Boyhood



Apenas concluyó Boyhood y comenzó a sonar "Deep Blue" de Arcade Fire, me embargó una sensación de melancolía. Pocas veces el cine logra imitar tan rotundamente la experiencia de la vida, y pocas veces ha sido celebrado ese éxito tan unánimemente. Boyhood consigue crear la sensación de narrar algo cierto y auténtico, algo que parece inagotable y en la que no hay sino que dejarse llevar. Tanto que uno desea que no termine, como dice el lugar común. Puede que más tarde lo que uno recuerde sobre la cinta se asemeje tanto a nuestra vida, tan lejana de las hazañas y los eventos dramáticos a la que tanto cine nos tiene acostumbrados. Intencionalmente el film  presenta la vida corriente de un joven corriente de Texas, y nos hace simpatizar con él, sin mayor dificultad. La experiencia que uno recupera en Boyhood es la de uno mismo, y esto ya la convierte en una cinta excepcional e inusual.  A continuación, antes que una crítica que repetiría lo ya comentado, propongo unos puntos de discusión. Un mapa abierto que sirva de reflexión al margen para el notable logro que es Boyhood.


1. Richard Linklater tomó la decisión en 2002 de filmar la narración del crecimiento de un joven durante 12 años, filmando en cada año una porción. El proceso es indudablemente sui generis, si bien no es el único del mismo tipo. En una escena de La grande Bellezza Jep Gambardella recorre la exposición de un artista conocido y habla con él. Su padre, también fotógrafo, se dedicó a tomar una foto de él cada día, con los años el artista continuó con el procedimiento. Ahora él expone el resultado con todas las fotos de todos los años. Jep mira con creciente emoción, como si recordase al ver los cambios del artista lo que ha sido su vida perdida. La ironía de la cinta de Sorrentino no desvirtúa el proyecto en mención, ni el proyecto de Linklater. Lo cierto es que ya en otras artes procedimientos similares a los que Boyhood utiliza han sido formas de construir nuevas obras, incluyendo el cine. Winterbottom dirigió Everyday durante 5 años con los mismos actores. Por otra parte, Von Trier comenzó a filmar en 1991 un proyecto llamado Dimension y cuyo rodaje estaba presupuestado para abarcar 30 años hasta el 2024; Von Trier abandonó el proyecto hace unos años. En Boyhood, el realizador opta por narrar una historia familiar durante 12 años. Linklater busca captar las transformaciones que el tiempo imprime sobre sus personajes a la vez que capta el continuo cambio que sufre el escenario de las vidas de ellos. La crítica ha encontrado como referencias solamente la serie de films de Truffaut sobre Antoine Donel y los documentales Up. Lo cierto es que el proyecto de Linklater no es el único. De hecho es probable que sea más bien afín a muchos otros en distintas artes -el cine incluido. Comencemos por cuestionar lo que ha terminado convertido en lugar común. Claro está, entendiendo que si Boyhood no es una rara avis, sí es una cinta de calidad excepcional.


2. Al modo de un diario, Boyhood va tomando eventos cotidianos de la vida de Mason (Ellar Coltrane). Linklater no recurre a los momentos que se consideran decisivos para el crecimiento -el primer beso, la pérdida de la virginidad, la muerte de algún familiar, etc.-, sino que mantiene la narración con una serie de eventos  que tratan de evitar el mayor dramatismo. Junto a Mason vemos también los cambios de quienes viven con él, su hermana Samantha (Lorelei Linklater) y su madre Olivia (Patricia Arquette), como también de las transformaciones del padre, Mason Sr. (Ethan Hawke), quien los visita con frecuencia. Un partido de beisbol de los Astros, el cambio de colegio por las constantes mudanzas, las peleas de los padrastros de Mason con su madre, una visita a los abuelos junto con la nueva esposa de Mason Sr., un viaje con su novia a la ciudad en que su hermana comenzó sus estudios universitarios. Esa es una corta lista de los eventos que vemos en Boyhood. Linklater decide alejarse del modelo clásico de dramaturgia e imbuir al espectador en un flujo de eventos menores que se asemejan al flujo de la vida. Captar el momento que nos contiene. El mismo Linklater hace reflexionar a sus personajes casi al final que filosofan vaga y alegremente. Y de eso se trata Boyhood, que como ya han notado otros es un título que nos desvía de su tema central, lo que podemos llamar sin que suene altisonante el devenir de una persona en su existencia. Una evidencia de nuestros cambios y también un modo de confeccionar una serie de eventos azarosos que se parezcan a lo que recordamos haber sido, de eso se trata Boyhood.


3. Siempre que uno establece influencias de un autor o de una obra artística, uno tiende a equivocarse, como notaba Borges en su texto sobre los precursores. No tenemos certeza si realmente la obra de esta persona influyó a tal.  Y, sin embargo, uno lo puede intentar una vez más. Para Boyhood supongo que su influencia proviene más que de los filmes sobre Antoine Donel, o los documentales Up,  del mismo cine independiente estadounidense. Me atrevo a decir que Boyhood es la evolución -y por qué no la culminación- de una idea de cine independiente estadounidense. Es verdad que la etiqueta cine independiente es problemática -porque más que definición ha pasado a ser una etiqueta con que se vende lo que no es abiertamente comercial. No obstante, se puede recuperar un hilo en lo que el cine independiente buscaba, a contravía del cine comercial representado por Hollywood, captar el decurso de los eventos, ya fuera el cotidiano o no. Ya fuera desde los films experimentales de Warhol o los dramas íntimos de Cassavettes, las cintas independientes escapaban al formulismo o a una organización aristotélica. Evitar los amarres de la convención y experimentar un cine que según sus realizadores tenían un matiz distinto. En Boyhood está presente todavía, con las contradicciones que ha traído el que los realizadores que hace 20 años los etiquetaron como independientes, esa intención por explorar una idea sin estar atado al mandato del formulismo. La cinta de Linklater lo  consigue de modo ejemplar;  capta el crecimiento de alguien sin aferrarse a los mandatos de la proyección comercial y en ese sentido se convierte en una heredera notable de una tradición, y en su culminadora. Dentro de la variopinta filmografía del mismo Linklater uno puede ver a la trilogía de cintas de Antes del amanecer, Antes del anochecer, Antes de medianoche como precuelas -y borradores- de este proyecto. Tanto la trilogía como esta cinta se esforzaban por mostrar cómo se desarrolla una situación concreta durante un lapso de tiempo, ya sea la relación amorosa de una pareja o el crecimiento de un joven. Captar el decurso de los eventos tal como suceden. Acaso Boyhood sea además una suerte de conciliación con el cine comercial de Hollywood que ya parece reconocer a este tipo de cine -después de años de haber devengado ganancia con su etiqueta, claro está.


4.  Linklater ha reiterado en sus entrevistas que buscaba presentar la vida del joven como si se tratara de los recuerdos, como si Boyhood fuese un sustituto de la memoria. La paradoja de Boyhood reside en que para producir dicho efecto se aferra al presente. La cinta avanza con una linealidad férrea -sin flashbacks, ni flashforwards. De hecho, en la misma edición Linklater ha evitado cualquier disolvencia o fundido. Siempre con cortes directos avanza de un año a otro. No hay marcas narrativas, ni clímax, ni curvas dramáticas. Boyhood suma una serie de recuerdos que por su efecto acumulativo dejan evidencia del fluir del tiempo. Este mecanismo lejano a la narración clásica le permite a Linklater dar un efecto de ver una genuina recolección de eventos al azar cercanos a nuestra realidad. Al observar secuencias que como espectadores reconocemos por contexto más fácilmente -las elecciones de Obama y McCain en 2008, la afición de Harry Potter, la música pop que permea toda la cinta, encontramos un punto de encuentro que nos hace percibir a los personajes como personas cercanas -¿cuál será el efecto de Boyhood para un espectador del 2074?  Boyhood inevitablemente se transforma en un testimonio de la vida corriente a principios del siglo XXI. Un testimonio que evoluciona también frente a nuestros ojos. A medida que la cinta avanza Linklater va ampliando las secuencias, los personajes tienen más tiempo en pantalla y exploramos más facetas de ellos en su vida cotidiana. Hay cierta desigualdad, ¿inevitable también?, en Boyhood. La evolución del film mismo se evidencia en pantalla. Lo que lo sostiene es una posición clara y coherente de Linklater y su equipo. La delgada línea narrativa se acomoda para que los personajes evolucionen de acuerdo a como van pasando los años, y ellos se afirman sobre el terreno claramente delineado por el realizador. La transformación física real -y la transformación real del actor- se combina con la ficción y crea un testimonio del paso del tiempo. ¿Acaso Boyhood  haya logrado concretar un deseo del cine contemporáneo -y de cualquier cine- de concretar la evidencia de lo que pasa con el tiempo?


5. La representación de la vida corriente en pantalla es una ambición común a un gran número de cintas. En su reseña Manohla Dargis plantea que Boyhood como un film realista. Realismo parecido a aquello que Fresán entendía como el contar absolutamente todo lo que sucede, y no al género literario del siglo XIX. No es casual entonces que escritores como Richard Ford, o que filmes como 4 meses, 3 semanas, 2 días de Mungiu, procuren plasmar una serie de eventos siendo lo más fieles a lo que sucede en la realidad. Boyhood aprovecha una puesta en escena que evita cualquier efectismo, y una presentación de imágenes que no parecen ser alteradas en grado alguno. El realismo de la cinta reside en, por un lado, esa falta de afectación sobre lo que se filma, y por otro lado en captar algo que no hace sino el cine. Un movimiento continuo en el tiempo. Curiosamente, por seguir con ejemplos, varios directores y realizadores han procurado trasladar a las pantallas el transcurrir de eventos con plano-secuencia, como para darle una mayor veracidad a lo narrado. Se puede repetir como ejemplos a la cinta ya mencionada de Mungiu, a El arca rusa de Sokurov, a los últimos films de Álfonso Cuarón, e incluso a Birdman de González Iñarritu. Linklater también había explorado soluciones similares en su trilogía. En contraste, Boyhood consigue el mismo efecto por un montaje sencillo que no altera lo que el tiempo mismo va alterando. La presencia constante de la transformación de cada personaje es suficiente para hacernos notar algo que está ocurriendo frente a nosotros. El cine se vuelve testimonio y recuerdo en Boyhood del paso que un personaje corriente tiene por el mundo, el lapso de 12 años recortados en dos horas y media tiene un efecto de realidad sobre nosotros, al punto que creemos haberlo experimentado ese lapso de tiempo con estos personajes. Un documento sobre la transformación es lo que esta excepcional cinta consigue. Apenas terminó la cinta sentí nostalgia, pero también la sensación de haber visto algo verdadero. Mis torpes palabras son poco para celebrar el indiscutible arte de Boyhood.


P.S.: La victoria de Boyhood en los Globos de Oro -y la de El Gran Hotel Budapest- son más que merecidas. Recordando que aquello de cine independiente no es sino una borrosa etiqueta, pocas veces se ve que en estos premios lo reciban cintas con tanto mérito.


P.S.2 : El subtítulo que se le puso a la cinta, Momentos de una vida, siendo infiel al original es muy acertado.



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