Amor y amistad (Love and Friendship)
A
primera vista parece fácil de predecir de que trata una película que se llama Amor
y amistad. Más si uno piensa que se trata de otra versión más de una novela
de Jane Austen. La más reciente película de Whit Stillman desafía dicho presupuesto al ser fiel tanto a las peculiaridades del director, como a las de
la autora inglesa. Basta señalar un contraste que puntualmente está presente en
el largometraje para encontrar por qué se distancia de lo que comúnmente
esperaríamos de las adaptaciones de las novelas de Austen. A eso de la mitad,
Frederica observa tras una ventana a Reginald, a un tiempo atemorizada y
emocionada. Lo que está en pantalla es un genuino enamoramiento que contrasta
con el resto de la trama: la historia de cómo una bella y manipuladora dama,
Lady Susan, intriga para satisfacer sus deseos. El amor y la amistad son dos
modos más en que los personajes se relacionan según maneras de la época y que, en
algunos casos, involucran sentimientos verdaderos. El contraste entre una
sociedad sometida a una serie de maneras y el modo en que cada personaje
intenta satisfacer sus deseos bajos dichos códigos de comportamiento es el eje
tanto de la obra de Austen como de la filmografía de Stillman. Así pues,
estamos frente a un matrimonio ideal, debido a que en definitiva la película
muestra una historia que no se contenta con una moral esquemática, sino que
narra con todos sus matices a un conjunto de personajes en lo que resulta una
divertida e incisiva comedia.
La acción comienza con la salida de Lady Susan Vernon
(Kate Beckinsale) de Manwaring hacia Churhill, propiedad de su cuñado Charles
Vernon (Justin Edwards). Susan es una encantadora viuda que busca un nuevo
cónyuge para ella, así como un partido para su hija Frederica (Morfydd
Clark). Sin embargo, sus maniobras no han resultado, ya que su hija no ha
consentido casarse con Sir James Martin (Tom Bennett), un tonto millonario, mientras
que ella tuvo que abandonar Manwaring por la naturaleza de las relaciones que
sostenía con Lord Manwaring (Lochlann O'Mearáin), lo que provocó la
comprensible ira de Lady Lucy Manwaring (Jenn Murray), la esposa de Manwaring. El fracaso no
arredra a Susan, quien encuentra en el joven Reginald DeCourcy (Xavier Samuel),
un noble acaudalado e impresionable, a su perfecto candidato. La
intempestiva llegada de su hija del internado trastorna sus
planes, no obstante. Con todo y ello, Susan y Alicia (Chloë Sevigny), su cómplice
estadounidense, urdirán todo un entramado de intrigas para alcanzar sus fines. Amor
y amistad narra con vitalidad y comicidad toda una serie de encuentros y
enredos en un formidable filme que ni es una película histórica más, ni es una
simple comedia de equívocos.
Stillman recurre astutamente a su fuente literaria.
Presenta a los personajes con subtítulos que usan lenguaje similar al de la época
y, de ese modo, se da una idea del rol dramático de cada uno de ellos, al tiempo
que se establece el tono juguetón que ha de dominar la película. Lady Susan,
la fuente literaria, es una novela epistolar que fue publicada años después de
la muerte de Austen. Y mientras las cartas mantienen un rol clave para el
desarrollo de la trama, su introducción se aleja del típico uso como medio
narrativo con el que se las ha utilizado en el cine (no sabría decir hasta qué
punto Stillman es fiel o no a la novela, si bien es claro que tuvo que crear el
diálogo con base en el intercambio epistolar del original). Así, cuando los
padres de Reginald reciben una carta de una de sus hijas, la lectura da pie a
un juego cómico en que el director pone el texto en pantalla a medida que el
padre lo lee torpemente (una parodia de la convención en que la carta es un
modo de dar información sobre elementos de la trama). Stillman convierte al
original en una base para un relato cuya afinidad se encuentra en el cine de
Sturges, Hawks y, en particular, Lubitsch. Los largos parlamentos de los
personajes no son obstáculo para que se desenvuelva una comedia desenfadada de
desencuentros e intrigas. La comedia de maneras desemboca en una disección de
los roles que las mujeres y los hombres juegan en sociedad. El que el desarrollo de la
historia no se aleje de los prototipos que se nos presentan al inicio se ve
compensado por la inesperada resolución de la historia y por la matizada
exposición de sus personajes, quienes son mostrados antes que ser juzgados.
Volvamos a Frederica mientras observa a
Reginald. La imagen se ve levemente distorsionada por la superficie del vidrio por la que la vemos. Uno siente entonces la tentación de interpretar de modo obvio: el amor
distorsiona nuestra mirada. Es mejor no precipitarse, ya que a lo que nos
invitan Austen y Stillman es a mantener una mirada atenta que no se deje
engañar con facilidad. Antes que afirmar de acuerdo a un simple prejuicio, se
nos invita a entender a este conjunto de personajes. Susan puede ser lo más
distante del prototipo de la heroína, mas, aun con su cinismo y egoísmo, hay
algo admirable en su postura. Hacer uso de sus habilidades y artimañas para
satisfacer sus deseos en contravía de lo que se ve como las maneras adecuadas
tiene su mérito. Como mérito tiene el demostrar que antes que los fijos lugares
comunes que consumen las historias, todavía queda mucho por explorar en los
relatos que creemos ya conocidos. Amor y amistad es un delicioso filme
que bajo su aparente ligereza saber revelar la naturaleza de las relaciones de
un grupo de personajes. Bien es verdad que aquí no hay espacio para que se despliegue la perspicaz observación de la naturaleza de los personajes que la autora británica concretó en sus más célebres novelas, ni hay lugar para
que Stillman documente a una clase, como en su excelente The Last Days of
Disco. Esta película, no obstante, es una encantadora fábula menor que con
precisión da cuerpo a unas cuantas criaturas en un relato que, como los más
valorables largometrajes, se parece a una forma tan peculiar de felicidad por recordarnos que incluso las historias que creemos conocidas pueden verse con un fresco aire de novedad.
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