Personal Shopper


"The film isn't the story. It's mostly picture, sound, a lot of emotions. The stories are just covering something."
-Béla Tarr

Una historia de fantasmas nunca es solamente una historia de fantasmas. Puede ser también un relato de venganza y crímenes. O el recuento del luto de quién no ha podido superar una pérdida. O llanamente el estudio psicológico de quien sublima sus deseos con imágenes en que parecen concretarse sus fantasías. O puede ser todas estas historias al mismo tiempo, como Personal Shopper. El más reciente largometraje de Olivier Assayas es un hipnótico ejercicio de prestidigitación que logra crear un retrato complejo y agudo de un personaje inmerso en el luto. El realizador francés configura un genuino filme mutante que combina casi sin dificultad distintos tipos de géneros, así estos mismos géneros se transformen en un lastre (menor) para la historia central. Personal Shopper dista de ser una película perfecta, pero es una estimulante y arriesgada. Con su apariencia de relato menor, Assayas construye una incisiva imagen del dolor, la soledad y el aislamiento que carga quien no ha superado la muerte de un familiar cercano en clave de cine de género (mutante).


Maureen (Kirsten Stewart) aguarda en París el mensaje de su difunto hermano gemelo, Lewis. Mientras lo hace, no renuncia a su trabajo como "personal shopper" (compradora para celebridades que no tienen el tiempo de hacerlo) de Kyra (Nora von Waldstätten), un empleo que ya no le da una verdadera recompensa. Con el paso de los días, la solitaria Maureen comienza a recibir mensajes de los que no puede decidir si se tratan manifestaciones de su hermano. Personal Shopper toma esta premisa y la desarrolla hábilmente usando recursos del cine de género, pero sin abandonar una peculiar versión del realismo. Aunque flaquee en su desenlace, registra de modo convincente el estado de una mujer aquejada por el dolor y la pérdida. Antes que una historia de terror o de relato noir, el filme es un revelador drama que con increíble perspicacia revela la desolación que deja la muerte de alguien cercano sobre una acomodada joven de nuestros días.


Es crucial ver como en el principio se nos pone junto a Maureen. No hemos de dejar su compañía por el resto del filme, no hemos de abandonar su perspectiva. Somos testigos no tanto de un relato de fantasmas, como de quien ha puesto su vida en paréntesis a la espera de una señal. Somos testigos del drama de una persona cuya vida se ha simplificado a ser el anhelo de otras vidas. Assayas registra el relato con suma naturalidad. Lo sobrenatural irrumpe sin los sobresaltos y los efectos que lo amplifican en las películas de terror. Personal Shopper es un drama existencialista que se arropa con las señas de identidad de otros géneros para hacer reconocible una historia más peculiar: la documentación de cómo una joven desgasta sus días a la espera de otras vidas. La interpretación de Kirsten Stewart le da completa visibilidad a la ansiedad y alienación que vive Maureen, ella quien es la perfecta musa de los aburridos millenials. El realizador nos restringe a que vivamos la visión de su protagonista, quien no hace sino ilusionarse con los lujos de la vida de una celebridad y con las incorpóreas presencias de una realidad supraterrenal. Personal Shopper es entonces el recuento de quien ve su existencia como algo que ocurre en otra parte.



Con el tiempo toda película revive presencias del pasado, con el tiempo toda película tiene algo de sesión espiritista. Hay una especie de conciencia de ello en la película, casi como si fuera un elemento metanarrativo. Toda imagen, todo ruido puede ser un rastro de esa revelación que hemos buscado con ansiedad. Personal Shopper transforma tal línea narrativa en material del cine de género. Con luces y sombras, pues mientras logra fundir los materiales en una historia atractiva, termina por utilizar giros propios de las historias más manidas sin poder darle una perspectiva distinta. Es más claro ver esto si se considera que el filme de Assayas es uno afín a Otra vuelta de tuerca de Henry James. En ambas lo que parece una historia tópica se vuelve el material del que se alimenta el estudio de la psicología de las protagonistas, en ambos se ilumina una época con formas narrativas de uso común. Pero el realizador francés no logra mantener la ambigüedad del escritor estadounidense. Personal Shopper es un largometraje que no se puede leer sino de una manera, una que no deja lugar a las dudas. Es un elogiable, sugerente y sensual filme que mezcla felizmente fuentes y documenta con precisión la ansiedad de personas de clases privilegiadas, aunque acaso quede corto al no darle al relato otra vuelta de tuerca. No obstante, tal crítica queda corta, pues la película nos involucra genuinamente en el vacío emocional de Maureen. La historia no es sino una excusa para que compartamos el dolor y la ansiedad en que vive sumida la protagonista, y en eso Personal Shopper es todo un triunfo.








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