La llegada (Arrival)
"En el cine -como en la vida- el texto, las
palabras, se refractan en todo menos en las palabras. Las palabras no
significan nada -las palabras son agua-."
-Andrei Tarkovski *
Lo desconocido siempre ha impulsado nuestra fantasía.
Lo desconocido provoca esa mezcla de esperanza y terror que tan bien capta La
llegada. El más reciente largometraje de Denis Villeneuve es una
estimulante fábula de ciencia ficción, a pesar de que termine con
resoluciones simplistas para lo que en un principio plantea. La llegada
es un ambicioso filme que sigue la línea de trabajo del director canadiense:
una mezcla del cine de género con distorsiones de las convenciones que llevan
las historias a un terreno más personal. Más que una aventura fantástica, el
interés de los realizadores radica en fundir un drama sentimental con
meditaciones vagamente filosóficas sobre el lenguaje y el sentido de la
existencia. En la película se conjugan con naturalidad ambas facetas y, en
tanto, es cierto que sus reflexiones no llegan a resultar verdaderamente
iluminadoras, el espectáculo consigue dar pie a un ágil y versátil relato capaz
de usar de forma creativa los tópicos de la ciencia ficción. La llegada puede
no ser el largometraje de honduras filosóficas que algunos alegan, ni concluir
de modo afortunado al recurrir en exceso a un sentimentalismo efectista; sin
embargo, se trata de una película que refresca el panorama del cine comercial
al poner en primer plano interrogantes, una cuestión que suele ausentarse de
casi todo el cine mainstream.
La aparición de 12 naves extraterrestres en distintos
puntos del globo causa estupor y zozobra. La doctora Louise Banks (Amy Adams),
una reconocida lingüista, es contactada por el Coronel Weber (Forest Whitaker)
para que descifre el lenguaje de los alienígenas. Junto con el
científico Ian Donnelly (Jeremy Renner) se les traslada para que interactúen
directamente con los visitantes y así determinen el motivo de la llegada: una
invasión beligerante o un amistoso acercamiento. Las dificultades no tardan en
aparecer y el tiempo comienza a apremiar. Mientras los científicos procuran
encontrar el modo de comunicarse con los alienígenas, algunas voces comienzan a
exigir que se ataque a los extraterrestres para prevenir toda posible
amenaza que ellos conlleven. La llegada no es únicamente una imaginación
de lo que sería un primer encuentro con vida inteligente extraterrestre, sin
embargo. De modo transversal el drama personal de la Dra. Banks se conecta con
el arribo de los alienígenas. De hecho, su drama cobra perfecto sentido con
este contacto. No es descabellado afirmar entonces que La llegada es un
drama de ciencia ficción religiosa.
Vale destacar la manera en que Villeneuve sabe hilar
su narración y darle unidad a su relato. Aun cuando altere las convenciones, el
director no se aleja de los esquemas narrativos clásicos. Así, la Dra. Banks
cuenta su historia en off con el tono evocatorio de quien comenta lo que
ocurre en pantalla, así, cada pieza va a encajarse en un todo para concluir con
una explicación de todo lo que se ha visto. La llegada no se sale del
esquema del cine de género del que parte, e incluso llega a abusar de este
para aclarar motivaciones y para exponer el drama de la protagonista. No
obstante, la habilidad con que se funde dicho esquematismo con una estructura
no lineal permite que se vayan alterando tropos recurrentes en las películas de
ciencia ficción. El resultado intriga y emociona mientras se atiene a una
representación realista del primer contacto, al abrazar abiertamente el
drama y las revelaciones de su desenlace, en cambio, se devalúa y vuelve al
tópico. El largometraje busca empujar al límite los convencionalismos con el
fin de afirmar algo distinto, pero, en últimas, esos convencionalismos lo
devoran. En buena medida la película se sostiene por las colaboraciones de
Bradford Young en fotografía, Jóhann Jóhannson en música y Joe Walker en
edición, como por la interpretación de Amy Adams. En cualquier caso, La
llegada no termina de ser satisfactoria al no poderse despegar del género
que quiere subvertir.
Reiteradamente se ha señalado a la comunicación y al
lenguaje como temas de la película, por lo que no sobra comentar un poco
sobre ellos antes de terminar. El lenguaje y el que pueda traducirse son dos
ejes del relato. Con base en dichas ideas avanza la historia como si se tratara de una
certeza absoluta: el lenguaje permite comprender al otro, el lenguaje
permite darle sentido a la existencia. Casi que es un dogma de fe, una
fe, por lo demás, inocente que traduce de modo muy libre la hipótesis
Sapir-Whorf (una teoría devaluada que postulaba un relativismo lingüístico). La
llegada parte de especulaciones científicas para concluir con un
mensaje rimbombante que afirma una esperanza por hallar un sentido pleno a la
existencia gracias al lenguaje y a nuestra capacidad de comunicación. Los
realizadores confían en que todo es plenamente comprensible (decible, filmable).
Villeneuve narra con la idea de que el lenguaje es transparente y asimilable
por entero. Pero, como nota Tarkovski, las palabras no son sino unos elementos
más dentro de una película, no son sino otros objetos más. Las especulaciones
en La llegada son más verbales que audiovisuales y de ahí que su mensaje
sea relativamente simple. El largometraje del canadiense logra su mejor
expresión cuando genera una tensión entre convención y un significado extraño a
ella, cuando usa el lugar común para subvertir las expectativas. No obstante,
la película termina por sucumbir a un drama que reencauza el relato a fórmulas
consabidas. El desenlace da la sensación de quedar corto frente a las posibilidades
que plantea el nudo de la trama. La fantasía en su conclusión es más acartonada
y no guarda ya relación con la historia asordinadamente espeluznante que
promete el principio. Creativa y limitada, La llegada plantea una
redención a través de un lenguaje extraterrestre que no se aleja de una
concepción de este como medio sagrado. A pesar de su vestido de avanzada, esta
estimable fábula vuelve su cara a un relato donde su guía se encuentra en las
seguras convicciones de la antigüedad.
* Tarkovsky, Andrey Time Within Time: The Diaries 1970-1986 Traducido por Kitty Hunter-Blair. Londres. Faber & Faber. 1994 p.92:"In cinema -as in life- the text, the words, are refracted in
everything apart from the words. The words mean nothing -words are
water".
La traducción es mía.
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