El francotirador (American Sniper)

 
Hay dos películas en El francotirador (American Sniper) que no se llegan a conjugar. Una es una cinta de guerra, emocionante y unidimensional, una cinta sobre la experiencia de un soldado en combate. La otra es una cinta sobre la vida personal del mismo soldado. Una sobre conflictos familiares, secuelas y traumas. Raramente ambas cintas se encuentra en El francotirador, apenas conviven, apenas estrechan lazos. Se trata de dos películas irreconciliables que tienen el mismo protagonista, un francotirador estadounidense. Clint Eastwood no pudo hacer de ellas un todo compatible, o quizás no lo quiso hacer del todo. Suena a exageración, pero la fracturada percepción que uno tiene de la cinta no implica que sea la apabullante puesta en escena de lo conflictivo que es para un soldado la experiencia de la guerra. La cinta es más bien el anhelante deseo por convertir en hazaña la vida de un marine con una facultad excepcional. El francotirador es una manipuladora experiencia en la que su director apuesta todo para crear el retrato de un héroe de guerra. Con una inherente filiación política, la cinta no analiza, no se distancia de lo que narra, si bien de vez en cuando nos predica sobre lo sucedido. En general El francotirador se dedica a mostrar, a compartir una perspectiva única que sigue fielmente. Opta por una narración en primera persona que, no es paradoja, no analiza ni busca motivaciones sobre su protagoniza. Registra y, eso sí, selecciona para formar una imagen coherente de su personaje central. Esta decisión potencia en el film la representación del combate, y al mismo tiempo esquematiza los eventos que vemos de la vida civil del francotirador -esquematiza su realidad. El francotirador es una cinta problemática que, con todo su esfuerzo, no puede permanecer en el mundo maniqueo que quisiera habitar.


El relato es deliberadamente simple. La cinta narra la vida ficcionada de Chris Kyle (Bradley Cooper), el francotirador estadounidense más efectivo de la historia, la narra y la convierte en lección ejemplar. Si bien el film comienza in media res, Kyle apostado en el techo de una población iraquí, apuntando a un mujer y un niño sospechosos de querer atentar contra un convoy del ejército de EEUU, pronto viene un largo flashback que contará la infancia y juventud de Kyle. Su padre le da una lección para no olvidar, en el mundo hay tres tipos de seres humanos, las ovejas, los lobos y los perros ovejeros. Debemos ser perros ovejeros, es aparentemente su mensaje. Y si bien un poco tarde, Kyle sigue ese consejo y se une a los SEAL -pronto irá a Iraq a matar a lobos, aunque ese quizás no sea el modo de actuar natural de los perros ovejeros. Antes, claro está, conoce a Taya (Sienna Miller), su futura esposa. Con esto es suficiente para el grueso de la cinta, los 4 tour -palabra usada para cada uno de las estadías de un soldado en territorio enemigo- de Kyle en Iraq. Kyle es infalible, impasible, buen soldado y buen compañero. Su precisión lo convierten en la "Leyenda" -el apodo que en la realidad le pusieron a Kyle. Entre tour y tour Kyle vuelve con su esposa y con el paso de los años con sus hijos. Excepcional soldado, su vida familiar sufre inevitablemente. La guerra absorbe a Kyle -y de paso nos absorbe a nosotros. Temporalmente -un muy breve lapso de tiempo- el impresionante efecto que produce la guerra provocará estrés post-traumático en Kyle. Pero lo superará y volverá a ser el Kyle de antes -uno que realmente uno no ve mucho en escena para ser sincero. De hecho, después de que ya se haya licenciado Kyle se dedica a ayudar a otros soldados con estrés post-traumático. Hasta el desenlace trágico de la historia real. Eastwood y su guionista Jason Hall prefieren cortar antes de la fatídica muerte de Kyle y explicarlo todo en un intertítulo. Ese desenlace es complejo y de hecho no concuerda con el mundo de blanco y negro que se ha esmerado en construir el film. Antes que añadir un poco de opacidad es mejor cortar por lo sano. Ya mucho se ha hecho por perfeccionar a Kyle para que sea el perfecto héroe estadounidense.


"Estoy listo para encontrarme con mi creador y responder por cada tiro que he disparado"*, no son palabras de un jihadista o un musulmán radical. Son palabras que pronuncia Kyle en El francotirador. Hay un sesgo que ineludiblemente debemos contar sobre la cinta. El sesgo de un soldado convencido de que invadir a Iraq era necesario para matar a unos salvajes terroristas. En este discurso inevitablemente Kyle es un héroe -una suerte de santo incluso. Si nos atenemos a versiones de prensa en las que se afirma que Kyle era dado a ufanarse de sus logros y acciones violentas -a veces inventándolos, el de la cinta se le ha despojado de tales rasgos. En el film se liman los defectos; el protagonista es más parecido a los héroes silenciosos e impasibles de las cintas de Eastwood.  Y el mismo modo en que la narración avanza es comparable a los Western -varios críticos ya lo han hecho. Aunque personalmente pensaba más en un video-juego cuando veía a El francotirador. Glenn Kenny elogia la cinta al afirmar que lo que hace Eastwood no es transformar a Kyle necesariamente en un santo, sino en un personaje al tiempo admirable y temible. Kenny observa al film como si fuera una puesta en escena concienzuda de los hechos, sin comentario. Y por momentos algo de eso se refleja, como en una escena en que en EEUU Kyle se encuentra con un soldado al que salvó la vida. El soldado le agradece y trata de conversar con él, pero el casi monosílabico Kyle apenas le responde y lo observa como un extraño. Un hombre alienado por la guerra, es la interpretación de Kenny. Sin embargo, es más plausible creer que esa impasibilidad es similar a la de otros héroes de las cintas de Eastwood -recordemos que según testimonios el verdadero Kyle no era tan impasible. Esto modifica la evaluación de una escena que Kenny analiza como evidencia de ese aspecto temible. Tras la muerte de un amigo en Iraq, Kyle y su esposa asisten al entierro. En el funeral la esposa del difunto lee una carta en la que el soldado expresa sus dudas sobre la guerra. A Kyle no lo conmueve. Antes bien, en el camino de regreso a casa le dice a Taya que es por esa carta que el soldado murió. Al decir esto Kyle no se transforma en un monstruo en la perspectiva de la cinta. Ese es el modo de proceder que se cree correcto. Para sobrevivir en la guerra hay que ser otro Kyle, el soldado ideal. Lógicamente esta es una forma muy esquemática de ver la guerra misma -por eso hablo de video-juegos, ausente de todo accidente posible, de todo error. Una cinta en la que no existe algo como el fuego amigo para ninguno de los dos bandos. Todo el que muere en El francotirador está involucrado en el conflicto y hace lo que se supone que debe hacer. Si llega a dudar, será una baja más. Esta lógica encubre otra que tiene tintes políticos -de una política cuestionable. El Kyle de la película decide volverse SEAL al ver en televisión los ataques terroristas a embajadas de EEUU, algo que no parece ser el caso en la realidad. La cinta de Eastwood  propone una comprensión del mundo, una que se muestra incuestionable. O quiere serlo. La misma historia de Chris Kyle es lo suficientemente complicada como para no poder ser simplificada a ese razonamiento.


Ahora bien, la problemática del asunto va más allá. A su manera El francotirador es un trasunto de la situación de Jekyll y Hyde. Cuand Kyle está en servicio, cuando está en la guerra, la cinta es emocionante y clara, es el lado Jekyll de la cinta. Mientras que al volver a casa, cuando surjen los problemas familiares, o cuando lo acosa el estrés post-traumático, la cinta se torna Hyde. Esta división que sugiero viene de mi propia impresión frente a la cinta, una que es positiva en las escenas de guerra y no lo es  tanto en las del drama privado. Esta problemática division tiene implicaciones perversas, pero explica en mayor medida la monstruosidad de Kyle. Según los propios realizadores el objetivo central del film era mostrar como se desarrolla la guerra y los efectos que tiene ella en el soldado. En estos términos la cinta consigue con creces la primera y cojea en la segunda. En especial porque en El francotirador prima una visión belicista sobre la realidad. La violencia es un mandato. Las secuelas que puedan ocasionar en los soldados son borrosas. En mi opinión a Eastwood no le interesa encarar las secuelas traumáticas que deja la guerra como ya otros realizadores han hecho. Para Eastwood es un peaje forzoso por el que Kyle debe pasar, más tarde ya todo estará arreglado. El campo de batalla nos provoca tensión y miedo, pero no deja de ser emocionante y vital. Comparemos con otra cinta bélica para encontrar una característica esencial. El combate final de Full Metal Jacket y el de la cinta de Eastwood producen emociones distintas e incluso encontradas. Ambas son secuencias muy bien elaboradas en las que la acción absorbe al espectador. Mientras en el final de la cinta de Kubrick es más claustrofóbico -nihilista diría-, el de Eastwood se mantiene en el registro de la heroicidad. Vencer al justificado enemigo. En el último tramo Kubrick con maestría introduce una ambigüedad moral a todo el asunto, matices que están ausentes para Eastwood, que no se preocupa por ahondar en drama o matices. Concéntremonos ahora solo en la cinta de Eastwood. El combate final de El francotirador es concluido por una hermosa escena que Vishnevetsky en su positiva reseña elogia por ser capaz de darnos completa claridad sobre lo que ocurre en pantalla a pesar de que apenas podemos ver: Una fuerte tormenta de arena abate el lugar de batalla y la salida de Kyle es narrada bajo la presión del viento y la arena. Como dice Vishnevetsky comprendemos todo lo que vemos -y ese es a mi modo de ver el pecado de Eastwood, creer comprender todo lo que ve. Pero a la vez esa huída en la tormenta de arena es la metáfora perfecta, involuntaria muy probablemente, de nuestra perspectiva sobre los eventos contemporáneos. Estamos como en medio de una tormenta de arena y apenas podemos reconocer si nuestro actuar es el correcto. Paradoja máxima encontrar esa metáfora en una película tan convencida de sus verdades. Luego sigue el proceso de rehabilitación de Kyle, el material monstruoso de la película que parece no saberse manejar tan bien. A Eastwood se le da muy bien filmar la batalla, pero no todo lo que está después de ella.


La relaciones entre ficción y realidad suelen ser complicadas. Distorsionan una y otra vez el modo en que vemos las películas. Varios críticos han dado una complaciente recepción al film recalcando que se trata solamente de una película. Sin embargo, una cinta que se promociona como basada en hechos reales nunca es enteramente solo una película. Detrás de El francotirador surge un relato que excede al film, que lo distorsiona y contradice, el relato de una persona llamada Chris Kyle. La ficción exige decisión sobre el modo de abordar los ópacos hechos reales; la decisión que toma Eastwood es hacer un pronunciamiento, y no procurar con su cine investigar en causas o motivaciones. Para los personajes de Eastwood, y para el mismo director al parecer, hay verdades incuestionables. Cada vez que narra hechos donde es más difícil discernir motivaciones, El francotirador parece apuntarle a una falsa nota. El trágico final de Kyle es un ejemplo -murió por otro marine al que intentaba ayudar en su estrés post-traumático. La última escena nos hace ver a Kyle y su asesino. Taya se despide de su marido y los observa a ambos. El marine tiene la mirada huidiza de los criminales. Taya intuye la tragedia. El mundo está dividido en tres clases también para Eastwood. Pero al leer sobre esos hechos, al ver la cinta en ese drama privado, no puedo dejar de pensar que hay toda una historia que intenta ser explicada, y que es deliberadamente omitada en El francotirador. La opacidad de la realidad empuja para abrirse camino e Eastwood trata de domarla infructuosamente. De nuevo volvamos a la fábula de Stevenson, mucho más lúcida que este comentarista. Recordemos que Jekyll en su intento por vencer a Hyde debe destruirse, ya que Hyde lo sobrepone. En la problemática división que plantee para la cinta el director no sabe qué rumbo tomar. Al final la cinta es vencida por un enemigo interno. La misma biografía de Kyle no encaja bien en su tratamiento de héroe. Por eso la cinta queda fracturada, como si se tratara de dos que tratan sobre dos personajes enteramente distintos. Eastwood no es capaz de volver a su Kyle un Jekyll en el que viva un Hyde, y por eso fracasa. En el ansia por cantar la leyenda del guerrero admirable, El francotirador es un testimonio de que hoy vivimos esa imposibilidad.


P.S.: Intencionalmente escribí esta reseña luego de la de Foxcatcher. Cintas en las antípodas en sus sub-textos. Mejor es, en cualquier caso, señalar sus similitudes. Que van desde concentarse en un mundo primordialmente masculino a otras superficiales, como que en ambas la actriz Sienna Miller tiene un rol secundario. En cualquier caso, ver estas dos cintas es un ejercicio bueno para notar como se describen los estadounidenses de tendencias opuestas.


P.S. 2: Creo que hace falta indudablemente el adjetivo de denominación en la traducción del título. No se trata de un francotirador de un lugar cualquiera. Es uno de EEUU. Un énfasis que por mercadeo seguramente fue eliminado. 



Trailer



* Mi traducción tomada de esta nota de The Guardian.

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