The Assassin (La asesina)
Desengañémonos, el cine no es meramente el arte de contar
bien una historia. Hay cientos de películas bien contadas,
películas a las que incluso colman de premios, que no tardamos en olvidar.
Otras se resisten al olvido, se fijan en la memoria como enigmáticos acertijos
que parecen cifran un contenido esencial. The Assassin (La asesina)
es un exquisito laberinto que no se agota con el paso de los días. Sus imágenes
tienen el dejo evocativo que poseen los recuerdos verdaderos. El retorno del
director taiwanés Hou Hsiao-Hsien, tras 8 años de inactividad, es una
fascinante combinación de un estilo personal con la narrativa de un género. Ni
película de arte y ensayo, ni simplemente una de wuxia (género chino
tradicional de artes marciales), The Assassin desafía esas categorías
con las que intentamos clasificar las películas. Su fábula nos intriga por su
aparente desnudez y su constante misterio. El largometraje de Hsiao-Hsien debe
saborearse lentamente, pues consiste en una experiencia a la que debemos
entregarnos, pues sus ecos persisten semanas después como los de un relato
cautivador que guarda recompensas ocultas.
La trama se ajusta al género de los wuxia (y de
hecho adapta libremente algunos relatos del género). En el siglo VIII, la
dinastía Tang gobernaba a China. Nie Yinniang (Shu Qi), la protagonista, fue raptada cuando era niña y adiestrada para
convertirse una hábil asesina. Con un prólogo en blanco y negro se introduce a
la asesina y a su maestra (Fang-Yi-Sheu) concluido su entrenamiento. La maestra le da instrucciones para que no
dude en matar a uno de sus encargos. Vemos a Nie asesinar con suma destreza, la
vemos luego perdonarle la vida a quien debía matar por encontrarse con uno de sus
hijos. Ya en color la veremos volver a casa con un encargo que
le imponen como castigo: Nie debe asesinar a Tian Ji'an (Chen Chang),
gobernador de la provincia Weibo -en rebeldía frente al poder de los Tang- y quien
estuviera prometido con Nie antes de su rapto. El dilema a que se enfrenta Nie,
junto con las enrevesadas tramas de traiciones e intrigas políticas, serán el
grueso por el que discurra la cinta. The Assassin va contando las
transformaciones de sus personajes en un relato que teje venganzas y
reconciliaciones. No es un típico film de acción, ni uno que pretende examinar
las motivaciones psicológicas de sus personajes. Es más una fábula que nos
invita a meditar y descubrir las inflexiones del relato por medio de un
soberbio trabajo audiovisual. El largometraje es, además, una audaz propuesta
narrativa que con el cascarón de los lugares comunes de un género propone una
narrativa que supera las clasificaciones corrientes.
Hsiao-Hsien incursiona en un tipo de películas muy
distintas a las que ha realizado en su carrera. El wuxia confluye con el
estilo del realizador taiwanés. En primer lugar, y a diferencia de las típicas
películas del género, aquí predominan las tomas largas, así como un tratamiento
narrativo que vuelve opaco a la complicada trama. Por otra parte, el esforzadísimo cuidado de la
imagen y el diseño sonoro, más que un elemento de una narración directa, dan un
indicio del estado mental de los personajes y sus evoluciones. Se prefiere entonces
una sugerencia a la exposición abierta de las cintas de acción. Aunque se haya
comercializado con ese rótulo en algunos países, los espectadores no deben
esperar un convencional film de artes marciales. La cinta de Hsiao-Hisen se ve
más como un cuento antiguo que revive con toda su extrañeza y con todo su
lirismo. Con el dominio que ha adquirido en su larga carrera, el realizador
taiwanés nos ofrece una imaginativa amalgama que hechiza los sentidos y nos
hace experimentar un vívido retablo a la vez deslumbrante y enigmático.
En una reciente entrevista, Hsiao-Hsien afirmó que su
intención era cortar de tajo la trama de sus cintas. O ya uno podía
añadir, reducirla al punto en que la historia está totalmente sujeta al trabajo
audiovisual. La contemplación prima en The Assassin, la narración debe
irse articulando con base en las pistas de ese trabajo audiovisual, debido
a que toda imagen y sonido suma oblicuamente al relato. En su libro sobre la
narración en el cine de ficción, David Bordwell planteaba 4 modos principales
de narración en el cine que a grosso modo son: uno clásico
(convencional), uno del llamado cine de arte y ensayo, uno
histórico-materialista -cuyo principal representante es Eisenstein- y uno
paramétrico, que Bordwell ejemplificaba en las cintas de Bresson y Ozu. Este
último consiste en imponer unos criterios formales que moldean la trama –del
modo en que los músicos serialistas usaban series para escapar a la imposición
que genera la melodía y la armonía-, la repetición de motivos (imágenes y
sonidos) pasa a ser el medio con que se comunica el sentido y con que se le
quita preponderancia al desarrollo dramatúrgico de la narración clásica. La
propuesta de Hsiao-Hsien es afín a este tipo de cine, si bien la excede. La
reiteración de imágenes y sonidos no son meras fijaciones, sino elementos
narrativos a través de los cuales la historia avanza. El realizador taiwanés no
elimina del todo la trama, sin embargo, y se apoya en el género para potenciar
a su estilo y darle un sentido dentro del relato: la transformación de un
personaje se indica por las diferencias que uno como espectador identifica en
la repetición de imágenes y sonidos a lo largo del metraje. La narración pasa
de la frontalidad de la dramaturgia a la oblicuidad de un estilo. El
realizador se deshace (o mejor, aplana) la trama para crear un novedoso
tipo de narración.
El asombro que provoca The Assassin no termina con
su final. De la misma manera en que tantos otros acertijos, el volver sobre ellos nos proporciona nuevos descubrimientos y placeres. Empero su aparente distancia y opacidad, The
Assassin es un relato sobre el carácter humano, con todo lo que tiene de
frágil y voluble, como de inquebrantable y franco. La admirable cinta de
Hsiao-Hsien mezcla un género y un estilo personal en un nuevo tipo de narración. Puede que en su envoltura de
fábula menor, se simplifique a The Assassin como la cinta de un autor
que frustra las expectativas del cine de género. Es mucho más, por fortuna. Se
trata de una experiencia vívida que parece un cuento
desenterrado de la antigüedad. El largometraje pertenece a un cine que uno
conserva como un precioso recuerdo, ya que no pierde su capacidad de sorpresa. The Assassin es, en definitiva, un
cautivador relato, antiguo y novedoso, que suavemente cuenta una profunda
transformación vital.
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