Misión rescate (The Martian)
Los lugares desconocidos despiertan la
imaginación. Las fantasías toman cuerpo con ellos, se concretan. Desde los
anhelos más íntimos a los miedos más personales, lo desconocido en la ficción
suele ser un escenario que sirve para descubrir quién somos, o mejor, como
quien fantaseamos ser. Aun en las aventuras más transparentes. Misión rescate (The
Martian) discurre con feliz liviandad en una historia sobre un héroe que
con persistencia e ingenio hace frente a la adversidad. Una satisfactoria
telenovela, o un reality si se quiere, de supervivencia. El más reciente film
de Ridley Scott regresa al espacio exterior con refrescante humor. Desprovista
de la solemnidad de la innecesaria Prometeo, Misión rescate cuenta
ligeramente la manera en que Mark Whatney se mantiene con vida por varios años
en Marte, en contra de todos los pronósticos. Al margen de su factibilidad, la
película es verosímil como relato de aventuras, como fantasía sencilla que sin
mayor pretensión narra un cuento concreto. Esa sencillez es tanto su cualidad
como su limitación. Identificamos con facilidad la historia que pone Scott en
pantalla y la saboreamos, así no revele nada, ni sorprenda en modo alguno. El
director se conforma con filmar apenas una aventura y cumple cabalmente su
objetivo, sin más ni menos.
Sin preámbulos se comienza con la acción. Una
tormenta obliga a los astronautas de Ares 3 ha abandonar su asentamiento en
Marte. Mientras salen, Mark (Matt Damon) es golpeado por una antena y pierde el
conocimiento. Sin tener un modo de ubicarlo y con premura por despegar, Melissa
Lewis (Jessica Chastain), comandante de la misión, se ve forzada a evacuar sin
él. No obstante, ni Mark ha muerto, ni se dará por vencido. Apenas despierta,
Mark va a hacer todo lo posible por preservar su vida, usará todo el ingenio y
la "ciencia" que conozca para sobrevivir en un ambiente hostil y
regresar a su hogar. Entre tanto, en la Tierra, los funcionarios de la NASA han
oficiado funerales y ponderan cómo recupera el cadáver de Mark. La sorpresa que
los invade al descubrir que el astronauta sigue con vida cambia sus prioridades
que, ahora, encabezan el rescate de Whatney. Misión
rescate extiende su simple premisa con efectividad, en la mayoría de
su metraje, por más de dos horas. Los dilemas filosóficos o morales, o la
exploración psicológica sobre el modo en que afecta esta situación al
astronauta pasan a un segundo plano -o a un último, a decir verdad-; lo
principal consiste en exhibir la tenacidad e inteligencia con que Mark, y muy
secundariamente los demás personajes, desafían lo que parece un destino
consumado. La cinta se convierte, de ese modo, en un elogio, no exento de
ironía y humor, que celebra al superviviente, a su cultura y a una suerte de
ideal al que aspira una comunidad -con lo discutible que ello pueda ser.
Salta a la vista una comparación del film con Robinson Crusoe. Y claro,
también con la película de los 60, Robinson
Crusoe en Marte. La novela de Defoe creó un arquetipo que celebraba, de
acuerdo a una de sus interpretaciones, un ideal burgués, la capacidad de una
persona autónoma para sobreponerse a la adversidad, para dominar un entorno
hostil hasta civilizarlo.
Crusoe se constituía en el colonizador por antonomasia, un ejemplo de cómo se
imponía una forma de vida frente a las dificultades. Guardando las proporciones,
Mark es un trasunto del mismo ideal, actualizado para una sociedad que se
observa como en un reality y que cifra su fe en la capacidad de la ciencia para
resolver cualquier problema. Ahora, Misión
rescate relata primordialmente una historia de aventuras, y no un
relato fundacional como el de Defoe (la película se encuentra mucho más cerca
de la cinta de los 60 arriba mencionada que de la novela). Aun las bases
científicas con que se intenta dar verosimilitud a la historia, no adquieren la
importancia de la fantasía misma, una fábula pura que busca distraer con sus
peripecias, antes que aleccionar en modo alguno. Por momentos, además, la cinta
dibuja una distancia para casi auto parodiarse (el uso de la música Disco
despoja de todo solemnidad el drama, lo torna en una cuestión pedestre y rutinaria),
con lo que la película se transforma en un divertimento que coincidencialmente
aborda esos temas serios que otros recientes films de ciencia ficción narran
con una insufrible solemnidad. El trasfondo, sin embargo, de un ciudadano
promedio estadounidense conquistando el universo se cuenta con tal ligereza que
parece tanto una fantasía absurda, como una sin mayor brillo. Es emocionante,
es verdad, pero no reviste de la seriedad de una gran épica -algo preferible
para el tipo de película que es Misión
rescate.
Anthony Lane señala que esta película
es el complemento de Alien, ya que la encuentra como una versión
humorística de la cinta de terror que llevó a la fama a Scott. La idea resulta
atractiva, sin duda, en particular al observar cómo habría cambiado el director
del tono sombrío y la visión pesimista por uno que se satisface con una
aventura accesible claramente optimista. Sin embargo, esta conjetura describe
una transformación como si pudiésemos ver la filmografía de Scott como una
producción homogénea, y, a decir verdad, la desigual carrera del director
inglés dista bastante de la homogeneidad. Ciertamente podemos rastrear
obsesiones y temas que resurgen de tanto en tanto en toda su obra: un
superviviente en un ambiente hostil, un pionero que se abre paso en lo
desconocido, un outsider que desafía lo establecido. Misión rescate funde todos
estos relatos en el vehículo de la historia de aventuras y le añade un humor
que raramente había tenido cabida en la producción del director inglés. La
película respira con una vitalidad que ya no era frecuente en sus cintas
recientes (aunque debo notar que soy defensor de la vilipendiada The Counselor).
Paradójicamente, Stephanie Zacharek critica la fotografía de la cinta, una de
los puntos que suelen elogiarse de las cintas de Scott, debido a que no
encuentra en las imágenes de la nueva cinta la extrañeza que esperaba encontrar
en una representación del planeta rojo. No considero que esta anotación tenga
mayor cabida, si comprendemos que el tono con que impregna Scott a su
largometraje es uno que con narra con plena mundanidad la supervivencia de un
hombre corriente. Intencionalmente no se intenta elevar con una fotografía
excesivamente cuidada a un relato sencillo, o, por lo menos, se quiere resaltar
su carácter accesible. La decisión del director inglés es fiel al propósito de
su película y consigue, por ende, resultados satisfactorios. Misión rescate no es
excepcional, ni particularmente destacable, pero cumple lo que se plantea.
Hay que conceder, en cualquier caso,
que el largometraje emplea una serie de trucos y efectos harto conocidos para
contar una historia más de supervivencia. Scott y su equipo preparan un cóctel
fácilmente digerible para satisfacción del cliente, y lo hace efectivamente.
Desde una puesta en escena acorde con ese aire de aventura ligera hasta un
casting acertadísimo que tiene en el carisma de Matt Damon una de las maneras
para evitar volverse la reiteración de una historia trillada. Todo suma en la
producción para que Misión
rescate sea un aceptable entretenimiento. No sobra acotar, además, que
la ironía y el humor impiden que la cinta se vuelva un aparatoso espectáculo de
ciencia ficción que proclama verdades más que discutibles. Sus limitaciones, no
obstante, residen en limitarse a ser una película de aventuras que desperdicia
la oportunidad de una indagación psicológica para una historia que tiene todos
los elementos para iniciarla. La fantasía de Misión
rescate se ajusta a la medida
de un ideal contemporáneo, acríticamente, para las personas normales: siempre
ingeniosas, tenaces y sencillas, uno al que debíamos aspirar, parece querer
sugerirnos la cinta. Los lugares desconocidos, entonces, sirven para revelar lo
que cada uno desea ser - no lo que se es, o por lo menos no en el cine al que
pertenece esta película de Scott. El más reciente film del director inglés no
es un elogio al ingenio y a la persistencia típica de nuestra especie, sino una
invitación a seguirlas como a un modelo. Scott lo plasma certeramente, con un
humor que neutraliza lo que de otro modo sonaría a sermón, o más probablemente,
deseo pensarlo así, para recordarnos que, al fin y al cabo, simplemente vemos
una sencilla película de aventuras.
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