La liga de la justicia
El fin de los días se aproxima, nuevamente. Pero hemos
de estar tranquilos, pues héroes enmascarados cuidarán de nosotros, pues hemos
de sumergirnos en un nuevo capítulo de un espectáculo que ya resulta excesivamente
familiar. En esta oportunidad, un hombre mitad máquina decide colaborar con un
grupo de justicieros para detener una invasión extraterrestre cuyo
poder se deriva del poderoso tesseract... No, me equivoco. Esta vez son las cajas
madres. La liga de la justicia es la nueva adición a la ya muy
nutrida oferta de películas de superhéroes. Una entrega aceptable y más ligera
de los héroes de DC cómics, una que por momentos no se puede distinguir de su
competencia (Marvel). El largometraje cumple con efectividad al suplir de una conexión
narrativa al desdibujado mundo de los superhéroes. Suma una, por fortuna, breve
película en la que se relata una historia perfectamente prescindible. Así, La
liga de la justicia transcurre leve e inconexa. Entretenida ocasionalmente,
ridícula en general. Indiferenciable del voluminoso grupo de blockbusters
que se alimentan del éxito que en los últimos años han tenido la adaptación de
cómics. El largometraje de Snyder (Whedon) no es enteramente descartable (ni
destacable). Una película que busca tener sus propias señas de identidad,
aunque en últimas se parezca demasiado a otras. El intento por conciliar la
suerte de auterismo de Snyder con la irreverencia de Whedon termina por
dar a luz un largometraje genérico indistinguible dentro de la oferta de cine
comercial. La liga de la justicia no es una película elogiable, ni una
vituperable. Es una más, entretenida y olvidable.
Al principio todo es gris. Superman (Henry Cavill) ha
muerto, por lo que un aire elegíaco parece dominar al planeta entero. Para
colmo, Steppenwolf (la voz de Ciarán Hinds), villano genérico, intento tomar 3
cajas madres que le darán el poder para reinar (o acabar, no es claro, ni
importa) sobre todo nuestro mundo. Diana (Gal Gadot) y Bruce Wayne (Ben
Affleck) ya lo sospechan, por lo que deciden unirse junto con nuevos reclutas
para combatir el inminente apocalipsis. Las nuevas caras de esta alianza de justicieros
cuentan con Barry Allen –Flash– (Ezra Miller), Arthur Curry –Aquaman– (Jason
Momoa) y Victor Stone –Cyborg– (Ray Fish). Juntos tendrán que afrontar la
borrosa –por momentos algo literal, pues luchan por evitar unos horribles
tentáculos asesinos hechos de puro CGI– amenaza de Steppenwolf. Ahora, no
importa tanto este tenue hilo narrativo, como el que los estereotipos y
arquetipos que dan vida a los héroes de La liga de la justicia hagan un equipo
de ensueño, como que las superficies oscuras del comienzo viren a un clímax de
rojos y violetas extrañamente atractivos. La liga de la justicia logra
sus puntos altos no por lo que cuenta, sino por las superficies en la que
transcurre, sino por, además, el carisma que puedan irradiar sus estrellas. Lo
mejor del filme es, casi, cine de vanguardia. Pero claro, esto es ocasional. El
largometraje de Snyder (Whedon) es cine comercial que sirve de puente para
otras películas, un espectáculo que va dejando atrás toda preocupación distinta
a la de perpetuarse como espectáculo. Se trata de una versión más del cine
dentro del cine (espectáculo dentro del espectáculo), que no sabe a qué
corresponde su función. En definitiva, es un cine sin fin.
Los superhéroes se han transformado en vehículos para
significar más que fantasías infantiles. Por un lado, han dado un espacio para
exponer conflictos internos que cargan buena parte de los individuos de la
sociedad, por otro, presentan los terrores y miedos con que vivimos en las
sociedades contemporáneas. Casi que de
modo esquemático puede afirmarse que las películas basadas en cómics de DC
tienden más a concentrarse en lo primero, en tanto que las de Marvel en lo
segundo –lo que es debatible y lo que no significa que estos filmes sean en
modo alguno iluminadores al respecto de aquellos temas–. La liga de
la justicia implica un cambio en esa tendencia. Cambio que obra más para
mal, debido a que la película no abandona ni la muy superficial exploración de
los personajes, ni se concentra en explorar las amenazas que acechan al
mundo en clave de cómic. En cambio, se presenta un filme pragmático que intenta
ajustarse a las señales de los espectadores, un traje a medida que no responde
a necesidad alguna. Por ello, La liga de la justicia tiende a dejar
indiferente. Un largometraje irregular y liviano, uno que entretiene por
momentos y que transita en líneas generales por los lugares comunes del cine comercial. Y así como al principio del
filme todo es gris, tras su predecible conclusión, tras evitar un nuevo fin del
mundo, todo lo vuelve a ser. La liga de la justicia ofrece así
diversión común y corriente.
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