.

      Saludos

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    2. Gracias a ti por tu respuesta, es muy válida también pero sigo pensando que estas escenas están completamente injustificadas y hasta que no vea una película de este mismo director que se recree durante diez minutos en dos hombres gays practicando un “justificadísimo” y “bellísimo” sexo anal seguiré pensando que Kechiche es un vulgar onanista y sólo ha buscado plasmar su propia fantasía.

      Si alguien quiere hacer porno, que lo haga, pero que no lo justifique haciendo ver que defiende algo o a alguien y sobre todo que se atreva a llamarlo por su nombre y a no disfrazarlo de otra cosa. Cuando alguien abusa tanto de las escenas sexuales, en el fondo ya sabemos todos por qué es, y más si son entre dos mujeres, de modo que mejor no hacernos los suecos…

      El tema de la justificación a toda costa del sexo explícito me parece muy cansino de puro evidente. Es más: creo que forma parte de una corriente pseudoprogresista que confunde tías en pelotas con apertura de mente. Y no me lo trago: una tía desnuda en una peli de autor está tan desnuda como una tía desnuda en una peli de Pajares. De hecho, la actitud del cine de Pajares me parece más honesta que la de Kechiche… En ningún momento digo que el sexo sobre en una película o que haya que taparlo. El sexo puede ser explícito y necesario en una película, claro que sí, pero cuando se muestra de manera tan evidentemente morbosa, degenerada (con respecto al cómic) y vulgarizada como aquí pues sí, me sobra, porque ver unas tijeras de 10 minutos no creo que me aporte nada al resto del argumento, ni a mí ni a nadie, salvo mera excitación o morbo… eso es lo indignante, que en ellas el director está lejos de ser ingenuo o esteta al haberlas rodado, sino morboso. Nuestra indignación (mía y de muchas lesbianas) radica en el hecho de que la mirada de este director es bastante hipócrita, porque nos quiere vender unas escenas sexuales supuestamente filmadas con realismo, belleza y sensibilidad cuando lo que vemos es pura recreación pornográfica con fines comerciales. El sexo lésbico vende, y eso el director lo sabía y por eso lo ha explotado, por eso todas las justificaciones de estas escenas nos parecen cuentos y engaños bastante perversos. Quizá no haya sido tu caso, no lo pongo en duda, pero creo que muchos tíos han visto la peli sólo buscando las escenas porno, es más, esas escenas ya aparecen insertadas desgraciadamente en muchas páginas porno de internet o incluso el vídeo entero de 10 minutos se puede encontrar fácilmente si se quiere ver porno lésbico.

      Eso es lo triste. Nos ha costado mucho que a las lesbianas se nos respete (y aún nos sigue costando diariamente) para que nos tengamos que ver expuestas de este modo y se nos visibilice sólo para fomentar el mito erótico frente al público mayoritariamente masculino, lo cual además resulta de muy mal gusto y muy frustrante, porque sentimos que es como si al exponer nuestro disgusto nos increparan: “¡Encima que os visibilizamos y de una manera artística además, os quejáis cuando deberíais aplaudir, sois unas histéricas y unas puritanas!”. Es casi como cuando las mujeres se ven “obligadas” a agradecer ese piropo que reciben por la calle sin haberlo pedido.

      Gracias por mencionar una película, Nymphomaniac, que sirve mucho como ejemplo de todo lo contrario precisamente porque es bastante más honesta en cuanto a propósitos y objetivos, ya que no miente al presentarse a sí misma: “FORGET LOVE” es su frase de presentación y en ningún momento reniega de sus escenas pornográficas o de sexo explícito. Al contrario, las reconoce, las asume y las admite como principal reclamo. Pero Kechiche hace todo lo contrario, muy hipócritamente: rueda escenas claramente pornográficas y de bastante mal gusto y nos las quiere hacer tragar no sólo como necesarias sino como demostración de la pasión más auténtica, como si el espectador fuera un memo que necesita que se lo den todo mascado.

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    3. El arte, al menos como yo lo entiendo, y el verdadero talento de un director, está en su capacidad para mostrar algo verídico sin tener que echar mano de los recursos más fáciles, sino sugiriéndolos o al menos no haciéndolos tan absurdamente explícitos. La película habría ganado así en fuerza, poder de sugerencia, universalidad y sobre todo mensaje, sin quedarse en una superficialidad tan vacua y concesiva. Pero claro, sin estas escenas tan provocadoras no habría causado tanto entusiasmo en la crítica, de hecho habria pasado bastante desapercibida. No puedo por ello dejar de pensar que la de Kechiche es una visión muy cosificadora, aprovechada y morbosa sobre las lesbianas y que con el diamante que tenía entre las manos podría haber hecho una obra verdaderamente maravillosa pero se quedó en lo fácil, lo cual me parece muy triste. Existen multitud de alternativas y estrategias a la hora de comercializar una obra. Implicar y ofender a una serie de personas, e incluso a la autora de la obra literaria, es un mal recurso que demuestra, además, mucha prepotencia e interés por parte del director, preocupado más en vender un producto por el camino más burdo y facilón, reduciéndolo a un mero espectáculo morboso para llamar la atención, que en extraer y saber plasmar un mensaje más profundo.

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    4. De nuevo agradezco tus comentarios.

      Creo que hasta cierto punto tienes razón en tu indignación por el uso del sexo en la cinta. Evidentemente el sexo ha sido uno de los motores comerciales del cine.

      Por otra parte, sin embargo, reitero de nuevo que a la cinta debe vérsela como un conjunto completo, no únicamente por sus escenas de sexo -que si bien son largas, son un porcentaje menor comparada con el resto de la cinta. Supongo, además, que quienes defienden las escenas de sexo explícito lo harían diciendo que estas no debían mostrarse de modo diferente a cualquier otra escena, y que de haber morbo se trata más bien de una cuestión social y cultural, y no de algo inherente a las escenas de sexo.

      Aclaro, esto suena bien, pero como anoté, el mismo Kechiche parece querer justificarse como si hubiese hecho algo indebido con un par de escenas explicativas.

      Finalmente para "La vida de Adèle", en mi opinión, hubiera sido mejor tener escenas de sexo más cortas que evitaran este escándalo. El escándalo puede producir audiencia, pero oscurece a la película misma.
      A pesar de todo -a pesar de sus defectos y efectos dudosos- veo en la cinta de Kechiche una conmovedora historia de amor.

      Saludos

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  5. Esta es la película más machista que he visto en mi vida... Además de ser un bodrio de película, aburridísima, interminable, deshilvanada y absurda, tiene la desfachatez de frivolizar hasta extremos increíbles con las relaciones homosexuales entre mujeres. Toda ella me parece una predecible y tópica fantasía masculina además de perversa, tanto ella como sus intenciones, porque me parece repugnante cómo se abusó de estas dos actrices jóvenes por parte de un director ávido de morbo. Creo que no hacía ninguna falta mostrar tantísimo sexo y que si se hizo así fue únicamente para buscar polémica y audiencia, que se cargaron una novela original extraordinaria en función solo de la búsqueda de esta fantasía masculina heterosexual, que si hubieran sido dos hombres los protagonistas no habrían ido tan lejos las escenas de cama y tampoco la película habría sido tan alabada ni tan premiada y que de hecho si fue así fue porque los críticos (hombres heterosexuales, recordemos, en su mayoría) la valoraron más con los genitales que con el cerebro, ya que objetivamente es una historia bastante mediocre que no aporta nada.
    Sobre ella se ha discutido mucho sobre que si no es pornográfica, que si las escenas sexuales son gratuitas o no, que la historia original fue escrita por una mujer lesbiana y un hombre heterosexual se ha encargado de degradarla (cosa en la que estoy de acuerdo), que si en realidad está mostrando la realidad de cualquier relación, no sólo homosexual, blablablá. Pues que nadie se lleve a engaño, puesto que como suele decirse, “la respuesta más obvia es siempre la correcta”: la película puede parecer pornográfica y tener escenas gratuitamente morbosas, pero ES realmente una película pornográfica y gratuitamente morbosa.

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    1. Agradezco tu comentario. En realidad no puedo añadir más que lo que respondí. Ciertamente la morbosidad es un elemento de la cinta, y hasta cierto punto el mismo Kechiche es como si quisiera justificarse. "La vida de Adèle" es una cinta de explotación. Lo que no significa que no tenga valorables cualidades. De todas maneras entiendo la ira que ha producido.

      Saludos

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  6. ¿Por qué tantas lesbianas estamos en contra de esta película? Aquí enumeramos las razones:
    - Fomenta tópicos machistas y morbo gratuito.
    - Vulgariza impunemente la maravillosa obra original, ‪#‎Elazuleselcolormascalido‬, de ‪#‎JulieMaroh‬, y la sexualiza convirtiéndola en basura.
    - Reduce la imagen de las lesbianas a mera pornografía para hombres y la relación entre ellas a una frívola fantasía machista.
    - Cosifica y explota a las actrices, ‪#‎LeaSeydoux‬ y ‪#‎AdeleExarchopoulos‬, para hacer de ellas simples objetos masturbatorios.
    - Ningunea todos los temas profundos del cómic original, así como su buen gusto y sensibilidad, sacrificando su importancia para centrarse únicamente en la explicitud de unas larguísimas escenas sexuales totalmente innecesarias para la trama.
    - Intenta convencer al espectador de que estas escenas son imprescindibles para entender la vida de la protagonista, y en cambio no se regodea ni la décima parte con las escenas de cama heterosexuales (también supuestamente importantes para entender la vida de la protagonista y su evolución).
    - Convierte la visibilización y normalización lésbica en puro morbo para voyeurs y pajilleros.
    - ‪#‎AbdelatifKechiche‬ demuestra una total falta de respeto hacia la idea original concebida por la autora.
    - Es una película mediocre premiada y alabada injustamente sólo por su reclamo sexual, sin el cual la historia no destaca por nada y habría pasado completamente desapercibida.
    - Es ofensiva para las lesbianas, utilizadas una vez más para lo mismo de siempre: la consecución del placer masculino.
    - Toma por idiota al espectador queriendo venderle una supuesta gran historia de amor que no es más que vulgar pornografía.
    - Desaprovecha un fantástico material original y lo que podía haber sido una valiosa y memorable obra de referencia queda reducida al reclamo fácil y comercial.
    - Todo lo anterior se corrobora también con las eróticas fotos promocionales y la sexualizada campaña de publicidad.

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    1. Agradezco tu comentario.
      Son tan insistentes las críticas que uno tiene la sensación de querer re-evaluar su criterio anterior. Reitero estar de acuerdo con la explotación a que sometió a sus protagonistas el director -no solamente en las escenas de sexo. Entiendo lo ofensivo que para alguien es que mute el original en una fantasía masculina.
      Sin embargo, pienso que la cinta tiene más que eso. O creo que su valor tiene que ver con algo distinto a las recordadas escenas de sexo. Es la visión masculina del desarrollo de una relación, no carente, creo yo, de un compromiso con una historia. Probablemente Kechiche buscaba contar una historia de amor y no le interesó ceñirse al original. En su elaboración quizás se note un proceso egocéntrico en el que descartaba otras posiciones. Con todo una cinta es un esfuerzo colectivo y lo que admirablemente encuentro es la puesta en escena de un amor y su ruptura.
      De nuevo agradezco tu comentario.

      Saludos

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    1. Agradezco tus comentarios. Es importante la diversidad de opiniones y pienso que eran relevantes para la discusión a que aspira este blog.

      Saludos.

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