Lady Bird
Lady Bird comienza y termina con un viaje. Nada sorprendente al
tratarse de un relato iniciático. Bildungsroman, coming-of-age,
educación sentimental, la ópera prima de Greta Gerwig toma un poco de cada uno
de ellos y se contenta con ser un poco menos. Un filme adorable y complaciente
con que buena parte de la audiencia se ha identificado. El material
autobiográfico se funde con situaciones que se repiten una y otra vez en series
de televisión y películas sobre la adolescencia. Encantadora y sosa, Lady
Bird ofrece una educación sentimental para millenials. El retrato de
una aspirante a artista de clase media. Junto a ella, el largometraje presenta
a toda una galería de criaturas que van más allá del mero estereotipo,
arquetipos de nuestros días. En contraste, por un lado la trama no guarda
mayores sorpresas (y por qué habría de hacerlo, si nuestras vidas a veces no
hacen sino repetir clichés), por otro el tratamiento episódico la hace
irregular. El largometraje da la paradójica sensación de ser la historia única
de una joven californiana, así como una película que repite lugares comunes
sobre lo que significar ser joven. Lady Bird se apega a los
caminos recorridos para que en ellos resuene la voz propia.
En el inicio viajan Christine (Saoirse Ronan),
autobautizada "Lady Bird", y su madre Marion (Laurie Metcalf). Oyen
un audiolibro: Las uvas de la ira de Steinbeck. Sollozan al escucharlo.
La emoción las une. Pero enseguida discuten amargamente. La pelea concluye
cuando Christine se lanza del carro para así tener la última palabra. A
excepción de la emoción, lo demás las separa: una joven y soñadora, otra mayor
y realista. A continuación la película va a sumar episodios del último año en
el colegio de Christine. Se trata de viñetas que parecen variaciones sacadas de otros filmes sobre adolescentes. Al final, Christine vuelve a viajar, sola
esta vez, pero con un conocimiento que la ha reconciliado con su madre. El
centro del filme se encuentra en poder estrechar lazos con una figura materna
con la que se ha tenido conflictos. Los viajes enmarcan esta tensión, los
viajes enmarcan el melodrama. Christine comprende un poco más a su madre al concluir
la película, si bien no haya mayor razón para dicho cambio. Ahora, el
largometraje se sostiene por la capacidad de observación de Gerwig, quien sabe
caracterizar a su realidad con suficientes detalles para hacer un convincente
retrato de la adolescencia. Sentimental y dulzarrón por momentos, Lady Bird
busca hacerle justicia a las vivencias personales de la directora, aunque al
hacerlo sacrifique las motivaciones del cambio de su protagonista en la relación con su madre y cierre con un happy-end más propio de una telenovela.
A pesar
de la impresión de autenticidad que deja el filme, también hay un dejo
artificioso que lo atraviesa. Desde esa primera escena en que madre e
hija oyen a Steinbeck en un rapto extático. La espontaneidad a veces parece
impuesta, pues a los personajes se les involucra en situaciones que responden a
un modo de ilustrar sus personalidades, y no a una consecuencia de la narración,
la espontaneidad a veces también parece estar enlazada con una suerte de
didactismo: la película nos enseña qué nos ha de conmocionar, nos enseña
cuáles son sentimientos ciertos, cuáles falsos. Por tanto, hemos de
sobrecogernos con las canciones que oíamos de adolescentes, hemos de abrazar al
otro brevemente y luego sumergirnos en nuestro propio narcisismo. El imperio de la sentimentalidad se
impone, hoy que estamos tan ansiosos de experiencias. Lady Bird
cumple la función de recordar los días en que pasamos a ser adultos, inclusive
con el tedio reservado a una época que parece no tenerlo. El filme de Gerwig es
el heredero de una tradición que en el cine de Hollywood probablemente surgiera
con Rebelde sin causa y se sentimentalizara con American
Graffiti. La nueva encarnación se caracteriza por mezclar lo auténtico y lo
didáctico en un relato adorable y tópico. Una combinación adecuada para una
generación que prefiere esto al riesgo que implicaba romper con los padres.
Este filme trata de reconciliación en varios sentidos. En definitiva, Lady
Bird da una idea sobre el paisaje emocional de una adolescente,
constituye un triunfo del sentimentalismo y hace oír la voz de una directora
dentro de la seguridad que da seguir las convenciones trazadas por otros.
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