Alias María



Mirar el conflicto colombiano es una experiencia desgarradora. Hacerlo visible es igualmente difícil. A Alias María, paradójicamente, se le pueden aplicar ambos juicios. Una cinta que lidia con un atroz drama sin conseguir la desoladora narración con que nos quiere conmover, con que busca provocar nuestra indignación. El segundo largometraje de José Luis Rugeles parte prometedoramente, pero no terminar por llenar sus promesas. A pesar de sus virtudes, de secuencias hábiles en que revela una inesperada belleza (como también horror), la película no consigue erigirse como la devastadora crónica sobre las víctimas del conflicto. Alias María pone en primer plano a una guerrillera adolescente, mas no cuenta su historia con la unidad propia de un drama convencional, ni con una visión unificadora que le dé consistencia a todo el metraje. Una intermitente atmósfera asfixiante, una adecuada interpretación de la actriz protagónica o unos esporádicos momentos de tensión no se suman a un solo conjunto. Aunque tenga virtudes indiscutibles, su irregularidad, finalmente, impide que el drama mismo se haga visible.


María (Karen Torres) es una guerrillera de 13 años a la que se encomienda, junto con otros 3 guerrilleros, uno su "compañero", otro un niño, llevar al bebé recién nacido de la compañera del comandante a una población cercana. Ella misma está embarazada, pero sin que hasta entonces lo hayan notado, no ha sido obligada a abortar. La misión pronto deriva en una pesadilla en que María se ve asediada por la barbarie de los paramilitares que los hostigan y la barbarie de su propio grupo guerrillero. Antes que una resolución, María será víctima de ires y venires en los que hará todo lo posible por sobrevivir, prisionera de una selva verde cenicienta. Rugeles acierta al escoger a Karen Torres como protagonista, ya que ella encarna convincentemente a esa joven inmersa y sometida al conflicto armado. La realización es pulida, los plano-secuencias y el diseño sonoro demuestran un dominio de la técnica por parte del equipo de la cinta. No ocurre así con la narración, pues no logra orientarse hacia un drama particular, hacia las peculiaridades de la historia de una persona. Sin un manejo claro de la narración, Alias María no termina de conjugarse, desperdicia sus cualidades.


En principio, parece plantearse el largometraje como una narración que se concentrará en su protagonista sin atenerse a la dramaturgia clásica. Y, sin embargo, el desarrollo de la historia es esquemático, los personajes corresponden a arquetipos y el cuidado trabajo fotográfico da una sensación de fábula, que no de un episodio de realidad. Esto provoca una indefinición: Alias María no resultar ser ni pieza clásica, ni moderna, ni posmoderna. En consecuencia, la cinta no puede elaborar la imagen del drama de una joven forzada a vivir como combatiente, una joven que sufre, además, de una maternidad prematura y prohibida. Las imágenes que con metáforas transparentes intentan revelar la encrucijada de sus personajes no adquieren una significación en la narración, por lo demás, debido a que esta narración se ajusta al decurso cotidiano o, en otras palabas, a la prosa más que a la poesía. La falta de conclusividad del final de la cinta, entonces, no coincide con las expectativas de resolución dramática que parecen prefigurarsa por segmentos enteros.  Alias María no logra atar sus buenas secuencias y crear el devastador drama que al inicio de la película se asoma, porque nunca se resuelve a definirse como un relato definido que dé coordenadas para que todos sus elementos se puedan enlazar.


Enfrentar un tema tan sensible no ha pasado indiferente. El largometraje ha recibido críticas por su presentación del conflicto que van desde no ser más severos con su presentación de la guerrilla a no mostrar el papel del ejército, para bien y para mal, con mayor visibilidad. Alias María quiere ceñirse a la perspectiva de los jóvenes que se ven forzados a militar en la guerrilla y, en este punto en particular, es consistente. En tanto, Rugeles comparte, o por lo menos parece, esa idea de que evitar la política o la ideología permite crear una visión más verdadera de una historia (como si aquello fuera posible), su largometraje tiene dificultades para representar el conflicto que no se relacionan con su ausencia de postura política directamente. Hacer visible el conflicto requiere una mirada que pueda conciliar la fábula y la realidad, combinarla en una sola forma que mantenga su unidad. Alias María está fracturada y, por ello, oscurece sus logros. El largometraje ya contiene buena parte de los elementos que producirían un emotivo film que habría mostrado y denunciado lo que tienen que sobrellevar las víctimas del conflicto. Falta una postura que se comprometa a producir una forma audiovisual con que pueda dársele sentido a todos esos elementos. Mientras tanto, este film se presenta más como una tentativa inconclusa de un tema que seguramente será revisitado con frecuencia en los próximos años.


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