La favorita: Pasiones reales
Todos somos esclavos de nuestros deseos.
Esta máxima fácil puede resumir a la sádica y divertida comedia, La
favorita. La nueva película de Yorgos Lanthimos relata intrigas palaciegas
que develan una nueva colección de patéticos monstruos. El que esta sea una
película de época resulta, en buena medida, una formalidad, pues el filme
vuelve a las preocupaciones sobre las que giraban los largometrajes
anteriores del realizador griego. La favorita solo es una película
de una época en la superficie. Se trata más bien de una comedia de enredos que
revela la profunda soledad de unos personajes víctimas de sus pasiones. Aun
siendo la película más convencional de Lanthimos, el filme rompe con algunos
moldes del cine de época; si bien se atiene al desarrollo dramático más clásico,
esto tiene como objeto descubrir el drama interno de sus protagonistas (y no recrear un momento histórico). La
convención le sirve al realizador de base para narrar los triviales enamoramientos de una reina insegura.
Sus tres protagonistas: la
reina Ana (Olivia Colman), Lady Sarah
(Rachel Weisz) y Abigail (Emma Stone) buscan utilizar sus posiciones y artimañas
para satisfacer deseos particulares. Ya sea saciar su anhelo de amor y afecto,
o el deseo de llevar las riendas de una nación, o la intención de recuperar los
privilegios de clase perdidos en un desventurado pasado. Estos tres propósitos
se cruzan, estas tres mujeres se alían y se entorpecen entre sí. A pesar de sí
mismas, ellas están destinadas a vivir relativamente insatisfechas, atrapadas
en sus propias confabulaciones por adquirir lo que anhelan. Si bien La
favorita no es verdaderamente novedosa, consigue hacer visible la
fragilidad y el patetismo de sus personajes. Narra convincentemente la
insatisfacción del deseo. Y en tanto que esto pueda no ser un gran
descubrimiento, es suficiente para hacerla una buena película.
Las parábolas de Lanthimos
nunca se han caracterizado por su sutileza. La favorita no es
la excepción. Un ejemplo de esto es que para mostrar que los personajes son
prisioneros de sus palacios utiliza de manera recurrente el gran angular, para
que los veamos diminutos en sus inmensos aposentos. Más afortunado, en
contraste, resulta el modo en que incluye sobreimpresiones que combinan a
distintos personajes y lugares. Estas secuencias alteran el curso narrativo del
filme para exponer una suerte de delirio, el delirio de quien vive una pasión.
Así como hay deseos y propósitos entrecruzados en la trama, las imágenes se
mezclan en un solo jeroglífico cuyo sentido ya no es transparente. En un par de
secuencias los realizadores olvidan su comedia cruel y se concentran en la
experiencia sensorial de una pasión real. La favorita quiebra
(y usa) la convención para mostrar el delirio de un deseo, pequeños instantes
de emoción insertos en una banal comedia de enredos. Y acaso eso sea todo (o
por lo menos el realizador griego parece verlo así). El reconocimiento de ambos
(el instante de deseo y la comedia manida que lo rodea) hace de esta la mejor
película de Lanthimos a la fecha.
Tráiler
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