Blue Jasmine
En 2013 la cinta fue
saludada como un regreso del mejor Woody Allen, mientras supuso el segundo
premio de la Academia para Cate Blanchett. Blue
Jasmine narra el descenso de una socialité caída en desgracia. Sin
dinero, Jasmine se ve obligada a mudarse a San Francisco con su hermanastra
Ginger (Sally Hawkins), quien vive como cajera de un supermercado. El cambio es
traumático para una mujer que ha construido su vida alrededor de una posición
privilegiada y las comodidades que esta entraña. Sin embargo, con el supuesto
de que puede reconstruir su vida, Jasmine intenta empezar de nuevo. No resulta
porque ella, en buena medida, vive anclada en el pasado, cuando no son las
personas de su pasado las que no le permiten dejar sus faltas atrás. Con evidentes
resonancias de la obra de Tennessee Williams (en particular de Un tranvía llamado deseo),
Allen conecta ese mundo con el de los escándalos de las estafas de Bernard Madoff. El
drama íntimo es suficientemente fuerte para que incluso el humor, cuya raíz son
discutibles estereotipos, tiña de acidez y un aire sombrío el recuento de la
caída de la socialité. Blue
Jasmine es un ejemplo de cómo Allen asimila una tradición y crea un
drama que con acierto retrata la autodestrucción de un personaje. No se trata
precisamente de una cinta al nivel de sus mejores trabajos, pero es lo
suficiente como para narrar un notable drama con un centro verdaderamente
conmovedor.
A pesar de ser
recibida con elogios por la mayoría de críticos, algunos expresaron su
escepticismo. Jonathan Rosenbaum interpreta la cinta como una concreción de la
"ansiedad frente a las clases altas" que siente el director, y que ha
sido, según el crítico, uno de los motores de su obra artística. El director
neoyorkino retoma esta obsesión para leer de modo inofensivo a Williams, o a
obras como Una tragedia
americana de Theodor Dreiser, de acuerdo al crítico norteamericano. Aunque estas afirmaciones sean
discutibles, Rosenbaum sabe delinear una genealogía a la que el director se
sumaría, quizás sin la perspicacia de sus predecesores, pero con suficiente
autonomía como para crear, en el caso que nos ocupa, un drama estimable.
Paradójicamente, Pablo Muñoz, autor de una muy negativa reseña sobre la cinta,
controvierte las afirmaciones de Rosenbaum al decir que si hay algo que rescata
de Blue Jasmine sería
esa "ansiedad", porque la lee más como crítica que como fascinación.
En tanto que convengo con Muñoz que Rosenbaum minimiza la visión satírica de
Allen sobre las clases altas, debo admitir que algo de esa fascinación por las
clases privilegiadas sí ha permeado la filmografía del director. Es más, esto
es más notorio en la caricaturesca versión que tiene Allen de la clase
trabajadora, así, por ejemplo, uno encuentra matices en
Jasmine que ya no ve en Ginger. Ahora, Muñoz desestima muy rápidamente los ácidos
señalamientos de Rosenbaum por su clara intención de provocación, y pasa por
encima de quizás la más aguda afirmación al situar a Allen como autor de clase
media que ha ganado su popularidad por eliminar cualquier atisbo de provocación o irreverencia al tratar los temas de clase. Lógicamente
aplicado a toda una obra tan extensa como la de Allen, el juicio es injusto e
incorrecto. Pero puede bien ajustarse a muchas de las cintas recientes del
director, incluida esta (no puede decirse eso de una cinta irregular pero
interesante como Hombre
irracional). De cualquier manera, Rosenbaum es uno de las voces más
importantes de la crítica por su visión personal e independiente que ha
iluminado e ilumina el cine con una perspectiva distinta, y así lo hace con Blue Jasmine, si bien yo discrepe de su desaprobación de la cinta.
Aun cuando se pueda aceptar la visión blanda de Allen en algunos aspectos, Blue Jasmine, debe señalarse, es un ejercicio demoledor en que se expone con certera precisión las contradicciones y cualidades de su protagonista. Sin mayores muestras de ingenio puede uno tratar de resumir como otros críticos ya han hecho al decir que la cinta es la mejor película de Cate Blanchett, dirigida por Woody Allen. Es reduccionista, evidentemente, pero tiene la cualidad de describir, a grosso modo, lo que es Blue Jasmine. Claro está, la película tiene también una realización precisa y unas actuaciones destacables por parte del resto del elenco. No obstante, es tan poderoso el centro que hace que todo se subsuma al derrumbe de Jasmine y lo que ello implica. Después de un par de años sigo viendo a esa mujer que sin dejar de hablar de Blue Moon, ya no recuerda ni la letra. Es un recuerdo conmovedor. Tan solo por eso la cinta ya de por sí es destacable, pues no son muchas las cintas que nos mueven por dentro como si hubiésemos presenciado un fragmento de experiencia viva.
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