¡Madre! (mother!)
De manera inesperada todo encaja en ¡Madre! (mother!).
¡Todo! Absolutamente todo. La nueva película de Darren Aronofsky lo puede
contener todo, incluso el más insólito apocalipsis doméstico. Por
apocalipsis debe leerse esto de manera literal, con fuego infernal y furia
divina incluidos. ¡Madre! es una pesadilla enfebrecida sobre la que es
preferible evitar sus petulantes intentos alegóricos (más o menos afortunados).
De estos últimos, es mejor leerlos como un conceit*, como un mero
artificio sobre el que se construye una caótica fantasía. ¡Madre! es un
asfixiante y cómico delirio, aunque también sea un presuntuoso relato. El filme
hipnotiza, ahoga y desconcierta. Desafía, si bien no es precisamente el
largometraje radical y transgresor que se ha vendido. La película coquetea
con transgredir, pero solo ocasionalmente se vuelve transgresora. Sus virtudes
no están allí, ni tampoco lo están en los significados que puedan descifrarse
con su alegoría –y ellos varían de unos muy plausibles a otros enteramente
risibles–. Sus virtudes se relacionan con la capacidad para hacer de su
insólito espectáculo un genuino festín sensorial, una hilarante pesadilla.
Tras el final llegan las inexorables interpretaciones.
Más cuando el director las ha propiciado con las evidentes alusiones a relatos
bíblicos, que siembra a lo largo de la película, o al optar por no darles
nombres a sus personajes. El calibre de estas lecturas va de una suerte de
relato enmascarado de las relaciones entre director y actriz (o entre un hombre
y una mujer, que dicho sea de paso es la más atractiva de las interpretaciones)
a una fábula sobre el calentamiento global, o también a una sobre la naturaleza de la
creación artística. Todas son válidas, todas añaden capas al filme, al tiempo
que disminuyen el encanto de ¡Madre! La consistencia con que los
realizadores construyen el punto de vista de Lawrence, la sensorialidad con que
se vuelve concreta una experiencia inaudita, el modo en que imita una suerte de
lógica onírica; estas son las características que vuelven atractivo al filme de
Aronofsky. Estas son sus verdaderas cualidades. Reducidas, creo yo, por ese
intento por elevar el relato con una serie de alusiones obvias y
grandilocuentes, por sobrecargar a la película con elucubraciones
superficiales. La relación entre una mujer asfixiada y un hombre sobre el que
gira su vida ya es un universo suficiente. ¡Madre! fascina como
experiencia, así se le sume toda una alegoría que en últimas se transforma en
un lastre. A pesar de estas reservas, ha de resaltarse la ambición y el arte de
esta absorbente pesadilla.
*Conceit: Recurso retórico en que dos objetos
muy diferentes son asemejados con el uso de símiles y otras metáforas. Es una
comparación sumamente improbable, pero de una gran imaginación intelectual.
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