Sully



Las hazañas y las tragedias sobrecogen la imaginación. Contarlas bien puede ser parte de un proceso terapéutico para superar las crisis que provocan. Sully parte de una hazaña para narrar los días posteriores al milagroso acuatizaje de un avión comercial en medio del río Hudson. La más reciente película de Clint Eastwood vuelve una y otra vez sobre este incidente, como ha hecho tantas veces el cine para con una perspectiva distinta mostrar otro ángulo de lo sucedido. El resultado final, sin embargo, es desconcertantemente uniforme. Volver una y otra vez a la hazaña apenas añade detalles al relato del héroe de carne y hueso que salva de un siniestro a centenares de personas. Sully es un largometraje sucinto que busca explorar los conflictos posteriores a la hazaña. Eastwood evita los recursos corrientes que rondan a este tipo de historias y prefiere concentrarse en los efectos posteriores, por lo que su filme tiene como resultado una reconstrucción más sobria y matizada de lo que sería un mero canto al heroísmo. A pesar de esto, la película está demasiado embebida en la adoración de la hazaña como para que las constantes revisiones del incidente ofrezcan nuevas percepciones. En últimas, Sully cambia de perspectiva al relato del héroe para contar de nuevo el relato del héroe. Lo hace de modo sobrio y efectivo, lo hace con una deuda gigantesca con el Hollywood clásico: uno que narraba historia en los que héroes con dudas enfrentaban a inescrupulosos contendores. Si bien hay cierta tendencia a tornar opaco este tipo de relato que uno podía conectar con el de una narrativa moderna, Sully tiene más visos de ser la obra de un Capra menor.


El grueso de la trama ya apareció en las noticias. El 15 de enero de 2009 un avión que había despegado del aeropuerto de La Guardia tuvo que amarar tras ser chocado por una bandada de gansos. El capitán Chesley "Sully" Sullenberg (Tom Hanks) apenas tuvo unos segundos para decidir qué hacer.  Pese a que su maniobra le permitió salvar a todos los que iban a bordo, días después se inició una investigación para determinar si el proceder del primer oficial Jeff Skiies (Aaron Eckhart) y el mismo Sully fue el correcto. Sully no se concentra directamente en el milagroso acuatizaje, sino en el proceso de reconstrucción que vino con la investigación, en el circo en que se convierte la vida de los protagonistas y en las dudas que comienzan a asaltar a Sully. Eastwood opta, entonces, por una línea narrativa que se aleja de las celebraciones obvias. De hecho, presenta a personajes vulnerables a quienes aquejan inseguridades y cuestionamientos. Y en tanto este enfoque consigue que Sully sea un digno drama, la exploración de la psicología del personaje se limita a repetir esquemas de otras narraciones, al punto que el largometraje termina siendo muy similar a otros tantos que cuentan los trabajos que pasan las personas corrientes devenidas en héroes. 




El filme no da concesiones al sentimentalismo fácil y narra fríamente una historia que ya de por sí es dramática. En líneas generales tal decisión da frutos, pues los eventos mismos y las precisas interpretaciones saben recrear convincentemente la hazaña y sus consecuencias. No obstante, es esa misma decisión la que asordina el drama. Los conflictos de capitán al imaginar que quizás tomó la decisión equivocada se limitan a ceños fruncidos y a secuencias oníricas. Aquí uno podía preguntarse si el enfoque del director buscaba contar de modo moderno una situación real: es decir en toda su ambigüedad. ¿Acaso Eastwood procuraba dar una versión moderna de Capra? No creo que llegue a tanto. En especial porque la recurrente reconstrucción no da mayores luces sobre el protagonista: lo vemos de modo casi idéntico al inicio y al final. Eastwood resulta menor que su antecesor, ya que Capra, con toda su emocionalidad, revelaba una realidad de sus personajes. Uno puede preguntar aun si la película es una obra tardía que muestra la opacidad de una realidad que hace dudar hasta a los héroes reales de sus propias hazañas. Aunque Sully amague a ser esta película, prefiere aterrizar en las aguas más conocidas del indudable heroísmo.

 
 


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