3 anuncios por un crimen (Three Billboards Outside Ebbings, Missouri)
1er anuncio: Ira. En esta semana, como protesta por la
inoperancia de la justicia, dos grupos de distintas personas adaptaron la idea
que tiene Mildred (Frances McDormand) en 3 anuncios por un crimen: poner
tres vallas en que se señala la lentitud de las autoridades para hacer frente a
distintos crímenes. No es un simple caso de la vida que imita al arte. Más bien
se trata de una prueba de que el filme capta el espíritu de los tiempos. En el
ambiente gravita tanto la furia y el dolor debido a injusticias sufridas, como
se escucha un llamado lleno de rabia para remediar tales situaciones. Este es uno de los méritos
del largometraje, que atrae precisamente por la convincente interpretación de
McDormand, una víctima henchida de indignación. Esto es una explicación, además, para
el éxito y la atención que genera una película desigual como esta.
2do anuncio: Caos. A propósito de Room 237, Jonathan Rosenbaum se quejaba
de que los críticos no parecían darle tanta importancia a la idea de que una
obra artística tuviese una coherencia con determinado planteamiento estético.
Todo podría sumarse aleatoriamente, entonces, sin que nada lo cohesionara (ni
siquiera el propósito de unirlo todo aleatoriamente). Una coherencia de la que
carece 3 anuncios por un crimen. La película pasa del clamor por justicia
de Mildred al drama familiar de Willoughby (Woody Harrelson) y de ahí a la
increíble transformación de Dixon (Sam Rockwell), sin hacer énfasis en ninguna
de estas historias, como si se tratase de relatos separados que se han cosido
con premura. Lo más insólito de la recepción del filme es que incluso se le
alabe por su perfecta dramaturgia. En el desenlace, no hay claridad de
si los realizadores querían imitar el flujo de la vida diaria (carente de
dramaturgia), o arriesgarse a hacer de 3 historia conectadas 3 facetas de un solo
drama. El director Martin McDonagh no es Robert Altman para sortear de modo
satisfactorio el primer tipo de película, ni es suficientemente hábil como para
hacer una variación arriesgada de la dramaturgia clásica. El caos termina por
dominar el largometraje, por desgracia.
3er anuncio:
Redención. En primer plano teníamos la rabia de Mildred, de trasfondo nos
embarga el anhelo por redimir nuestras culpas. A pesar de presentarse como una
audaz forma de poner el dedo en la llaga, la película se decanta por el
reconocible relato de una segunda oportunidad. Una que le otorga una salvación problemática a uno de los personajes, valga decir. 3 anuncios por un crimen
lidia con conflictos que persisten en la sociedad estadounidense; sin embargo
antes que indagar sobre ellos, termina por solucionarlos con un cambio
milagroso. Por supuesto, todos merecemos segundas oportunidades, así como estas
oportunidades han sido fuente inagotable para que el cine se haya usufructuado
de ellas como un repetitivo bálsamo. El filme de McDonagh resulta mucho más
conformista de lo que en principio promete. Puesto de este modo, el
largometraje oculta todavía más los problemas raciales y sexistas que
inicialmente parecía enfrentar, al recurrir a los remedios que hemos visto
hasta la saciedad. Más todavía si se tiene en cuenta que si tuviéramos un
patrón unificador en el filme, ese no es el relato de Mildred, sino el de
Dixon. Dicho esto, también es excesivo atribuirle un discurso reaccionario al
largometraje. Los realizadores intentan enfrentar nuestra caótica realidad a
través de una narración audaz en la que un drama local refleja las
contradicciones y virtudes de un país. Un intento fallido, no obstante. 3
anuncios por un crimen cuenta múltiples relatos, pero no logra hacer de
ellos uno solo.
Comentarios
Publicar un comentario