12 meses, 12 películas: Cine de 2015
Se termina el año y se multiplican las listas y balances.
Uno espera recordar con listas que fue lo mejor de lo que vio. Pero eso no
debía volverse una mera rutina, pero eso no debía dejar de ser un placer.
Georges Perec decía que las listas de lo mejor del año no son más que
autobiografías ficticias (tomo prestado la cita de Hilario Rodríguez). Con ese
espíritu seleccione a 12 películas que vi durante el 2015, una por cada mes.
Ahora, los listados no debían leerse como cánones que impongan un gusto, ni
mucho menos como sustitutos de la crítica. Hacer listas puede verse como la bitácora
de quien fuimos en un momento, y en ese sentido invito a que hagamos listas, ya
que finalmente estas dicen tanto de nosotros, como del cine mismo. Eso sí, debo
aclarar que mi listado no tiene estricta relación con las fechas de estrenos
recientes, aunque todos los largometrajes que escogí tengan como fecha de
estreno los últimos 3 años. A continuación la lista:
• Enero: Babadook
(Jennifer Kent) Más que una película de terror, la película narra la
conflictiva relación de una madre con su hijo. El horror de la cinta supera el
género y lo lleva a construir una historia a la vez espeluznante y conmovedora,
sin salirse de la convención. Babadook es un terrible cuento de
hadas. Kent demuestra, además, un control sobresaliente para beber de distintas
fuentes cinematográficas y generar una propuesta audiovisual estimulante e
inteligente. Mi reseña acá.
• Febrero: Vicio
Propio (Paul Thomas Anderson) Durante la época en que se multiplicaron
las películas aspirantes a los premios estadounidenses, casi paso desapercibida
la soberbia adaptación que por primera vez se hizo de una novela del enigmático
Thomas Pynchon del mismo título. Anderson continua lo que parece ser su
peculiar repaso por la historia de los EEUU de siglo XX -que habría comenzado
con There Will Be Blood y seguido con The Master- con
esta alucinante, divertida y sumamente nostálgica historia de un detective
hippie que quiere resolver un caso que oculta más de lo que parece. Mi reseña acá.
• Marzo: Caballo
dinero (Pedro Costa) La exigencia que
supone la más reciente película del realizador portugués se ven compensadas por
sus grandes frutos. Se trata de una exploración a la memoria y los efectos
devastadores que riñen con problemáticas históricas y sociales. Pedro Costa nos
entrega una delirante y opaca cinta cuyo efecto es progresivo y contundente. El
cine de Costa es esencial en nuestro días, así como el otro realizador
portugués en actividad, Miguel Gomes. Dos de los más importantes realizadores
del cine contemporáneo que apenas tienen espacio de exhibición,
desafortunadamente.
• Abril: Adiós
al lenguaje (Jean-Luc Godard) La incursión del veterano realizador en el 3D
ha supuesto una sorpresiva exhibición de vitalidad y frescura. El 3D en manos
de Godard se vuelve una herramienta plástica que puede crear la textura de un
mundo distinto. Fiel a lo que ha sido su trayectoria, los recursos
audiovisuales siguen su peculiar estilo que ha dado para que se dé la común
división entre fanáticos y críticos. A diferencia de lo que superficialmente se
puede creer, la cinta también provee de nuevas herramientas para el cine
narrativo, y en ello las agudas observaciones de David Bordwell pueden ser de
mucha utilidad. Mi reseña acá.
• Mayo: Mad Max:
Fury Road (George Miller) Hace mucho
tiempo que una película de acción no lograba el atractivo de espectáculo
cinematográfico que consigue la película de Miller. Verdaderamente emocionante
y de una técnica impecable, el director australiano nos recuerda ese placer
genuino de un cine de aventuras que sabe envolver a su espectador en el centro
de una narración. El film es un recordatorio de que una cinta de género, un
blockbuster o una parte de una saga no implica un necesariamente cine de menor
calidad. Mad Max: Fury Road es triunfo del cine. Mi reseña acá.
• Junio: Gente de bien (Franco
Lolli) Con apariencia de drama menor, el eje de esta película describe con tal
agudeza a nuestra sociedad colombiana como con poca frecuencia se ve en
pantalla. De un modo similar a las cintas del Rohmer de Comedias y
proverbios, Lolli parte de la cotidianidad para revelar los conflictos subyacentes
de clase con los que convivimos cada día. Gente de bien es ese espejo,
podemos usar la metáfora sin faltar a la verdad, con el que podemos vernos. Es
cierto que durante el año tuvimos en salas otras propuestas de interés, como la
hermosa La tierra y la sombra, o la ambiciosa El abrazo de la
serpiente. A pesar de su interés, no hubo cinta en ficción que me
emocionara como la de Lolli, quizás con la excepción de la valiente mirada
personal sobre el conflicto colombiano de Felipe Aljure en Tres escapularios.
Mi reseña acá .
• Julio: Solo los
amantes sobreviven (Jim Jarmusch) Una
película sobre vampiros genuinamente romántica. Jarmusch convierte a sus
criaturas en una suerte de flneurs que responden a las afinidades
del realizador. El vampiro se vuelve una imagen romantizada del
artista, lo que tiene un atractivo inusual porque en este relato no dejan de
ser bestias de naturaleza salvaje. Aunque de aire ensoñador e hipnótico,
el relato revela a seres con una naturaleza que finalmente los hace
temibles espectros de la noche. Mi reseña acá.
• Agosto: La
mirada del silencio (Joshua Oppenheimer) Tras el desafiante El acto
de matar, el documentalista vuelve a Indonesia para ahora presentar a una
víctima que desafía a quienes torturaron y asesinaros a su hermano. Ver
este segundo documental como reverso del primero, complementa al primero
sin abandonar esa mirada que desde lo real casi que se vuelve alucinante frente
a la barbarie. Confrontarse frente a un mismo horror es el propósito que
subyace en ambos documentales. En La mirada del silencio paulatinamente
se desnuda la cruda y compleja situación que enfrentan unas víctimas que
han tenido que vivir bajo la sombra de quienes fueron sus victimarios. Mi reseña acá.
• Septiembre: Una
paloma se poso en una rama para reflexionar sobre su existencia (Roy Andersson) La tercera de la trilogía que el
realizador sueco decidió dedicar a explorar qué significa ser humano es un
espectáculo dolorosamente cómico con toques surrealistas. Andersson
presenta una serie de sketches que no necesariamente tienen relación para
dar una imagen concreta a las múltiples contradicciones de nuestra
contemporaneidad, del mismo modo que propone una reflexión sobre los crímenes
históricos sobre los que se sostiene nuestra supuesta civilización. El film es
un despliegue de la precisión y lucidez que ha ido adquiriendo Andersson en su
carrera. Su cinta no es únicamente una adecuada conclusión, sino especialmente
una incisiva reflexión sobre nuestra humanidad. Mi reseña acá.
• Octubre: Sicario (Denis Villenueve) Puede que se discuta la
ingenuidad y la corteza de miras con que la película aborda el fenómeno del
narcotráfico y de la guerra contra las drogas, pero como relato de acción que
nos encierra en un mundo pesadillesco no hay otro de tal efectividad en el cine
reciente. Se trata de una pesadilla dentro del cine de género (acción) que
llega a rozar la combinación explosiva que Orson Welles mostró en Sed de mal.
Villenueve se apoya en colaboraciones particularmente destacables de Roger
Deakins en fotografía y de Jóhan Jóhannsson en música. Con estas nos entrega un
thriller de ritmo implacable que termina por desafiar esas verdades
cómodas con los que el mismo cine de género ha producido miles de películas. Mi reseña acá.
• Noviembre: El
valle sin sombras (Rubén Mendoza) La
tragedia de Armero revive dolorosamente en una de las mejores películas
colombianas recientes. Mendoza sabe combinar testimonios con material de la
época para darnos un enfoque personal a una tragedia que ha sido distorsionada
en el recuento oficial. Si en Gente de bien se describe como somos
los colombianos, El valle sin sombras es el testimonio de un
fracaso que va más allá del desastre natural. Hermoso y conmovedor, el
documental es un recordatorio que retrata contundentemente el modo en que
Armero desapareció. Mi reseña acá.
• Diciembre: The
Assassin (Hsiao-Hsien Hou) Como
la delicada pieza de un orfebre que narra una historia llena de sugerencias que
no son legibles a primera vista, The Assassin es una película que
sabe conjugar un esmerado trabajo de producción con una fábula que entrelaza el
perdón, la venganza y el amor. La nueva cinta de Hsiao-Hsien debe ser
deleitada, contemplada. El logro del film consiste en combinar lo que en otras
es un despliegue de acción con una historia que se asemeja a las fábulas
orientales cuyo eje residía en cuestiones apenas sugeridas, o si se quiere, a
esos cuentos modernos de siglo XX, que apenas muestran la punta del iceberg,
para que como espectadores nosotros concluyamos con lo que falta por contar. En
las transparente aguas que transcurre The Assassin fluyen corrientes
turbias que narran dramas y desenlaces para quien con ojo atento se sumerge en
la película.
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