Carta a una sombra


Yo soy la novela. Yo soy mis historias.
-Franz Kafka

Al final del doloroso y conmovedor documental Carta a una sombra, la sensación de urgencia que transmite casi que adquiere palpabilidad, al punto que uno quiere proclamar su notable importancia. Por una vez vemos ya no un relato que se enfoca en narcotraficantes o sicarios, por una vez vemos el retrato de un hombre que rechazaba férreamente toda aquella violencia. Con base en un extenso archivo de documentos, grabaciones y material fotográfico, televisivo y fílmico, Daniela Abad y Miguel Salazar configuran un perfil de Héctor Abad Gomez, médico y activista de derechos humanos antioqueño. El documental inicialmente se proyectaba como una adaptación de El olvido que seremos, desgarrador libro en que el novelista Héctor Abad Faciolince, hijo de Gómez, rememoraba la vida de su padre y su familia. En su desarrollo, sin embargo, Carta a una sombra se transformó, sin perder el acercamiento intimista, en el testimonio demoledor con que se le rinde tributo a la figura de Abad Gómez. El largometraje funde el aspecto personal con el retrato de las luchas públicas que desencadenarían, en últimas, su asesinato. Si bien no siempre ambos enfoques se conjugan del todo bien, el testimonio que expone es tan contudente que no se puede negar su profunda relevancia. Carta a una sombra presenta certeramente la silueta de un hombre y del mundo en que vivía. No se trata de la última palabra acerca de su protagonista, ni de una exploración histórica sobre la Antioquía de mediados y finales de siglo XX, sino de un sentido y emocionante homenaje que busca reivindicar a una persona a través de las huellas que dejó, ya sean testimoniales o documentales.


La aproximación que intenta el documental es afín a la de El olvido que seremos, una en que la voz propia interviene en el relato con todo su conocimiento y distorsión. Ciertamente se ha restringido el que sean los propios realizadores quienes guíen la narración, lo que no significa que no estén presentes, aunque sea de un modo acentuado. Carta a una sombra revive a Abad Gómez a partir de documentos y recuerdos e intencionalmente nos lo presenta como una persona cercana. Abad y Salazar compilan y seleccionan para ir tejiendo en un solo conjunto al hombre de hogar y a la figura pública que luchaba en contra de injusticias inaceptables. La cinta se mueve entre lo íntimo y lo político (público). No siempre con fortuna. La estadía de Abad Gómez en países asiáticos y sus primeras denuncias por las condiciones de insalubridad en el concejo de Medellín no se hilan del todo, su relación resulta nebulosa a la hora de configurar al protagonista que retratan. Por momentos la cinta, adicionalmente, llega a rozar la hagiografía. Carta a una sombra se traduce en una experiencia satisfactoria, a pesar de estas falencias, por su capacidad de revelar el dolor y las huellas que dejó el asesinato de Abad Gómez. El film en sus mejores momentos sabe hacer del recuerdo y de la evidencia documental una sola materia. La historia que se cuenta como remembranza se contrasta entonces con documentos y evidencias, y del contraste y su mezcla deviene un solo relato. Abad y Salazar deciden confiar en los documentos y testimonios a que acuden para afirmar de modo efectivo la huella que dejó Abad Gómez en familiares y amigos, así como del vacío que produjo su asesinato.


El inevitable tono fúnebre del final resuena con una potencia inusitada, más cuando el crimen de Abad Gómez sigue en la impunidad. El vil asesinato de uno de los mejores hombres de su época es una mancha entre las muchas que se imprimen en la historia colombiana. Antes que el revanchismo o la rabia, Carta a una sombra prefiere celebrar a su protagonista, recordar su valor y la urgencia de sus luchas. El documental no solo es un sentido homenaje, sino también un recordatorio de suma importancia para nuestro presente. No se trata de una obra perfecta, pero sí de una que conmueve por ser contada con afecto y honestidad. Decía un reportaje publicado en El Tiempo sobre el documental que Héctor Abad Gómez, cuando ya se había jubilado, se dedicó a varias pasiones, entre ellas a defender "peligrosas causas políticas". Precisamente no sobra reflexionar en el legado de Abad Gómez, quien nunca se arredró a la hora de establecer su propia posición y ser fiel a sus convicciones. En un país tan acostumbrado a silenciar al otro, a acallar el disenso y a volver "peligrosas" ciertas causas, necesitamos volver a su ejemplo: una defensa pacífica y llena de convencimiento, cuyo objetivo es la construcción de una sociedad más igualitaria y democrática. Carta a una sombra es una emotiva recuperación de este legado, uno que necesitamos tanto en nuestro violento presente.


Trailer


Comentarios

Entradas populares