Un amor inseparable (The Big Sick)
Primero observen el afiche. En primer plano vemos a la
pareja, ella rubia y blanca, él de origen pakistaní. Detrás de ellos aparecen los
padres de ambos con las ropas que suelen vestir. En el fondo se levanta la
silueta de una ciudad. Todo parece en armonía. Si bien Un amor inseparable (The
Big Sick) se basa en una historia real, el filme presenta una sociedad
idealizada, una utopía en la que los conflictos culturales son apenas una
piedra en el zapato. Un amor inseparable es una bien intencionada y
aceptable película con repercusiones problemáticas. Divertida, aunque plana,
ingeniosa, pero excesivamente convencional. El largometraje se constituye en un
caso paradigmático sobre las contradicciones y paradojas del cine que hoy se le
denomina como independiente (cada vez más etiqueta y menos realidad). El
cine independiente hoy parece incluir filmes que abordan anécdotas que
no se usan comúnmente en el cine mainstream, aunque a la larga terminen
contadas con narrativas muy semejantes a las del cine mainstream. Un
amor inseparable altera relativamente la fórmula de la comedia romántica,
le añade una vitalidad y una conexión con conflictos reales que la hacen tanto
más interesante como cuestionable. Esta alteración no implica que los realizadores
abandonen los formulismos y esquematismos del género. Por tanto estamos ante,
repito, un ejemplo paradigmático de lo que hoy catalogan como cine independiente.
Kumail (Kumail Nanjiani) y Emily (Zoe Kazan) se unen
por azar un par de veces. La primera como un encuentro casual de una noche como
ocurre con tantas parejas. La segunda por la enfermedad. Un amor inseparable
relata la relación de una pareja a la que separa sus culturas para que
luego un coma los vuelva a unir. Basada en la historia del propio Kumail, el
largometraje reconstruye su historia personal en clave de género. Entre lo
genuino y lo predecible, el filme avanza de modo ligero y plano. El humor y la
observación de Kumail le agregan vida a lo que de otro modo sería otra corriente
comedia romántica. Claro está que los personajes del largometraje cumple un
papel más importantes que meros figurantes: cada uno representa a individuos reales
inmersos en sus propios dilemas y contradicciones, desde los padres de Emily y
Kumail hasta todas las candidatas a ser futura consorte de Kumail. No obstante,
los mismos realizadores tienden a limitar a sus personajes al papel funcional
para que la historia siga el curso delineado por el desarrollo de lo que es una
Comedia Romántica. Un amor inseparable vuelve a una experiencia
individual en otra historia de amor sentimental.
Ceñirse a un modelo no es criticable de por sí. De
hecho, Un amor inseparable lo tuerce en dos formas: por un lado sus
personajes no se ajustan a los prototipos del género, por otro el drama de la
enfermedad supone una desviación que perturba -así sea momentáneamente- el esquema.
Kumail no puede simplificarse como un estereotipo de un típico
inmigrante, ni se le puede encajar como el protagonista característico de las
comedias románticas. Poner en coma a una de las personas de la pareja antes de
la mitad del metraje rompe con la dinámica de la mayoría de romances. Un
amor inseparable supera los clichés, pero no se termina de despegar de la
fórmula del género. Las transformaciones de los personajes ocurren como
situaciones de un sitcom reconocible y no como el proceso por el que
pasa cada uno de ellos. Los padres de Emily pasan de ser gruñones y cortantes a
cariñosos y comprensivos de una escena a otra, tras un breve diálogo, tras una
breve revelación del carácter del otro. Un esquema rígido que el
humor quiebra de cuando en cuando. La ironía con que Kumail muestra la obra que
prepara para enseñar lo que conoce sobre Pakistán le da un respiro a lo que de
otro modo sería meramente formulario. Pero los realizadores no quieren
desviarse demasiado. Se deciden por modificar en la medianía, por alternar la
observación mordaz con la chata repetición de situaciones previsibles. Y así el
largometraje se atiene a lo que caracteriza a otras comedias románticas: ser un
filme aceptable y olvidable.
EEUU continúa siendo presentado como el lugar de la
utopía. En especial cuando hay amor. Un amor inseparable cuenta una historia
en que las diferencias culturales son accesorias, una historia que niega otro
relato implícito, el de una asimilación cultural que se acepta sin
cuestionamientos. No hay sensación de pérdida alguna al dejar costumbres que se
presentan como absurdas (los matrimonios arreglados y las oraciones diarias son
mostrados como sinsentidos por igual). Lo más diciente sobre esta problemática
presentación del choque cultural es que el conflicto es de carácter
sentimental: Kumail no quiere dejar a su familia, si bien no tiene apego alguno
a unas tradiciones que no comprende. Una simplificación que se ajusta al
relato, pero que da pocas luces sobre lo que realmente encarna el choque entre
comunidades con pasados distintos. Antes que tratar de mostrar una imagen un poco
más matizada, la que vemos es aséptica y anestesiada. Si nos atuviéramos a Un
amor inseparable, tendríamos una noción relativamente simple del conflictos
que surgen entre las nuevas generaciones de inmigrantes y las primeras, entre el
modo en que para unas las tradiciones perviven mientras que para otras estas
son remplazadas. Una simplificación propia del cine mainstream, por lo
demás. Y en eso es donde la dudosa etiqueta de cine independiente se
presenta como avatar del cine comercial: un cine que pone en pantalla
conflictos desusados para el cine comercial, pero que sigue las fórmulas de
este. No por esto se puede descartar a un filme como Un amor inseparable,
pero sí deja un mal sabor de boca para una película encantadora y corriente.
Una que deja una imagen tan chata como la de su afiche.
Comentarios
Publicar un comentario